El proceso de transformación

Cuando Dios quiere un champiñón, le toma 6 horas; cuando quiere un roble, 60 años.

12 DE NOVIEMBRE DE 2023 · 08:00

Mike Holford, Unsplash,árbol roble
Mike Holford, Unsplash

Cuando Dios te ayuda a crecer espiritualmente, Él no lo hace por arte de magia. Lo hace progresivamente. Dios entiende que no puedes cambiar de la noche a la mañana, el crecimiento espiritual es un proceso (no es instantáneo) y no funciona como un programa, requiere de paciencia, sometimiento al Señor y negarse a uno mismo cada día; pero de que Dios lo hará, lo hará, siempre y cuando se lo permitamos. «Estoy persuadido de que el que comenzó en ustedes la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo» (Filipenses 1:6).

Cuando conocemos a Jesucristo como nuestro Salvador, es necesario dejarlo también ser nuestro Señor, que por medio del Espíritu Santo tenga el control de nuestra vida para que la obra de transformación en nosotros vaya dándose gradualmente hasta que alcancemos la perfección «el día de Jesucristo».

Muchos piensan que recibir a Cristo es suficiente para ser transformados, la verdad es que recibimos perdón y salvación, pero apenas comienza el proceso de nuestra transformación. Al ser salvos, nuestro espíritu nace de nuevo; sin embargo, nuestra alma (compuesta de mente, corazón y voluntad) debe ser moldeada a la voluntad de Dios. El carácter y los cambios son progresivos, así como toda la revelación de Dios es progresiva, tanto personal como colectivamente.

Conviene que recordemos cómo actúa el pecado en nosotros para que podamos entender mejor el proceso de revertirlo. La epístola de Santiago (1:12-15), dice: «Dichoso el que hace frente a la tentación; porque, pasada la prueba, se hace acreedor a la corona de vida, la cual Dios ha prometido dar a quienes lo aman. Cuando alguien sea tentado, no diga que ha sido tentado por Dios, porque Dios no tienta a nadie, ni tampoco el mal puede tentar a Dios. Al contrario, cada uno es tentado cuando se deja llevar y seducir por sus propios malos deseos. El fruto de estos malos deseos, una vez concebidos, es el pecado; y el fruto del pecado, una vez cometido, es la muerte». Le explicamos:

El pecado también guarda un proceso, no se da instantáneo, aunque parezca. La tentación proviene del tentador, Satanás, jamás de parte de Dios como muchos creen, porque el Señor es santo no tienta al mal ni el mal puede tentarle a Él. Somos tentados o seducidos por nuestros malos deseos o concupiscencia, al concebir en nosotros se produce el pecado y una vez cedemos y cometemos el pecado, entonces morimos espiritualmente, porque como dice Romanos 6:23, «la paga del pecado es la muerte».

Ninguno nace pecando, aprendemos a pecar cuando somos tentados en nuestro proceso de crecimiento físico e intelectual y decidimos practicar determinados pecados. Ahora, una vez conocemos a Cristo el proceso se invierte: somos perdonados de nuestros pecados gracias a la sangre del Señor, liberados del dominio que Satanás ejercía sobre nosotros por causa de la desobediencia a Dios y comienza el proceso de transformación de nuestro ser interior o alma.

De manera que, así como el pecado lleva su proceso, nuestro cambio también lo llevará. No nos desesperemos, más bien cooperemos con el Espíritu Santo en nuestra transformación.

La liberación en Cristo es instantánea, pero el proceso regenerativo es largo; por lo que debemos ser constantes, consecuentes y pacientes. Eso fue lo que el Señor les dio a entender «a los judíos que habían creído en él: «Si ustedes permanecen en mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres» (Juan 8:31-32).

Lo primero aquí es permanecer obedeciendo su Palabra plasmada en la Biblia, esa Palabra que nos produjo la fe y salvación, además de hacernos verdaderos discípulos de Cristo y no sólo cristianos nominales o del montón; mientras más perseveremos en cumplir las Sagradas Escrituras que es la Verdad, mayor libertad tendremos.

Fuimos libres de Satanás y de las ataduras del pecado inmediatamente recibimos a Jesucristo, pero ahora el proceso obliga a seguir creciendo en su Palabra, pues mientras más áreas de nuestra alma sean iluminadas mediante la Biblia más libres seremos del pecado y las estructuras mentales que se levantan en nosotros, llevándonos a cultivar nuestro ego y sus obras: egoísmo, soberbia, orgullo y altivez; a las que Dios resiste y mira de lejos.

Sin humildad y paciencia no avanzaremos en el proceso de santificación y verdadera libertad en Cristo. El verbo ‘conocer’ presente en Juan 8:32 significa ‘un conocimiento que inicia, tiene su desarrollo para llevarnos a alcanzar el fin para el cual se nos reveló’. Lo que es igual a que no podemos conocer a Jesús que es la Verdad sin seguir creciendo en ese conocimiento para poder alcanzar el propósito para el que Dios nos llamó a su camino.

Veamos este ejemplo: Cuando Dios quiere un champiñón, le toma seis horas, pero cuando quiere un roble, le toma 60 años. El champiñón, así como crece rápidamente también se marchita y muere rápidamente, es de corta vida y de muy poco provecho; sin embargo, un roble es muy útil para albergar animales, para dar sombra y es una de las mejores maderas del mundo; su utilidad es por muchísimos años. La pregunta que cabe aquí es: ¿quieres ser un champiñón o un roble? Según lo que desees ser y la manera como quieres que Dios te use y coseches de Él bendiciones será el proceso divino en tu vida. Te aseguro que el Señor quiere que seas un gran y frondoso roble.

El Señor quiere que seas más fuerte emocional, física, espiritual, psicológica y financieramente, pero tienes que quererlo y dejar que el proceso del Espíritu Santo avance en ti. Permitamos a Dios hacer su trabajo en nosotros, sin importar cuánto tarde.

Para ello es importante tener metas claras en Cristo: ¿Cómo quieres que Dios trabaje en tu vida en lo sucesivo? ¿Cuáles son tus metas espirituales para los próximos meses y años? Ora y pídele que te ayude a confiar, mientras Él trabaja para cumplir su propósito en ti en su tiempo.

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - El proceso de transformación