El ejemplo de Josafat

La materia judicial tuvo una destacada posición en su reinado, porque entendía que sin justicia no hay paz ni buena gobernanza.

17 DE OCTUBRE DE 2021 · 08:00

Tingey Injury Law, Unsplash,justicia
Tingey Injury Law, Unsplash

Josafat quien reinó en Judá entre el 870 y 848 a.C., sucediendo a su padre Asa; está catalogado política y espiritualmente como un buen rey, debido a sus estrategias de gobierno, conquistas y su temor al Señor. Entre sus principales logros resaltados en el 2º Segundo libro de Crónicas, en los capítulos 17 al 20 de la Biblia, destacan los siguientes.

El inicio de una época de amistad entre Israel y Judá que no habían cesado de pelear entre sí desde la muerte de Salomón. Conquistó Edom, fortificó ciudades, colocó tropas en las ciudades efrateas que su padre había conquistado, dándole respeto entre todas sus naciones vecinas que le traían tributos y obsequios de paz. Formó un gran ejército con el que derrotó a una coalición moabita, amonita y edomita, gracias al favor de Dios.

Entre los logros más importantes de Josafat están que se ocupó de que se instruyera al pueblo en la Ley del Señor, y envió levitas y sacerdotes a los campos para impartirla. También el haber mejorado el sistema de justicia, pues estableció jueces en todas las ciudades fortificadas de Judá y una corte de apelación en Jerusalén (1 Reyes 22:1–50; 2 Reyes 3:1–27). De estos dos detalles ejemplarizantes tenemos mucho que aprender hoy, en especial aquellos que se dedican a la política y las funciones públicas.

Detalla la Biblia (2 Crónicas 19:1-4): «Josafat, rey de Judá, volvió en paz a su casa en Jerusalén. Pero el vidente Jehú hijo de Hanani le salió al encuentro y dijo al rey Josafat: —¿Das ayuda al impío y amas a los que aborrecen al SEÑOR? Por esto, la ira del SEÑOR será contra ti. Sin embargo, se han hallado en ti cosas buenas, porque has eliminado del país los árboles rituales de Asera y has dispuesto tu corazón para buscar a Dios. Josafat habitaba en Jerusalén, pero volvió a salir entre el pueblo desde Beerseba hasta la región montañosa de Efraín, y los hacía volver al SEÑOR, Dios de sus padres».

No estamos hablando para nada de un rey perfecto, pero entre todos sus errores tuvo actuaciones que agradaron a Dios y es ejemplo para los gobernantes actuales, como es el de acabar con la idolatría, hacer volver al pueblo a Dios y buscar la dirección del Señor para sus ejecutorias, las cuales acompañó de alabanza y adoración al Altísimo. Todo eso mueve la mano y el favor de Dios para tener éxito en todos los aspectos gubernamentales, porque como dijo el profeta Samuel: «Dios honra a los que le honran».

«También estableció jueces en la tierra, de ciudad en ciudad, en todas las ciudades fortificadas de Judá. Y dijo a los jueces: “Miren lo que hacen, porque no juzgan en lugar del hombre, sino en lugar del SEÑOR, quien estará con ustedes en materia de juicio. Ahora pues, que el temor del SEÑOR esté en ustedes. Actúen cuidadosamente, porque con el SEÑOR nuestro Dios no hay maldad ni distinción de personas ni aceptación de soborno”» (2 Crónicas 19:5-7).

La materia judicial tuvo una destacada posición en su reinado, porque entendía que sin justicia no hay paz ni buena gobernanza. ¿Qué sucedería con nuestra sociedad hoy si los gobernantes les hablaran a los jueces como Josafat lo hizo? Porque en realidad ‘juzgan en lugar de Dios’, y en sus manos está el defender una buena causa como el destruir la vida de personas y naciones enteras. Si ‘el temor del Señor está en los jueces’ con seguridad que la justicia sería imparcial, y la paz y la equidad reinarían en las naciones.

Sin duda alguna que el rey Josafat (que significa: ‘Yahweh ha juzgado’) es un gran ejemplo a seguir por los jueces, gobernantes y militares modernos; ejemplo que descansa principalmente sobre el temor a Dios -«que es el principio de la sabiduría» (Proverbios 1:7)- gobernar para todos y la aplicación de justicia imparcial y sin soborno alguno.

Y es precisamente el soborno en las ejecutorias gubernamentales y judiciales lo que corrompe y destruye a la sociedad. Ponerle precio a sus cabezas y decisiones es el más bajo acto de corrupción que puede hombre alguno cometer influido por el mismo diablo. Cuando alguien le pone precio a su cabeza, inmediatamente pierde su valor ante los hombres y es desechado por el Señor, a menos que vuelva a Dios en arrepentimiento.

Estudiar la vida de Josafat nos da una mejor perspectiva de lo que significa manejarse teniendo en cuenta la voluntad de Dios; sean gobernantes, jueces, militares, legisladores, líderes u hombres particulares. Si siguieran el ejemplo de Josafat el mundo no estaría tan degradado moral y espiritualmente como lo está en la actualidad, viviendo de espaldas a Dios como si jamás se verán cara a cara con el Señor, Juez del universo.

«Porque está escrito: ‘Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios. De manera que cada uno de nosotros rendirá cuenta a Dios de sí mismo’» (Romanos 14:11-12).

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - El ejemplo de Josafat