¿La Biblia habla de la advocación del Carmen?

La virgen del Carmen es la adecuación de Isis, que en los países americanos se implementó para sustituir deidades precolombinas como Xochiquétzal.

25 DE JULIO DE 2024 · 08:00

Típica representación femenina con ofrendas florales. (Foto: Pedro López Hernández),estatua virgen
Típica representación femenina con ofrendas florales. (Foto: Pedro López Hernández)

Cada 16 de julio, se celebra lo que el catolicismo ha nombrado como “la aparición de la virgen del Carmen” a Simón Stock en 1251 en el monte Carmelo (lugar relacionado con el profeta Elías).

A pesar de las diferencias culturales entre las naciones de América, África, Asia, Europa y Oceanía, aquel día se organizan verbenas o ferias, misas, procesiones y todo cuanto esté relacionado con el Carmen. Las personas participan en reuniones que tienen corte religioso y hasta libertino.

El Palo, Málaga (España) se ha convertido en referente de esta celebración, precisamente porque cada año se realiza una procesión por mar, aunado al paseo de la representación femenina en pequeñas embarcaciones conocidas como jábegas.

Puede sorprender que en la Biblia se describe que el pueblo cananeo adoraba una diosa llamada Asera (o Astaroth), que evolucionó hasta la actualidad.

 

El inicio de la fiesta

En ocasiones resulta difícil seguir la pista de cómo comenzaron y se arraigaron costumbres que hasta la actualidad se efectúan. La celebración a la virgen del Carmen no es algo que pueda concertarse con seguridad cuando se sigue la pista de la tradición católica. Lo curioso comienza al preguntarse la relación que tiene una aparición ocurrida en un monte con algo marítimo.

Para entender esto es menester dar un repaso a hechos históricos que aclaran el suceso. En primer lugar, hay que remontarse a la Antigüedad, casi al principio de las civilizaciones. El historiador Diodoro Sículo, refiere que en la antigua Babilonia existió un rey llamado Nino (Ninus o también conocido como Nimrod), quien construyó Nínive, además contrajo nupcias con Semiramis, la reina célebre que se dice conquistó territorios de África como Egipto.

El capítulo 10 de Génesis hace referencia a los descendientes de Noé, y en los versículos 8 al 10 se menciona a Nimrod, quien era descendiente de Cus, a su vez hijo de Cam: “Y Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra. Este fue vigoroso cazador delante de Jehová; por lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante de Jehová. Y fue el comienzo de su reino Babel, Erec, Acad y Calne, en la tierra de Sinar”.

Otras versiones cuentan que a la muerte de Nino, Semiramis concibió a un hijo llamado Tammuz. Ella mencionó que era el mismo Nino y que lo engendró como producto de los rayos solares. La figura de Semiramis cargando a un niño se instauró lentamente hasta que se convirtió en culto. De hecho, la reina mencionada era conocida por su belleza, así como por su desenfreno sexual y sus conocimientos en hechicería, de modo que la instauración de su rito siguió estos patrones, pues posteriormente se le consideró como deidad de la belleza y de la fertilidad.

Con el paso del tiempo, el nombre de Semiramis cambió a Asera o Astoret (Astaroth), de hecho entre los símbolos que la identificaban era la vaca, que también fue adoptada en la cultura egipcia gracias a la influencia de los sumerios y por tal razón era frecuente que se utilizara este animal durante los rituales dedicados a la figura.

W. M. Flinders Petrie declara en ‘La religión de los antiguos egipcios’: “La vaca era identificada con Hathor, que aparece con orejas y cuernos de vaca y que probablemente es la diosa-vaca Asta-roth o Istar de Asia. Isis, como identificada con Hathor, también se unió a esta conexión”.

Ya se comprobó que el nombre de Astoret cambió y se adaptó a Isis (lo mismo que la historia), quien era considerada hechicera y esposa de Osiris, además madre de Horus. La representación de la diosa madre se popularizó en Egipto y se le consideró ‘reina del cielo’, además se representó a Isis como una mujer que tenía en brazos a Horus, mientras en su cabeza portaba cuernos de vaca y, a su vez, se le relacionó con la estrella Sirius o Sirio. Cabe decir que la adaptación de estas prácticas religiosas no ocurrió de la noche a la mañana, sino que conllevó etapas considerables.

La filóloga Mercedes López Salvá describe en ‘Isis y Sarapis, difusión de su culto en el mundo grecorromano’[1], que la adoración a Isis llegó a la región grecolatina por medio de los mercaderes egipcios y con probabilidad entró inicialmente en la ciudad griega de Eretrea durante el siglo III antes de Cristo, aunque Delos es uno de los testimonios más importantes sobre la expansión de la adoración a la deidad femenina.

