No nos podemos ‘lavar las manos’

Si nos “lavarnos las manos” ante los males globales estamos siendo hipócritas y malos cristianos, y seremos reprobados por el Señor.

31 DE MARZO DE 2024 · 08:00

,Poncio Pilato, lavarse las manos

Uno de los hechos más llamativos que sucedieron en la Pascua donde fue sacrificado el Cordero de Dios a manos una casta religiosa malvada y un gobernante pusilánime a quien importaba más complacer a la jerarquía religiosa del momento que hacer justicia a un reo inocente, llevado ante él bajo trampas y engaños para ejecutarle de la manera más horrenda practicada por el imperio romano de aquel tiempo, fue el lavamiento de manos de Poncio Pilato.

Pilato intentó inútilmente evadir su culpa por el derramamiento de la sangre inocente de Jesús lavándose las manos delante del pueblo. Pero de este modo no se libraba de la responsabilidad por la muerte de Jesús, ya que él era quien tenía autoridad para dictar sentencia y no el vociferante grupo de judíos presentes delante de su estrado.

«Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros. Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos» (Mateo 27:24-25).

El evangelio de Mateo nos muestra una doble condena. La de Pilato, que a pesar de lavarse las manos no se eximía de su culpabilidad y condena divina, y la de toda una nación representada por sus líderes religiosos quienes pusieron sobre sus hombros, y los de todas las subsiguientes generaciones hasta el día de hoy, la sangre de un inocente, y no de cualquier inocente, sino del Mesías de Israel, el hijo del Dios Altísimo.

Tal vez Poncio Pilato usó el artilugio de lavarse las manos porque conocía lo que el rey David escribió en el Salmo 26:6, «lavaré mis manos en inocencia e iré alrededor de tu altar, oh Señor»; en el sentido de tenerlas moralmente limpias para poder adorar delante del altar de Dios. Sólo que Pilato jamás podría ser inocente, puesto que en sus manos estaba el juzgar a Jesús y ponerlo en libertad ya que le sabía inocente, mientras que con su actitud hipócrita certificaba su culpa ante Dios y los hombres, por satisfacer las intenciones criminales de religiosos celosos y malvados; el gobernante sabía «que los principales sacerdotes lo habían entregado por envidia» (Marcos 15:10)

Otros que acostumbraban lavarse las manos antes de comer por tradición, mas no por exigencia divina, eran los escribas y fariseos del tiempo de Jesús; por esa causa criticaron el que los discípulos de Jesucristo violasen las tradiciones de los hombres de ‘otros tiempos’ al no lavarse las manos cuando iban a comer. No se trataba sólo de lavarse las manos normalmente por higiene, sino que era un ritual ceremonioso no exigido por Dios en la ley mosaica.

«—¿Por qué no andan tus discípulos de acuerdo con la tradición de los ancianos, sino que comen pan con las manos impuras?», le preguntaron a Jesús (Marcos 7:2-5; Mateo 15:2).

Esto le dio oportunidad al Señor de darles una magistral respuesta/enseñanza (Mateo 15:1-20). Esta costumbre se derivaba del Talmud Babilonio (Sotá 4b), que coloca al que come sin lavarse las manos al mismo nivel que el que tiene relaciones con una prostituta, y dice que el que tome a la ligera el acto de lavarse las manos será ‘desarraigado de este mundo’. Pero el Talmud, como muchos otros libros, son interpretaciones y tradiciones de hombres que jamás podrán estar por sobre la Biblia.

En vista de todo ello, debemos cuidarnos de que las intenciones de nuestro corazón estén alineadas a la Palabra de Dios; así como jamás debemos lavarnos las manos ante los hechos de injusticia que se cometen cada minuto en este mundo caído bajo la desgracia del pecado.

Por lo tanto:

No nos podemos lavar las manos ante las injusticias que se cometen en el mundo contra los inocentes. Estamos llamados a levantar nuestra voz en defensa del desvalido que está sufriendo a manos de hombres que sólo son diferentes por el cargo que ostentan o por la cuenta bancaria que poseen.

No nos podemos lavar las manos ante las abominables intenciones de la élite globalista y sus diabólicas intenciones inmorales al apoyar al perverso ‘lobby LGBTIQ+’, la legalización del asesinato de bebés en gestación y de los enfermos terminales, mentales, entre otros; a través de la imposición ‘legal’ de la eutanasia.

•  No nos podemos lavar las manos ante las falsas doctrinas y herejías que Dios abomina y que hoy se multiplican por causa de hombres disfrazados de piedad que manipulan las Sagradas Escrituras a su antojo en pro de validar su torcida mentalidad y su impío comportamiento.

•  No nos podemos lavar las manos ante las intenciones perversas de destruir la familia original imponiendo uniones inmorales y contra natura, que lo que pretenden es destruir la sociedad tal y como la estableció Dios, quien a fin de cuentas es nuestro Creador y el Santo Legislador.

•  No nos podemos lavar las manos ante quienes desean imponer una educación sexual a nuestra niñez, psicológica, sociológica y espiritualmente torcida y perversa, bajo subterfugios legales aprobados por hombres y mujeres a quienes el papel de padres les quedó grande y que se han convertido en una vergüenza para la humanidad.

•  No nos podemos lavar las manos ante regímenes dominados por la élite globalista perversa que busca terminar de imponer su controladora Agenda 2030 y su gobierno mundial único, que finalmente será asumido por un gobernante malévolo al que la Biblia llama ‘el anticristo’.

•  No nos podemos lavar las manos tampoco ante ninguna muestra de injusticia, inmoralidad, violencia, abuso, control, imposición política o legal, manipulación mediática y tecnológica; sino que debemos levantar nuestra voz de protesta acompañada de oración, ayuno y clamor al Único que puede ayudarnos a cambiar la realidad por Su Verdad plasmada en la Biblia.

La Iglesia está en la tierra con la misión de ser sal y luz en un mundo que avanza aceleradamente a su autodestrucción debido al libertinaje, práctica pecaminosa desenfrenada y todo género de inmoralidad protegido por leyes que van en contra de la soberana y eterna Ley de Dios.

Si nos lavamos las manos ante estos males globales no sólo estamos siendo unos hipócritas y malos cristianos, sino que seremos reprobados por el mismo Señor que nos limpió, sanó y salvó de nuestra vana manera de vivir y nos legó la responsabilidad de hacer lo mismo con nuestro prójimo.

Si nos lavamos las manos, seremos semejantes a Pilato, porque teniendo la posibilidad de ayudar a los inocentes los estaremos condenando a la muerte, por preferir oír a la muchedumbre de gente equivocada, en vez de actuar en justicia.

¿Es usted uno de esos que se lava las manos ante las injusticias que a diario se cometen contra los inocentes? Entonces llegó el día de que se arrepienta de ello, antes de que sea demasiado tarde y tenga usted que comparecer ante el Señor, no para recibir su galardón, sino la condenación eterna.

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - No nos podemos ‘lavar las manos’