La Reforma continúa

Las cinco solas que esgrimió Lutero bajo la égida del Espíritu Santo siguen tan vigentes como hace 502 años.

    20 DE OCTUBRE DE 2019 · 08:00

    Las cinco Solas de la Reforma protestante / PD, Marina Acuña,Las cinco Solas de la Reforma protestante
    Las cinco Solas de la Reforma protestante / PD, Marina Acuña

    502 años después que los reformadores, con Martín Lutero a la cabeza, recibieran e impartieran el vino nuevo entre los cristianos confundidos y atrapados por las ligaduras de una religión que nació torcida y que se fue corrompiendo a lo largo de los siglos, los postulados que erigió el inicio del más grande avivamiento de la Iglesia todavía están en vigencia, porque su fuente es la Sagrada Escritura misma, la cual «aunque pasen cielo y tierra esta jamás pasará».

    Las cinco solas que esgrimió Lutero bajo la égida del Espíritu Santo siguen tan vigentes como hace 502 años. El vino del Señor siempre seguirá siendo nuevo y siempre seguirá embriagando del Espíritu a quienes lo beban de corazón en cada generación. La Sola Gracia, Sola Fe, Solo Cristo, Solo la Escritura y Solo a Dios sea la Gloria; fueron y son la base de la Reforma, y de toda la revelación divina.

     

    ¿Qué y quienes fueron reformados?

    Aceptar que el imperio religioso romano, hoy conocido como Estado Vaticano, era la iglesia de Cristo es el primer gran error histórico y escritural. Lo que Lutero protestó públicamente fueron los abusos de una institución que secuestró a la verdadera Iglesia de Cristo desde el siglo IV, la religión que persiguió a los apóstoles y los profetas del Señor que se erigió de manera avasallante como la única portadora de la salvación de Jesús haciéndoselo creer a la humanidad desde Constantino hasta Francisco.

    La inmensa mayoría de los reformadores eran clérigos de las diferentes órdenes católicas, fueron gente formada bajo el fuero y los dogmas vaticanos, no precisamente por la Biblia; es así como el Espíritu Santo despierta a Lutero y a muchos otros dentro de la religión de Roma y es desde allí que trae la Reforma. Entonces, la protesta pública que originó la Reforma vino desde dentro de la religión católica, puesto que la verdadera Iglesia de Cristo -la de siempre, la que no se contaminó con el sincretismo pagano de Constantino-, seguía el camino trazado por el Espíritu en medio de persecuciones, torturas y muerte.

     

    La Iglesia fortalecida tras la Reforma

    Todo ese contingente de hombres y mujeres que nacieron de nuevo en Cristo gracias al movimiento reformista pasaron a engrosar las filas de la Iglesia del Señor que siempre ha sido y estado, la fiel descendiente de Jesús y sus apóstoles, la que siempre ha guardado la Biblia como ÚNICA norma de fe y conducta. La Iglesia salió fortalecida y desde el siglo XVI hasta la fecha sigue creciendo y avivándose ante la proximidad de la venida de Cristo por ella. La que había sido perseguida y disminuida por el peso de la religión vaticana, comenzó a reforzarse y crecer.

     

    Rompimiento con el Estado

    La Reforma logró la separación entre los integrantes del catolicismo que salieron de ella convertidos al verdadero Evangelio de Cristo de los reinos/monarquías y gobiernos), pero en realidad Roma siguió manteniendo su poder hegemónico sobre los reinos que profesaban esa religión y en tiempos modernos sobre los gobiernos democráticamente electos y aun los dictatoriales, sobre quienes la jerarquía católica ha ejercido solapadamente su influencia; siendo su principal brazo ejecutor la facción del Opus Dei, esa suerte de secta secreta omnímoda e infiltrada en estructuras de gobierno y alto liderazgo de los países. Facción encargada de la solapada persecución a los hijos de la Reforma.

    A eso se debe el paupérrimo estado espiritual de naciones y continentes enteros donde Roma cogobierna esos países, tras bastidores. Para muestra tenemos a Latinoamérica sumida en la indigencia espiritual y plagada de idolatría, cuando no por las imágenes que Roma erigió e impuso, es por las que las religiones ancestrales y afroamericanas introdujeron encubiertamente durante la Colonia, adoptando las imágenes del catolicismo para ocultar sus deidades dentro de las mismas, todo esto ante el silencio cómplice del clero romano; pero eso está cambiando desde hace algunas décadas porque la luz del Evangelio está disipando las tinieblas de la idolatría católica/ancestral/afrodescendiente.

    Desde que Dios ratificó a través de Martín Lutero y los reformadores y que el apóstol Juan había escrito 14 siglos antes: «¡Salgan de ella, pueblo mío, para que no sean cómplices de sus pecados!» (Apocalipsis 18:3-8), millones han salido convirtiéndose a Jesucristo de manera genuina, tal y como lo indica la Biblia. Y todavía faltan millones más por salir. Millones más serán reformados de mente y corazón y abrirán los ojos al entendimiento de lo que revela la Sagrada Escritura; esa que Roma tanto ha perseguido desde Lutero, pero jamás ha podido frenar, ni lo hará.

     

    Los reformados deben transformarse

    A pesar del cada día más creciente éxodo de católicos que se vienen reformando y convirtiendo a Cristo, es necesario que sean “transformados por medio de la renovación de su mente” cargada de tradición religiosa aun después de conocer al Señor, lo que les impide un desarrollo espiritual pleno y retrasa el propósito de Dios en sus vidas.

    De eso nos ocuparemos la próxima semana, con la venia del Señor.

    Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - La Reforma continúa

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