Los 4 perfiles del político de fe evangélica

Dios quiera que podamos encontrar el justo equilibrio y poder encarar esta actividad política inspirados y dirigidos por las verdades bíblicas.

17 DE JULIO DE 2018 · 21:00

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Samuel Zeller / Unsplash

Con los datos del cuantioso voto evangélico que traté en mi anterior artículo, está claro que supone toda una gran expectativa la forma en que los cristianos van a encarar su participación en política y de qué forma esa masa de votantes identificados como evangélicos podría acompañar a esos candidatos.

Tal vez, entre los candidatos o activos partidarios, podríamos clasificar la participación evangélica en política por lo menos en cuatro perfiles bien diferenciados.

 

1.- Por un lado, los ligados a las posiciones más tradicionales, de iglesias más “liberales” que se han inclinado mayormente a posturas de izquierda.

En este caso parece advertirse que pueden tener una participación destacada aunque las iglesias no son muy numerosas pero cuentan con miembros intelectualmente muy preparados y con activa militancia política.

En ese perfil hay énfasis en temas como la pobreza y el cuestionamiento al capitalismo o al imperialismo de Estados Unidos, muy coincidentes y hasta emparentados con la “teología de la Liberación” y que pueden relativizar algunos postulados históricos respecto al aborto o la agenda homosexual, incluso adoptando mucho de estos postulados en su discurso.

2.- Otro perfil de cristianos podría estar constituido por los que se han involucrado en la actividad política, pero lo han hecho a título personal y no consideran relevante ni el relacionamiento intra político con otros cristianos ni la militancia en pos de postulados con base teológica o valórica.

Aunque manteniendo su conducta o creencia, la militancia política la divorcian de esa motivación teológica y desarrollan su función desde alguna ideología o programa político partidario.

3.- El tercer perfil, de mucha tentación asociada a las grandes iglesias o congregaciones y tal vez teniendo como modelo algunas experiencias ya ocurridas, es el que postula el involucramiento de las congregaciones o denominaciones en relación a un candidato o proyecto político concreto.

Con la simpleza de creer que se puede transformar la iglesia en un sector partidario y tener representantes directo de congregaciones, a veces pastores, en las diferentes esferas de gobierno.

Al respecto de estas dificultades, dentro de la iglesia uruguaya hay algunos llamados de atención en relación a la necesidad de mantener un justo equilibrio entre esa actividad política, que a veces se torna proselitista, y la actividad que se puede desarrollar dentro de la iglesia.

Debemos cuidarnos con confundir esos roles. Resulta por demás importante trabajar muy delicadamente la relación entre la actividad política y la organización de la iglesia.

Expresa el pastor Salvador Dellutri en su libro “Ética y Política”  que “no será extraño que muchos hombres y mujeres con inquietudes políticas quieran embarcar a la Iglesia del Señor en una aventura conjunta en vista del caudal electoral que pueda representar, y esto merece una reflexión aparte. Nadie tiene derecho a frustrar la vocación política de un hermano que sienta que puede servir al Señor en este aspecto, pero debe tener en cuenta que su participación es personal y representará únicamente a sus electores y no a la Iglesia del Señor. Tenemos que entender que los partidos políticos son “estructuras de poder”, mientras que la iglesia no lo es”[1].

4.- El cuarto perfil contempla a cristianos comprometidos con los principios bíblicos, que entienden a la acción política como un escenario para aportar a la sociedad desde esa base, pero manteniendo la independencia y autonomía de la esfera eclesiástica.

Esa independencia no supone que promuevan la prescindencia del liderazgo religioso de los temas de política nacional sino que se niegan al involucramiento de la iglesia en las cuestiones partidarias y pretenden preservar a la organización eclesiástica de la confusión de roles con los partidos políticos.

Estas últimas posiciones se inspiran en autores como Salvador Dellutri que en la obra ya citada señala que “el concepto de la política como una rama de la ética está tomado de Aristóteles, quien decía que era una rama especial de la ética (y) por ese motivo es que la iglesia tiene la obligación de hacer oír su voz sobre los problemas espirituales y éticos que afectan a la sociedad”[2].

El Pastor uruguayo Pedro Lapadjián, en su libro “A quién Votar” dice que “los evangélicos no estamos ajenos a la construcción de la vida temporal y de la nación. Nos ocupa y nos preocupa, porque creemos que nuestra presencia, al igual que la de José, Nehemías, Juana y Erasmo, puede ser útil para el bienestar de la comunidad”[3].

El prestigioso pastor, líder y escritor británico John Stott hace una referencia a esto en su libro “Cristianismo Básico”, que parece inspirador para ese creciente involucramiento de los evangélicos en política, señalando que:

“Lo cierto es que Dios llama a cada cristiano a un “ministerio”, es decir, al servicio, a ser siervo de otros por causa de Cristo. El cristiano ya no puede vivir para sí mismo. No está claro en qué forma ha de tomar ese servicio. Podrá ser en el ministerio oficial de la Iglesia o algún otro tipo de trabajo eclesiástico en el propio país o en el exterior. Pero es un gran error suponer que todo cristiano que toma en serio su entrega está llamado a “la obra”. Hay muchas formas de servicio que pueden llamarse o describirse como “ministerio cristiano”. Por ejemplo, el llamado de una mujer a ser esposa y madre es un llamado al “ministerio cristiano” puesto que así servirá a Cristo, a su familia y a la comunidad. Esto se aplica a todo tipo de trabajo –la medicina, la investigación, las leyes, la educación, el servicio social, la política, la industria, los negocios, el comercio– en el cual el trabajador se dé a sí mismo como un colaborador de Dios en el servicio al hombre”[4].

 

Dios quiera que podamos encontrar el justo equilibrio y poder encarar esta actividad política inspirados y dirigidos por las verdades bíblicas.

Es muy necesario que nuestra fe sea la luz inspiradora y que la Iglesia como cuerpo de Cristo, aunque con independencia de las estructuras políticas, no mantenga prescindencia de los temas de la agenda política sino que marque con voz firme sus posturas y contribuya a la formación ciudadana de su grey.

 

[1] Salvador Dellutri, “Ética y Política” edición Radio Transmundial, Montevideo, 2004, pag. 15.

[2] Salvador Dellutri Op. Cit.pág. 10.

[3] Pedro Lapadjian, A quién Votar, Acups, Montevideo, 2009., pág 26

[4] John Stott, “Cristianismo Básico”, Editorial Certeza Unida, Buenos Aires, 2007, pág. 178.

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