‘Más le vale que se le de muerte’ dijo Jesús

‘A quien hace pecar a un pequeño que cree en mí, más le valdría que le colgaran al cuello una gran piedra de molino y lo hundieran en lo profundo del mar’

    14 DE JULIO DE 2024 · 08:00

    Rueda de piedra de molino / Csaba Gyulavári, Unsplash,Piedra molino
    Rueda de piedra de molino / Csaba Gyulavári, Unsplash

    El mensaje de Jesucristo está centrado en un reino de vida; de hecho, Él mismo dijo: «Yo soy la vida»; una vida abundante y eterna en un mundo marcado por la muerte que nos llegó como consecuencia del pecado en el Edén. Sin embargo, el Señor nunca ocultó que quien le rechazara y no viviera para Él bajo los principios de las Sagradas Escrituras sufriría las consecuencias, como bien lo escribiera el apóstol Pablo: «Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor» (Romanos 6:23).

    La gran mayoría de quienes leen los evangelios no se fijan en el sentido restrictivo de las enseñanzas de nuestro Señor, antes bien, creen en un Jesús permisivo que por estar lleno de gracia aceptará todo lo que se nos ocurra hacer o decir sin sufrir las consecuencias terrenales y eternas por ello.

    Nada más alejado de la verdad, el mensaje de Cristo está estrictamente apegado a las Escrituras que no aceptan acuerdos ni negociaciones. Jesús es el abogado defensor e intercesor de quienes le buscan, le aman y le obedecen totalmente; pero un día no muy lejano será el juez implacable que condenará a quienes no le amaron, aceptaron ni obedecieron.

    Muchos no aceptan o niegan que nuestro Señor prefiera la muerte de alguien, antes de desobedecerlo o hacer tropezar o caer a cualquiera de los pequeñitos y débiles en la fe. Jesús dijo: «A cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran al cuello una piedra de molino, y que lo hundieran en el fondo del mar. ¡Ay del mundo por los tropiezos! Es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquél por quien viene el tropiezo!» (Mateo 18:6-7).

    Lo que el Maestro expresa en esta porción de los evangelios (Mateo 18:6-7; Marcos 9:42-48; Lucas 17:1-2), es que es preferible que a cualquier persona se le dé muerte antes de que haga tropezar a algún recién convertido o nuevo creyente en Cristo. La Nueva Versión Internacional de la Biblia lo traduce así: «Pero si alguien hace pecar a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran al cuello una gran piedra de molino y lo hundieran en lo profundo del mar». Aclarando que hacer tropezar es inducir a pecar a algún débil en la fe.

    Inducir a pecar es provocar que otro que ya fue perdonado y lavado por la sangre de Cristo reincida en la práctica de pecado y vuelva a morir espiritualmente, lo que nuestro Señor considera como algo tan grave que es preferible que a esa persona incitadora se le dé muerte antes de que cometa una barbaridad espiritual con un «pequeño» en Cristo.

    Aunque Jesús señaló que es necesario que vengan los tropiezos, porque ellos prueban quién es un genuino cristiano y quién no, además Dios permite que seamos tentados para que maduremos y nos fortalezcamos en la fe, pues cada prueba o tentación nos da un nuevo nivel de crecimiento espiritual (1ª Corintios 10:13); no significa que a la persona que incite a pecar o haga tropezar a algún cristiano «pequeño» Dios se lo pasará por alto; de ninguna manera, más bien el juicio para quien tal haga será tan severo que Jesús prefiere que se mueran antes de hacerlo.

    ‘Tropiezo’ en gran parte del Nuevo Testamento, viene del griego skandalon’, que se traduce al español como ‘escándalo’. Es decir, hacer tropezar o pecar a otro es un escándalo espiritual para Dios, por las implicaciones que trae, que no es otra cosa que la muerte espiritual y eterna, más, cuando ya Jesucristo ha derramado su sangre y perdonado a quien vuelve a pecar inducido por otro, a quien Jesús lo prefiere muerto antes de semejante atrevimiento.