Con los intercambios culturales y los sincretismos entre el mundo grecolatino y el mundo egipcio, en el período de los Ptolomeos se reafirmaron características de Isis, entre ellas la Luna creciente que la acompañaba e incluso un manto que le cubría la cabeza. Dicha representación conocida como ‘Isis ptolemaica’, jugó un papel trascendental en Alejandría, ciudad con un importante desarrollo comercial a raíz de su puerto, donde Isis fue considerada como ente benévola con los marineros. Sin embargo, este culto alcanzó su máximo punto en Roma durante el siglo I a.C., y cabe mencionar que en dicho período Egipto se convirtió formalmente en provincia romana con la muerte de Cleopatra VII, aunque ya había contacto entre el imperio romano y la región egipcia.

El escritor Lucio Apuleyo, quien nació en el actual territorio correspondiente a Argelia, escribió la obra literaria conocida como ‘El asno de oro’ o ‘La metamorfosis’, donde el personaje principal (Lucio), tiene un encuentro con Isis, aparición que le declara los diversos nombres que le dieron las entonces civilizaciones:

“Aquí me tienes, Lucio; tus ruegos me han conmovido. Soy la madre de la inmensa naturaleza, la dueña de todos los elementos, el tronco que da origen a las generaciones, la suprema divinidad, la reina de los Manes, la primera entre los habitantes del cielo, la encarnación única de dioses y diosas; las luminosas bóvedas del cielo, los saludables vientos del mar, los silencios desolados de los infiernos, todo está a merced de mi voluntad; soy la divinidad única a quien venera el mundo entero bajo múltiples formas, variados ritos y los más diversos nombres. Los frigios, primeros habitantes del orbe, me llaman diosa de Pessinonte y madre de los dioses; soy Minerva Cecropia para los atenienses autóctonos; Venus Pafia para los isleños de Chipre; Diana Dictymna para los saeteros de Creta; Prosérpina Estigia para los sicilianos trilingües; Ceres Actea para la antigua Eleusis; para unos soy Juno, para otros Bellona, para los de más allá Rhamnusia; los pueblos del Sol naciente y los que reciben sus últimos rayos de poniente, las dos Etiopias y los egipcios poderosos por su antigua sabiduría me honran con un culto propio y me conocen por mi verdadero nombre: soy la reina Isis”.

 

Isis, la figura venerada con el paso de los siglos

La advocación marina de Isis fue llevada a Hispania, pues cabe decir que los actuales territorios ibéricos formaron parte del Imperio Romano y con ello, se aclara que la ahora España forma parte de los mencionados.

La tradición de hacer una procesión con la virgen del Carmen en brazos mientras es llevada en medio de las aguas, se trata más bien de una adecuación de la cultura egipcia y de los sincretismos ocurridos entre los pueblos. Miguel Zorita[2] explica que las prácticas de aquella etapa consistían en pasear en procesión a la deidad y en barcas sobre el mar, con la finalidad de que bendijera las ciudades, pero también favoreciera a los mercaderes y principalmente a los navegantes y marineros. La figurilla era adornada con flores y se le otorgaban ofrendas.

La anda para transportar la imagen y la ofrenda floral indican la influencia de culturas antiguas (Foto: P.L.H.)

Otro aspecto no menos sustancial es que durante las procesiones marítimas de la virgen del Carmen, la escultura se transporta en embarcaciones que tradicionalmente se llaman jábegas. Estos barcos se caracterizan porque llevan un ojo a cada lado, y si se observa detenidamente, es el ojo de Horus, el cual sirve como amuleto y una señal de la relación Isis-Horus. Pablo Mujalance escribió para ‘Málaga hoy’[3] que, en Egipto surgió el ojo para prevenir males y esto se extendió a otras culturas y más importante aún, que el ponerlo en las embarcaciones surgió por la influencia de comerciantes, con la finalidad de tener buenos resultados y ser librados del mal.

Por más impactante que parezca y como se ha dicho, la diosa Isis fue relacionada con la estrella Sirio y más adelante, los comerciantes y navegantes la utilizaron como símbolo e incluso la llamaron Stella Maris. Durante la existencia del Imperio Romano, la festividad se realizaba aproximadamente durante verano, pues la estrella Sirio lucía más durante las madrugadas de julio, lo cual era una señal favorable para los navegantes, además dicho astro anunciaba situaciones como la temporada de tormentas.

