Cristianismo populista

El ‘evangelio light’ produce gente que llena iglesias los domingos pero con un estándar de vida paralelo a la Biblia, con poco o ningún compromiso con el Reino de Dios.

21 DE OCTUBRE DE 2018 · 10:00

Imagen de una fiesta, foto de Danny Howe / Unsplash,fiesta, jóvenes
Imagen de una fiesta, foto de Danny Howe / Unsplash

Todo el mundo sabe de qué se trata, muchos lo disfrutan, pero la verdad sea dicha, el populismo no es aceptado ni como término por la Academia de la Lengua Española, y mucho menos por círculos sociales serios acostumbrados a trabajar y obtener su bienestar social y económico con esfuerzo.

De hecho, el significado de «populismo» es ambiguo, usado de manera denigrante para significar que es «perteneciente o relativo al pueblo»; se deriva del latín ‘populus’, ‘pueblo’, según definen los diccionarios. Lo que sí es aceptado es el término «popularismo»: “Tendencia o afición a lo popular en formas de vida, arte, literatura, etc.” (DRAE).

Aunque el término «populismo» es usado mayormente en el ámbito del proceder político, sin que necesariamente tenga que ver con su inclinación ideológica. Lo que sí es cierto es que esta práctica política raya en lo demagógico y en un discurso popular eufórico con medidas de corte social y económico sin raíces profundas, que buscan como único fin el favor del pueblo, sin que la población obtenga beneficios sustentables en tiempo y calidad.

En naciones donde el pueblo es más humilde, ignorante y superfluo es donde el populismo obtiene su caldo de cultivo necesario para erigirse como una tendencia fuerte para hacerse y mantenerse en el poder. La base del populismo radica en la complacencia y las prebendas pasajeras.

El populismo es dañino para cualquier nación, y aunque lo relacionen con la actividad política y gubernamental, usted se sorprenderá al saber que dentro del cristianismo también existe (aclaramos que nos referimos a la iglesia institucional nunca al cuerpo de Cristo), la Iglesia espiritual; porque bien sabemos que junto al trigal del Reino de los cielos también crece la cizaña (Mateo 13).

Entre lo genuino crece lo falso. Lo genuino y verdadero produce buen fruto, mientras que lo falso no, o produce mal fruto. El genuino va por el camino angosto y entra por la puerta estrecha al cielo, el falso va por el camino ancho y su fin es la condenación eterna. Siempre se nos advierte en las Escrituras que tengamos cuidado con lo falso, parece genuino, pero sin fruto; existe y crece en medio, pero al final el Señor lo arrancará y quemará.

Entonces, ¿qué entendemos por «cristianismo populista»? Son aquellos que enseñan y practican el evangelio de manera libertina, poniendo los principios de la Palabra de Dios por debajo de sus actos, haciendo lo que moralmente es popular pero que Dios califica como pecado. Lo más parecido al cristianismo populista es el ‘evangelio light’; gente que llena las iglesias los domingos, pero con un estándar de vida paralelo a la Biblia, con poco o ningún compromiso con el Reino de Dios.

Es imposible que exista un cristianismo populista o ‘evangelio light’ sin que sea aupado y enseñado por un líder con una conducta permisiva, aquellos que expresan cosas como: «No te preocupes que Cristo te perdona». «Irás al cielo hagas lo que hagas». «Dios solo mira tu corazón». Expresiones que son verdades a medias, pues aunque son ciertas, no aplican en todos los casos. Son líderes espirituales que permiten «ciertas cosas» en su feligresía para mantenerlos allí, especialmente si se trata de personas pudientes que dejan «buenas ofrendas y ayudas económicas».

Tal como en la política, en el cristianismo hay una fuerte y creciente tendencia a ofrecer, permitir y regalar prebendas con tal de obtener el favor popular. Los políticos con lisonjas, discursos, créditos y regalías; los segundos, con predicaciones permisivas y auto motivadoras, haciéndose de la vista gorda ante negocios y prácticas no éticas y anti bíblicas. Los políticos para buscar votos, esos líderes cristianos para atraer y mantener la gente en sus congregaciones. Pero ambos son populistas (o «popularistas», para ser más académicos).

Resumimos lo que el apóstol Pablo le advirtió a su discípulo Timoteo y a nosotros hoy: «También debes saber que en los últimos días vendrán tiempos peligrosos, y que habrá hombres amantes de sí mismos..., aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, envanecidos, que amarán los deleites más que a Dios, que parecerán muy piadosos, pero negarán la eficacia de la piedad; evítalos. Porque son éstos los que se meten en las casas y cautivan a mujeres débiles y cargadas de pecados, que se dejan llevar por sus malos deseos, que siempre están aprendiendo y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad... estos hombres se oponen a la verdad; su entendimiento está corrompido, y en cuanto a la fe están descalificados...» (2ª Timoteo 3:1-8. Editado por el autor).

El populismo en la política como en el evangelio permisivo o ‘ligth’, son influenciados desde el infierno y arrastran a sus seguidores a la condenación eterna, a menos que haya un arrepentimiento genuino y pongan a Jesucristo en el primer lugar de sus vidas... A fin de cuentas: «El que es de Dios, las palabras de Dios oye» (Juan 8:47a).

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - Cristianismo populista