Los caminos y pensamientos de Dios
Cada vez que Dios pronuncia una palabra, esta va y cumple a la perfección aquello para lo cual Él la envió.
07 DE ABRIL DE 2024 · 08:00

Toda la vida cristiana gira en torno a la Palabra de Dios contenida en la Biblia; las Sagradas Escrituras nos revelan el corazón del Padre celestial, mientras más busquemos del Señor y estudiemos su Palabra caminaremos de manera más exitosa por la vida. Todo lo que necesitamos saber acerca de la voluntad de Dios lo obtendremos de la Biblia, el Espíritu Santo la inspiró y la usa para guiarnos a toda la verdad.
En el capítulo 55 del libro del profeta Isaías, se nos habla de la abundante misericordia del Señor y su amor salvador para aquellos que decidan inclinar su oído hacia Él para obedecerle y vivir de acuerdo a su Palabra.
Leeremos algunos versículos para extraer la poderosa enseñanza que hay en este capítulo:
«Oh, todos los sedientos, ¡vengan a las aguas! Y los que no tienen dinero, ¡vengan, compren y coman! Vengan, compren sin dinero y sin precio vino y leche. ¿Por qué gastan el dinero en lo que no es pan, y su trabajo en lo que no satisface? Óiganme atentamente y coman del bien, y su alma se deleitará con manjares. Inclinen sus oídos y vengan a mí; escuchen, y vivirá su alma. Yo haré con ustedes un pacto eterno [el Nuevo Pacto por la sangre de Cristo], las fieles misericordias demostradas a David [Jesús es el hijo de David]. He aquí que yo lo he puesto como testigo a los pueblos, como jefe y comandante de los pueblos. He aquí, llamarás a naciones que no conocías, y naciones que no te conocían correrán hacia ti, por causa del SEÑOR tu Dios, el Santo de Israel, que te ha llenado de gloria.
¡Busquen al SEÑOR mientras puede ser hallado! ¡Llámenlo en tanto que está cercano! Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos. Vuélvase al SEÑOR, quien tendrá de él misericordia; y a nuestro Dios, quien será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son sus pensamientos ni sus caminos son mis caminos, dice el SEÑOR. Como son más altos los cielos que la tierra, así mis caminos son más altos que sus caminos, y mis pensamientos más altos que sus pensamientos» (énfasis añadido).
Dios deja que la decisión de venir a Él, oírle, buscarle y llamarle sea nuestra; Él está en la disposición de recibirnos, perdonarnos y salvarnos por la eternidad, pero eso está en nuestra voluntad. Debemos buscarle hoy mientras pueda ser hallado, antes de morir o antes de que Jesucristo venga a buscar a los suyos, lo cual puede ocurrir en cualquier momento, y entonces ya no habrá más oportunidad de salvación por medio de su gracia.
Vamos a profundizar un poco más en los versículos 8 y 9 de Isaías 55, donde Dios afirma que sus pensamientos y sus caminos no son como los nuestros, sino que son más altos como tan altos son los cielos de la tierra.
Sería absurdo pensar que podemos entender los misterios de Dios para con nosotros o la creación entera; así piensan y caminan los insensatos que hasta se atreven a cuestionar al Señor y hasta a negar su existencia.
Los pensamientos y los caminos de Dios son tan altos para nosotros los seres finitos creados por Él que jamás entenderemos más allá de lo que el Señor en su misericordia tenga a bien revelarnos de ese basto e infinito mundo espiritual del cual creó lo que usted y yo vemos, incluidos nosotros mismos.
Sigue diciendo el profeta Isaías en el verso 11: «así [de alta] será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié».
Cada vez que Dios pronuncia una palabra, esta va y cumple a la perfección aquello para lo cual Él la envió, así fue desde el principio, hasta que esta Palabra se hizo carne en Jesús y caminó entre nosotros enseñando los principios del Reino de Dios que antes de su venida eran incomprendidos por la humanidad. Los pensamientos de Dios fueron revelados por Jesucristo y su inexplicable plan de salvación cumplido en la cruz y resucitado al tercer día, para convertirse en el único Camino posible para el hombre poder llegar al Padre celestial.
Eso lo profetizó Isaías en la antigüedad, pero en el Nuevo Testamento el apóstol Pablo escribe en su 1ª carta a los Corintios, capítulos 2 y 3, estos pensamientos y caminos tan altos de Dios:
Él «nos los reveló por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las cosas profundas de Dios. Pues ¿quién de los hombres conoce las cosas profundas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así también, nadie ha conocido las cosas profundas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu de este mundo, sino el Espíritu que procede de Dios, para que conozcamos las cosas que Dios nos ha dado gratuitamente. De estas cosas estamos hablando, no con las palabras enseñadas por la sabiduría humana, sino con las enseñadas por el Espíritu, interpretando lo espiritual por medios espirituales. Pero el hombre natural no acepta las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura; y no las puede comprender, porque se han de discernir espiritualmente... Porque, ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién lo instruirá? Pero nosotros tenemos la mente de Cristo» (2:10-16).
«Nadie se engañe a sí mismo. Si alguno entre ustedes cree ser sabio en esta edad presente, hágase necio para llegar a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es locura delante de Dios, pues está escrito: Él prende a los sabios en la astucia de ellos» (3:18-19).
Está bastante claro, el mismo Espíritu Santo que inspiró la Palabra de Dios, porque conoce los profundos y altos pensamientos de Dios y nos presenta su Camino: Jesucristo, es el único que puede revelarnos todo el consejo de Dios presente en las Sagradas Escrituras, pero sólo lo hará a quien se lo pida con un corazón humilde, libre de la jactancia que da la limitada sabiduría humana.
Su camino está disponible hoy para usted si tan solo le oye, le busca y le llama, como lo dice el propio Jesús: «Pidan, y se les dará; busquen, y hallarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá» (Mateo 7:7-8).
Si ese es su caso, lo único que necesita hacer es reconocer a Dios, arrepentirse de sus pecados, de haber vivido de espaldas a Él, pedirle perdón y aceptar a Jesucristo su Hijo como el Señor y Salvador de su vida.
Recuerde lo que escribió Isaías (55:6-7): «¡Busquen al SEÑOR mientras puede ser hallado! ¡Llámenlo en tanto que está cercano! Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos. Vuélvase al SEÑOR, quien tendrá de él misericordia; y a nuestro Dios, quien será amplio en perdonar».
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - Los caminos y pensamientos de Dios