Barrabás, liberado por el Libertador

Un diálogo (ficticio) con Barrabás.

28 DE MARZO DE 2021 · 08:00

Barrabás en La Pasión de Cristo,Barrabás en La Pasión de Cristo
Barrabás en La Pasión de Cristo

Terminado el día de reposo decidí regresar a mi casa y jamás pensé conseguirme a aquel personaje que para ese día ya había alcanzado más notoriedad que la que tenía entre los habitantes de Judea, si bien ya se hablaba de él debido al levantamiento en armas e intento de sedición que encabezó en Jerusalén, ahora estaba calmado y pensativo en aquella posada a las afueras de la Ciudad de David.

Sí, era el mismo Barrabás quien sentado en aquel fresco patio de la casa, almorzaba bajo un frondoso olivo. Nuestras miradas se cruzaron un par de veces, y confieso que no parecía aquel hombre violento y vengativo que horas antes estuvo a punto de morir crucificado y que fue salvado por una extraña decisión popular.

Dado su calmado y amigable estado me llené de osadía y decidí acercarme y extenderle mi diestra en señal de amistad, mientras todavía disfrutaba de su copa de vino.

— Shalom, ¿usted es...?

— Soy Yeshua. Yeshua Barrabás

— Me llamo Yohannan, de Betania. ¿Puedo sentarme?

— Seguro, ya había terminado de comer.

Al principio me costó entablar conversación con él, pero como dije estaba muy apacible, tanto, que él mismo inició el diálogo.

— ¿Eres de Betania, me dijiste?

— Sí, sí; y voy camino de regreso tras la Pascua.

— Tengo muchos amigos y partidarios de la causa libertaria en Betania. De hecho, conozco a Lázaro, aquel famoso hombre a quien el Galileo levantó de los muertos con cuatro días de fallecido.

— Si, fue increíble, estaba en mi casa y el bullicio de la gente me hizo ir corriendo hasta el sepulcro y ahí lo vi, todavía le estaban quitando los lienzos.

¿Sabe?, si no lo hubiera visto con mis ojos no lo hubiera creído. Son asombrosas las cosas que se cuentan que hizo el tal Yashuah de Nazaret, pero...

— Desde que él cruzó su mirada conmigo frente a Pilatos quedé conmovido, me miró sin odio ni reproche; es más, no le causó ninguna sorpresa la decisión de la gente que pedía mi liberación, estaba resignado, como si se lo esperara.

De hecho, cuando planeábamos la revuelta contra el imperio romano llegamos a pensar que él sería nuestro aliado, debido a que un par de veces fui a escucharlo y me impactaron sus palabras; sonaba como un hombre que quería la libertad del pueblo, pero entendí que, de una manera diferente a la nuestra, y supe que no estaría de acuerdo con nosotros los zelotes.

Luego, cuando fuimos arrestados tras el hecho violento donde tuvimos que matar a algunos soldados romanos, estando en la cárcel con los otros dos que serían crucificados junto conmigo, me enteré que el tal Judas Iscariote le había vendido, y te confieso que me extrañó e indignó.

— Si, eso fue vox populi en toda Jerusalén, el hecho de la traición y entrega de Yashuah, lo extraño es que lo entregara a los sacerdotes y estos a Pilatos para ser juzgado.

— Exactamente. Pero mayor fue mi sorpresa cuando me llamaron a la presencia de Pilatos delante de todos, incluidos los sacerdotes. Cuando supe que era por causa de la tradición de indultar a un preso durante la Pascua quedé más sorprendido. Justo cuando Pilatos preguntó: —«¿A quién quieren que les suelte: a Barrabás, o a Yashuah, al que llaman el Mesías?»; en mis adentros me decía: “olvídalo Barrabás, preferirán al nazareno, es más popular que tú y le deben muchos favores”.

— Yo no estuve en ese momento, estaba en los alrededores del Templo, pero el tumulto me atrajo cuando ya él iba camino al monte de la Calavera con el madero a cuestas y la gente alborotada le gritaba, unos maldiciéndole y burlándose de él y otros llorando y queriéndole tocar y librarlo de los soldados romanos.

Cuando pregunté lo que había pasado un anciano que estuvo durante todo el proceso me contó que te habían elegido a ti para ser liberado. ¡Qué suerte la tuya!

— ¿Suerte?, de ninguna manera, no tenía ninguna probabilidad de ser indultado y menos cuando la decisión la dejó Pilatos en manos del pueblo. Aunque me cueste decirlo, es la verdad: Adonai tuvo que ver en esa decisión, no me cabe la menor duda, pero ¿por qué permitir que su profeta muriera siendo inocente?, es algo que junto con su tierna mirada todavía me taladra el alma.

No te voy a ocultar que me merecía más la crucifixión que él, sin embargo, el pueblo, su propio pueblo, el beneficiado con tantos favores y bendiciones se haya portado igual o peor que el propio Iscariote; porque ambos lo vendieron y lo entregaron a la muerte. ¡Todavía hoy, a tres días de ese hecho no salgo de mi asombro!

— ¿Por eso estás aquí solo?, un hombre tan conocido y valiente como tú, por eso me causó extrañeza y me acerqué.

— A decir verdad, este Barrabás que ves hoy es diferente al de hace unos días. ¡Esa mirada!, esa mirada de Yashuah me ha impactado, todavía estoy aturdido. Otro me miraría con odio y diría muchas cosas para defenderse, pero él no, nunca he visto ni veré a nadie que viviera de esa manera lo que predicaba; él no puso solo la otra mejilla, puso su vida inocente que estaba en manos de un pueblo insensato que le debía mucho a él...

— Cierto, a veces los pueblos reaccionan de mala e injusta manera.

— Luego de lo acontecido frente a Pilatos y ellos, he reflexionado si vale la pena arriesgar mi vida y familia por luchar en favor del pueblo, que, aunque le debo mi libertad, no dudarán mañana en traicionarme como lo hicieron con el nazareno.

¡Qué ironía la del pueblo -Johannan-, el escoger a un guerrero libertador y librarle de la muerte, mientras condena a muerte a un inocente y pacífico libertador espiritual!

— Entonces ¿aquellos dos que compartían la prisión contigo fueron los dos crucificados junto con Yashuah?

— Así es. Pilatos pudo haber llamado a uno de los dos en vez de a mi, creo que me escogió como para darle la oportunidad al nazareno de escapar de la muerte, pues pensó que en comparación conmigo lo escogerían a él; y eso fue lo que yo también pensé. Pilatos y yo nos equivocamos ante la decisión del pueblo.

— Bien, debo seguir mi camino a Betania para llegar antes de que oscurezca. Fue un gusto haberte conocido, Barrabás.

— El gusto fue mío Yohannan, cuando vaya a Betania paso a saludarte. Shalom.

— Shalom.

— ¡Barrabás! -gritó un hombre que venía corriendo desde Jerusalén. ¿Sabes lo que están diciendo en la ciudad? Que se robaron el cuerpo del nazareno, pero sus seguidores afirman regocijados que ha resucitado como lo había prometido...

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - Barrabás, liberado por el Libertador