Conociendo los espíritus

No debemos creer a todo espíritu, al contrario, se nos ordena probar si son de Dios.

    25 DE FEBRERO DE 2024 · 08:00

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    El mundo espiritual es infinito y eterno, mientras que el físico es finito y perecedero. El espiritual rige el mundo físico. Lo que se ve fue hecho de lo que no se veía, pero existe desde la eternidad.

    Los principios divinos son inviolables en el mundo espiritual, al extremo de que cosecharemos lo que hayamos sembrado, porque nuestras intenciones, pensamientos, sentimientos y acciones son influidos directamente por el mundo espiritual, sea bueno o malo.

    Es la voluntad de Dios que usted y yo conozcamos los espíritus que rigen ese mundo invisible para que nos apercibamos y guardemos nuestra alma obedeciendo fielmente la voluntad de Dios en Cristo Jesús.

    La Palabra de Dios expresa en 1ª Juan 4:1-6 una reveladora enseñanza: «Amados, no crean a todo espíritu, sino pongan a prueba los espíritus, para ver si son de Dios. Porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. Pero esta es la mejor manera de reconocer el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios. Este es el espíritu del anticristo, el cual ustedes han oído que viene, y que ya está en el mundo. Hijitos, ustedes son de Dios, y han vencido a esos falsos profetas, porque mayor es el que está en ustedes que el que está en el mundo. Ellos son del mundo. Por eso hablan del mundo, y el mundo los oye. Nosotros somos de Dios. El que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. Por esto sabemos cuál es el espíritu de la verdad, y cuál es el espíritu del error»,

    De este pasaje bíblico se desprenden varios asuntos que todos, cristianos y no cristianos, debemos tener muy en cuenta.

    Hay dos clases de espíritus: los angelicales, que pertenecen y sirven a Dios en su reino eterno de vida y luz; y los ángeles caídos, que fueron seducidos y engañados por el arcángel Luzbel para que le rindieran adoración, quienes junto a él fueron echados del cielo; y de ser seres espirituales hermosísimos, pasaron a ser horrendos tras haberse rebelado y pecado en el cielo.

    Por estas y muchas otras razones es que no debemos creer a todo espíritu, al contrario, se nos manda y autoriza a probar si son de Dios.

    Los espíritus malos o caídos producen error, confusión, engaño, incitan a pecar y generan muerte en la humanidad; además de que se disfrazan para engañar, «y esto no debe sorprendernos, porque hasta Satanás mismo se disfraza de ángel de luz» (2ª Corintios 11:14).

    La manera fundamental someter a prueba los espíritus es si confiesan que Jesucristo vino en carne, puesto que toda la revelación bíblica gira en torno a Cristo, además que fue quien venció en la cruz a Satanás y a los espíritus que están a su servicio, y al final de los tiempos los echará en el lago de fuego eterno, pues ya han sido juzgados y condenados.

    Juan nos revela que el espíritu del anticristo es el que rige y regirá en los sistemas del mundo, sean de izquierda o derecha, hasta que venga el tiempo de la gran tribulación apocalíptica cuando sea entronizado el anticristo, el hijo del diablo que lo posee el espíritu de maldad que opera ya en el mundo; en total imitación de Jesucristo como Hijo de Dios y de su Santo Espíritu que rige y regirá en y a través de los hijos de Dios, por eso se conoce también al Espíritu Santo como el ‘Espíritu de Cristo’.

    Por esta razón es que quien pertenece a Dios y tiene el Espíritu de verdad nos oye, pero el que tiene el espíritu de error sigue el sistema mundano regido por el espíritu del anticristo.

    A eso se debe que el apóstol Pablo nos advirtiera: «Pero aun si nosotros mismos o un ángel del cielo les anunciara un evangelio diferente del que les hemos anunciado, sea anatema [maldito]. Como ya lo hemos dicho, ahora mismo vuelvo a decir: Si alguien les está anunciando un evangelio contrario al que recibieron, sea anatema» (Gálatas 1:8-9).

    Antes de la caída sólo regía el reino espiritual de Dios, pero luego de la rebelión y caída de Luzbel nació el reino de las tinieblas fuera del tercer cielo donde está el trono de Dios. Satanás y sus ángeles caídos (a excepción de los que están encadenados en prisiones de oscuridad), así como los demonios, rigen desde el segundo cielo o el cielo espiritual.

    Luego de la creación, al Adán y Eva ser tentados y engañados por Satanás cayeron en pecado y le entregaron la autoridad terrenal que habían recibido de Dios al reino de las tinieblas y de la muerte gobernado por el tentador. A partir de ese momento hay dos reinos en conflicto.

    Entonces, desde ese momento hay dos reinos operando: el Reino de Dios (desde el tercer cielo) y el reino de las tinieblas (en el segundo cielo). El hombre fue creado para vivir en el Reino de Dios y tener comunión con el Señor, pero al pecar en el Edén, cayó al reino de las tinieblas.

    Desde allí se inició una guerra: Dios para librar al hombre, contra Satanás para atarle y destruirle. Dios para redimir al hombre contra Satanás para condenarle junto con él por la eternidad. Para eso vino Cristo al mundo: «Para buscar y salvar lo que se había perdido»; y para eso está el Espíritu Santo en la Iglesia: para llenarla de poder y unción para resistir        y destruir las obras del diablo.

    Por lo tanto, si vivimos en santidad, en obediencia a la Palabra de Dios contenida en la Biblia, tenemos la victoria asegurada. Si pecamos voluntariamente somos presa fácil del diablo. Querámoslo o no, estamos en medio de una permanente batalla por nuestra alma y somos nosotros los llamados a pelearla, porque es nuestra voluntad la que decide nuestro destino eterno.

     

    (La próxima semana, Dios mediante, hablaremos más acerca de ambos reinos espirituales y del campo de batalla donde a diario libramos nuestras batallas)

    Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - Conociendo los espíritus

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