Dios no ‘tiene’ vida: Él ‘es’ la vida

¿Comprendes la importancia de cada vida? A medida que defiendes la vida te acercas a Dios; y en la medida que atentas contra la vida, te apartas de Dios.

    10 DE OCTUBRE DE 2024 · 08:00

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    Bess-Hamiti / Pixabay

    El ser humano es admirable. Su diseño físico estructural, su eficiencia, la manera en la que transforma la energía para sus actividades diarias, todo es sorprendente.

    Cada músculo, tendón, hueso, sus órganos, es una maravilla. Y si hablamos de su cerebro no solo nos faltaría tinta, sino imaginación, espectacular.

    Esto solo por mencionar sus características corporales “a ojo de pájaro”, ya que si consideramos sus facultades espirituales y morales, sus obras, así como su capacidad de amar e incluso sus defectos, sigue siendo una maravilla extraordinaria.

    Me recuerda mucho un versículo de la Biblia en la que el salmista se maravilla de su persona y la manera en la que es formado en el vientre de su madre: Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas. ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! (Salmos 139:13-17).

    Eres una obra de arte, fuera de serie, único, una maravilla.

    Por lo mismo, defender tu vida; así como la de todos los seres humanos es prioridad. La vida es de suma importancia. En principio, porque se trata del todo de cada criatura: vida.

    Dios es vida y su naturaleza le hace transmitir su esencia a sus criaturas. Dios no tiene vida, Él es la vida.

    Más allá de decir que Dios está vivo, Él es la vida y es Él quien vivifica a todo lo que vive. La vida verdadera no tiene final, ni muerte. Esta es la vida eterna, la vida increada de donde procede todo lo que vive y que sí podría morir.

    Dios no necesita nada para vivir, nada le sustenta ni le mantiene existiendo. Él es la vida y de quien procede toda vida. Como la luz, es luz en sí misma.

    ¿Comprendes la importancia de cada vida? A medida que defiendes la vida te acercas a Dios; y en la medida que atentas contra la vida, te apartas de Dios.

    En este sentido, hay quien existe, pero no tiene la vida abundante que podría tener.

    En este mismo tenor de ideas, la muerte es contraria a Dios. Está dentro de sus mandamientos tan directo como No matarás (Ex. 20). Siendo enfatizado después del diluvio, resultado de una humanidad violenta en donde sin ley se mataban unos a otros: El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre (Gen. 9:6).

    ¿Has visto durante las campañas políticas o comerciales que algunos garabatean sobre sus afiches dibujando bigotes, lentes o la falta de un diente a sus fotografías?

    ¿Cómo se sentirá la persona a la que se le tomó tal imagen al verse maltrecho o ridiculizado?

    Ahora pregúntate ¿cómo se sentirá Dios cuando alguno mata a su prójimo que fue hecho a la imagen y semejanza de Dios? ¿Lo dejará pasar? Este mandamiento enseña sobre el valor de la vida humana por la Vida Divina que representa.

    Por solo hecho del diseño, el hombre no debe ser asesinado; ya que tal acto se considera contra la imagen que representa. La diferencia entre pena capital y homicidio es la justicia.

    Si un rey decidiera hacer estatuas suyas en todo su reino y algunos súbditos desleales arremetieran contra ellas destruyéndolas, ¿no tomaría el rey esto como un acto contra él mismo? Y quien mata a su prójimo, ¿no atenta contra la imagen del que lo creó?

    Una forma de homicidio, el peor de todos, es el aborto. Lo vemos en el próximo artículo.

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