¿Por qué se relaciona a la imagen con un astro? Para entenderlo, es necesario retroceder nuevamente, cuando todavía no existían las grandes culturas. Después de la caída de Adán y Eva, y con el nacimiento de diversos humanos, dice Génesis 6 que los hijos de Dios vieron que las hijas de los hombres eran hermosas y tomaron esposas para sí, además el mismo capítulo menciona que nacieron gigantes como fruto de esta unión.

El libro de Enoc, que ha sido censurado en diversas ocasiones, ahonda en lo anterior y en el capítulo 6 describe que una vez que los hombres se multiplicaron y les nacieron hijas hermosas, los Vigilantes (ángeles) las vieron y las desearon, por lo que el jefe de ellos llamado Shemihaza instó a otros ángeles a transgredir las leyes. Un total de 200 seres hicieron un juramento en el monte Hermón, llamado también Sirión por los fenicios (nótese la similitud con el nombre de la estrella Sirio), entonces adoptaron diversas formas y se apropiaron de las mujeres, quienes concibieron gigantes.

El capítulo 86 de Enoc usa metonimia para mencionar que en su sueño, él vio como los ángeles caídos eran expulsados de la presencia del Señor. Así, compara a los demonios con estrellas, pues primero habla de la caída de Luzbel y después de eso menciona a los 200 que le sucedieron, y todos ellos se convirtieron en toros y procrearon seres de grandes dimensiones, divergentes al ganado. Para corroborar esto, también en Enoc 18 el narrador explica que vio estrellas encadenadas en el firmamento (figura de los Vigilantes), debido a que airaron a Dios por enseñarles cosas a los humanos como las artes oscuras y la magia, la forma de abortar, adoración a otros demonios, etc.; por tanto se menciona que perecerán por haber transgredido los lineamientos y por haber inspirado en el humano conocimientos para destruir o matar.

Con lo anterior, no es de extrañar que la virgen del Carmen esté relacionada con un lucero, pues este es un elemento con el que a veces se asimila a un ente maligno, como en casos de rituales oscuros o bien, en la astrología (la lectura y la posición astral, por mencionar dos casos), incluso el astro bien puede representar (en lenguaje figurado), a un demonio o Vigilante caído como en Enoc.

En suma, la virgen del Carmen no es otra que Isis, de lo contrario no habría demasiadas similitudes entre ambas figuras, pues la actual es resultado de adecuaciones. Lo mismo ocurre con las advocaciones en los países americanos, por mencionar un caso, pues la del Carmen fue implementada para sustituir deidades precolombinas similares a Asera, como Xochiquétzal.

 

Versículos clave  

En el Antiguo Testamento hay reiteradas menciones de Asera (posteriormente conocida como Isis). Por ejemplo, 1 Reyes 14:23 declara que la adoración a este ídolo era con las siguientes características:

  • “Porque ellos también se edificaron lugares altos, estatuas, e imágenes de Asera, en todo collado alto y debajo de todo árbol frondoso”.
  • A lo largo del Libro Sagrado se comprueba que Dios aborrece la imagen de Asera e incluso, 1 Reyes 16:33 describe que el rey Acab enfureció a Jehová:
  • “Hizo también Acab una imagen de Asera, haciendo así Acab más que todos los reyes de Israel que reinaron antes que él, para provocar la ira de Jehová Dios de Israel”.

De hecho en el monte Carmelo, de acuerdo a 1 Reyes capítulo 18, el profeta Elías convocó a todo Israel y a los 450 profetas de Baal y a los 400 profetas de Asera. Ambos bandos montaron un sacrificio y los profetas de Baal y Asera clamaron pero no recibieron fuego del cielo, mientras que Elías rogó a Dios y descendió fuego; por lo que el profeta degolló a los magos de ambas entes.

Y si existiera alguna duda sobre la identidad de la virgen del Carmen como María, Lucas 1:38 muestra que cuando el arcángel Gabriel dio la buena nueva del nacimiento de Jesús, María se refiere a sí misma como sierva del Señor, no diosa ni intercesora como las apariciones lo hacen:

  • “Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia”.

Incluso, María no conservó su estado de virginidad, pues después de que concibió a Jesús, ella y José tuvieron relaciones matinales (Mateo 1:25) e incluso la carta de Santiago en el Nuevo Testamento, fue escrita por uno de los hermanos terrenales de Jesús.

Resta decir que ninguna estatuilla puede interceder por nosotros y nadie más que Jesús murió en la Cruz por la humanidad.

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Cambio - ¿La Biblia habla de la advocación del Carmen?