    «En el Nuevo Testamento, skandalon se emplea siempre metafóricamente, y por lo general de cualquier cosa que suscite prejuicios, o que venga a ser un obstáculo para otros, o que les haga caer por el camino. En ocasiones el obstáculo es en sí mismo algo bueno, y los que encuentran en ello causa de tropiezo son los malvados» (de Notes on Galatians, por Hogg y Vine, p. 262).

    Es tan importante este asunto que los apóstoles ahondaron más acerca de ello es sus cartas a las iglesias y creyentes en general. Veamos sólo tres ejemplos entre muchísimos otros.

    «Pero les ruego, hermanos, que se cuiden de los que causan divisiones y tropiezos en contra de la enseñanza que ustedes han recibido, y que se aparten de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a su propio vientre, y con palabras suaves y lisonjeras engañan al corazón de los ingenuos» (Romanos 16:17-18).

    Aquí Pablo habla de quienes introducen enseñanzas heréticas o falsas doctrinas que confunden y alejan a los débiles en la fe de la Verdad, trayendo división al cuerpo de Cristo. La orden es «apártense de ellos», porque sus palabras son ligeras y lisonjeras (permisivas, que alejan de la santidad), engañando a los «pequeños» en la fe (ingenuos).

    «No damos a nadie ocasión de tropiezo en nada, para que nuestro ministerio no sea desacreditado» (2ª Corintios 6:3). [Aquí ‘tropiezo’ se traduce del griego ‘proskopé’, como ocasión de pecado].

    En este versículo el apóstol señala que él como anciano líder se cuida de no ser de tropiezo para nadie, de manera que su ministerio apostólico fuera vituperado o desacreditado. Hasta los ministros deben cuidarse de cómo actúan y hablan, porque ellos también pueden ser ocasión de tropiezo o escándalo para quienes los oyen. «Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello. Si haces esto, te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen» (1ª Timoteo 4:16).

    «El que ama a su hermano permanece en la luz y en él no hay tropiezo. Pero el que odia a su hermano está en tinieblas y anda en tinieblas; y no sabe a dónde va porque las tinieblas le han cegado los ojos» (1ª Juan 2:10-11).

    El apóstol Juan aclara que el amar a nuestros hermanos en la fe va acompañado de permanecer siendo fieles a Cristo que es la luz, siendo precisamente el amor el vínculo que evita que seamos de tropiezo o induzcamos a pecar a nuestros hermanos. Ya que aquellos que causan tropiezo andan en tinieblas como un ciego, de quienes Jesús dijo: «un ciego no puede guiar a otro ciego, porque ambos caerán en el hoyo» (Mateo 15:14). En este caso el «pequeño» en la fe es semejante al ciego víctima.

    Para finalizar, debemos recordar que, en la parábola del trigo y la cizaña, Jesús señaló que al final de los tiempos «el Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y ellos recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo y a los que hacen lo malo, y los echarán en el horno de fuego; allí habrá llanto y rechinar de dientes» (Mateo 13:41-42). Vendrá el día cuando el Señor apartará a los que causan tropiezo e inducen a pecar en su reino y los enviará a la eterna condenación.

    Por algo Jesucristo prefiere que las personas mueran antes de hacer caer a «uno de sus pequeños», porque el juicio para estas será más benévolo que para quien causa escándalo en el cuerpo de Cristo y a los del mundo que nos observan.

    Apreciados consiervos, cuidado con lo que hacen y dicen, porque el «Príncipe de los pastores» nos pedirá cuentas por como tratamos a sus ovejas. Nunca olvidemos que «todo aquel a quien le ha sido dado mucho, mucho se demandará de él; y de aquel a quien confiaron mucho, se le pedirá más» (Lucas 12:48b; Mateo 24:45-51).

    Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - ‘Más le vale que se le de muerte’ dijo Jesús

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