Los discípulos impulsan el Reino
El impulso que le demos al Reino implica asumir un fiel compromiso con el Señor y su obra.
19 DE NOVIEMBRE DE 2023 · 08:00

El Nuevo Testamento nos enseña que apenas nos convertimos al Señor, ya Dios «en Cristo nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales»; a partir de ahí se espera que sus discípulos den todo, hasta su propia vida si fuera necesario por Cristo y el establecimiento de su Reino, y no esperar como los demás humanos a que se les dé todo, como las dádivas a las que los gobiernos populistas han acostumbrado a su pueblo.
El Señor recomienda: «Den, y se les dará una medida buena, incluso apretada, remecida y desbordante. Porque con la misma medida con que ustedes midan, serán medidos» (Lucas 6:38); este pasaje en el contexto que está denota dar en todo sentido, no sólo lo material, lo cual asegura una porcentual retribución divina.
Quien entiende esta gran verdad se convierte en un permanente dador, porque sabe que «más bienaventurado es dar que recibir», ya que la rueda de la bendición se detiene en quien recibe, mientras que quien da la activa a su favor y en favor de los demás.
Impulsar el Reino implica un triple compromiso de darle a Dios, en lo financiero, en nuestro servicio y en favor del rescate de las almas (evangelismo y discipulado); porque no se puede ser un genuino discípulo del Señor si no se impulsa su Reino.
Cuando impulsamos significa que hacemos que una cosa o persona se ponga en movimiento en una dirección y si lo está le imprimimos más velocidad aplicándole fuerza y empeño. En el caso del Reino, siempre está en movimiento porque detrás de este está Dios mismo; sin embargo, el Señor nos usa para darle impulso a su Reino de manera que se alcance el propósito que en su voluntad Él ha establecido desde antes de la fundación del mundo.
Dios une el propósito personal de cada hijo suyo para alcanzar el propósito general, tal y como se arma un rompecabezas. El impulso que cada quien le da al Reino implica asumir un fiel compromiso con el Señor y su obra.
¿Qué es el compromiso en la Biblia? Cuando decimos que nos comprometemos en algo, es porque estamos decididos a hacer las cosas bien, pues lo estamos haciendo para el Señor. El compromiso hace referencia a un tipo de obligación o acuerdo que tiene un ser humano con otros o con Dios ante un hecho o situación, en nuestro caso: el avance del Reino.
Entonces, un compromiso es una obligación que debe cumplir la persona que lo tiene o lo tomó. El compromiso sin la acción es una utopía, por lo que debemos mantenernos en permanente y fiel avance en la obra de Dios, de manera que seamos impulsores comprometidos con el establecimiento del Reino de Dios en nuestra generación.
Como lo vimos en Lucas 6:38, estamos llamados a dar todo lo que está al alcance de nuestra mano, de todo aquello que Dios nos permita administrar como buenos mayordomos, no sólo dinero y bienes materiales, sino tiempo, servicio, talentos, dones espirituales y ministeriales, entre otros.
En una oportunidad le preguntaron al Señor: «“Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?”. Jesús le respondió: “‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente’. Este es el primero y más importante mandamiento. Y el segundo es semejante al primero: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas”» (Mateo 22:36-40). Ese es el punto de inicio de todo discípulo del Señor, que amamos y adoramos al Padre con todo lo que somos y tenemos, a la misma vez que amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Nosotros damos, invertimos y nos comprometemos con aquello que amamos genuinamente. Si en verdad amamos al Padre, velaremos, impulsaremos y nos comprometeremos a dar y darnos por Él y su Reino. De igual manera lo haremos por nuestro prójimo, sea creyente o no, forme parte de nuestra comunidad de fe o de cualquier otra; pero de manera especial, nos daremos de todo corazón por los discípulos que el Señor ponga a nuestro cuidado. Siempre y cuando seamos nosotros discípulos y no simples creyentes que actúan como espectadores.
Pablo nos recuerda que «el amor de Cristo nos lleva a actuar así, al pensar que si uno murió por todos, entonces todos murieron; y él murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos» (2ª Corintios 5:14-15). Si entendemos este pasaje bíblico y su contexto, comprenderemos que no es de libre elección el seguir y servir al Señor y su Reino, se supone que los discípulos de Cristo «ya no viven para ellos, sino para Jesús»; razón por la cual es nuestro ineludible deber impulsar su Reino a través de un fiel compromiso.
El cristianismo tiene casi 2.000 años gracias al impulso y compromiso de aquellos a quienes el Señor llamó para servirle y seguirle a lo largo de la historia. Impulsar el Reino implica un fiel compromiso, que se manifiesta en tres grandes áreas dentro de la obra de Dios: Compromiso financiero, compromiso de servicio y compromiso con las almas (evangelístico y discipular).
La próxima semana, mediante el Señor, veremos cada una de estas áreas del compromiso impulsador del Reino.
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