Pecar por naturaleza y por voluntad propia
Muchos ignoran que el pecado esclaviza, sumergiendo espiritualmente al ser humano en el submundo de tinieblas y muerte.
15 DE SEPTIEMBRE DE 2024 · 08:00

Acerca del pecado y los pecadores (2)
En nuestro artículo anterior comenzamos a analizar acerca del origen, significado y repercusión del pecado en nuestra vida y el mundo entero. Hoy continuaremos desgranando este terrible acontecimiento que marcó a la humanidad en su propio inicio, trayendo muerte y maldición no sólo al hombre, sino a los animales y al planeta entero, y que no terminará hasta que el propio Dios creador acabe con la creación que conocemos (Apocalipsis 20:1-10, 21:1).
El pecado nos induce a incurrir en lo prohibido, en todo lo que Dios condena y nosotros cometemos contraviniendo su Santa Palabra contenida en la Biblia. Toda desobediencia es rebelión contra Dios. El pecado, en esencia, es toda transgresión contra el Señor; inclusive «el que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, comete pecado» (Santiago 4:17). ¡Así de tajante!
Ahora bien, hay pecados abiertos o públicos y pecado sutil.
- El abierto: son aquellos pecados que implican la afectación a otras personas (sexuales, asesinato, robo, violación, peleas, etc.). Muchas veces se les conoce como «pecados sociales» (homosexualidad, borracheras, contiendas, vicios, etc.)
- El sutil: son aquellos que no se manifiestan públicamente (celos, envidia, malos pensamientos, etc.). Los que muchas veces por ignorancia creemos que son «normales» porque «la mayoría los comete», son «socialmente aceptables» o, sencillamente, porque están en nuestro corazón y mente, y nadie los ve.
Lo que millones en este mundo ignoran, es que el pecado esclaviza al hombre en un yugo con el ‘padre del pecado y la maldad’, el diablo, sumergiendo espiritualmente al hombre al submundo de las tinieblas y la muerte.
Ante ello, «Jesús les respondió: “De cierto, de cierto les digo, que todo aquel que comete pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no se queda en la casa para siempre; el hijo sí se queda para siempre. Así que, si el Hijo los liberta, serán verdaderamente libres”» (Juan 8:34-35).
A aquellos a quienes el Espíritu Santo les ha revelado la verdad del evangelio y han recibido a Jesucristo como su único Señor y Salvador, son libres de las ataduras del pecado y del diablo; para estos el consejo/mandato de las Escrituras es: «Manténganse, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no se sometan otra vez al yugo de la esclavitud [al pecado]» (Gálatas 5:1).
El pecado mata física y eternamente. Con el pecado entró el envejecimiento, las enfermedades y la muerte física; tras la muerte física viene la muerte espiritual eterna (la segunda muerte) para quienes en vida no se convirtieron a Cristo y fueron libres del yugo del pecado (aquellos que llaman grandes o pequeños, abierto o sutil).
«Pero, para los cobardes e incrédulos, para los abominables y homicidas, para los fornicarios y hechiceros, para los idólatras y todos los mentirosos, su herencia será el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda» (Apocalipsis 21:8). Esta segunda muerte es la separación eterna de todo lo creado por Dios que se rebeló: la humanidad sin Cristo, Satanás, todos los ángeles caídos y los demonios.
El pecado por naturaleza y la práctica de pecado
- Los pecados por naturaleza
Todos somos pecadores por causa de nuestra naturaleza caída en Adán y Eva; por esta razón pecamos hasta involuntariamente y muchas veces sin darnos cuenta. El pecado está presente hasta en los niños, aunque lo cometen en inocencia debido a su falta de juicio; sin embargo, los infantes también pelean, muestran ira, egoísmo, desobediencia, entre otras manifestaciones.
Por nuestra naturaleza también cometemos pecados ocultos o inconscientemente, por esa causa el rey y salmista David escribió: «Líbrame de los pecados que me son ocultos». Vivimos pensando cosas malas y albergando malos sentimientos aun sin darnos cuenta.
- La práctica del pecado
A diferencia del pecado involuntario debido a nuestra naturaleza caída, practicar pecado se hace de manera premeditada, planificada y en perfecto conocimiento de que se está actuando mal. Es más, la práctica de pecado se vuelve un hábito, muchas veces a sabiendas que cometerlo es delicado y hasta peligroso por las consecuencias legales terrenales que ello acarrea.
Casi toda práctica pecaminosa implica a otros, a quienes puede «beneficiar» o destruir. Uno de los ejemplos más resaltantes y recurrentes es el de la inmoralidad sexual, sea cual sea esta, porque quien se relaciona sexualmente con otra persona «se hace una con ella», dice la Biblia; por lo que si se une a un homosexual o a una prostituta, la persona recibe toda la mala influencia espiritual de esta gente promiscua, y si es casada, al volver a unirse a su cónyuge inocente le transmite esa cadena de pecados de promiscuidad que adquirió al adulterar y fornicar, así como cualquier enfermedad de transmisión sexual que haya recibido. Huelgan los ejemplos.
La Biblia nos advierte acerca de la práctica premeditada de pecado:
«Todo aquel que comete pecado también infringe la ley, pues el pecado es infracción de la ley. Y ustedes saben que él [Cristo] fue manifestado para quitar los pecados y que en él no hay pecado. Todo aquel que permanece en él no continúa pecando. Todo aquel que sigue pecando no lo ha visto ni le ha conocido.
Hijitos, nadie los engañe. El que practica justicia es justo, como él es justo. El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Para esto fue manifestado el Hijo de Dios: para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que ha nacido de Dios no practica el pecado porque la simiente de Dios permanece en él, y no puede seguir pecando porque ha nacido de Dios» (1ª Juan 3:4-9).
En nuestro próximo artículo ahondaremos lo relativo a la libertad que Dios nos ofrece, puesto que el Señor en su misericordia sabe que no podemos ser libres de las ataduras del pecado y de la muerte sin su ayuda...
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Artículos publicados de este serie sobre "Acerca del pecado y los pecadores"
1.- Acerca del pecado y los pecadores
2.- Pecar por naturaleza y por voluntad propia
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - Pecar por naturaleza y por voluntad propia