Venezuela y Maduro: después del 10-E

Hoy nos encargaremos de analizar el asunto espiritual y dejaremos el otro aspecto a los abogados constitucionalistas.

06 DE ENERO DE 2019 · 09:00

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Gran expectativa nacional e internacional ha despertado el hecho de que el próximo 10 de enero termina el período constitucional de Nicolás Maduro. Como es sabido, el proceso electoral realizado el 20 de mayo de 2018, fue de manera extemporánea y con el mismo organismo electoral cuestionado por el país, lo que originó el no reconocimiento de los principales organismos internacionales, así como por decenas de países, principalmente de América y Europa.

Ante este panorama y debido al rechazo de este proceso y su polémico resultado, Venezuela no tendrá el 10 de enero un presidente legítimamente electo, por lo que, constitucionalmente la Asamblea Nacional debería declarar la falta del presidente, así asumiría la jefatura del Estado de manera provisional el presidente del parlamento venezolano. Este hecho colocaría al país en ilegalidad tanto institucional como espiritualmente.

Hoy nos encargaremos de analizar el asunto espiritual y dejaremos el otro aspecto a los abogados constitucionalistas.

El clásico pasaje bíblico que hace referencia a la autoridad y a la relación recíproca entre gobernado y gobernante, dice: «Todos debemos someternos a las autoridades, pues no hay autoridad que no venga de Dios. Las autoridades que hay han sido establecidas por Dios. Por lo tanto, aquel que se opone a la autoridad, en realidad se opone a lo establecido por Dios, y los que se oponen acarrean condenación sobre ellos mismos. Porque los gobernantes no están para infundir temor a los que hacen lo bueno, sino a los que hacen lo malo. ¿Quieres vivir sin miedo a la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás su aprobación, pues la autoridad está al servicio de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, entonces sí debes temer, porque no lleva la espada en vano, sino que está al servicio de Dios para darle su merecido al que hace lo malo. Por lo tanto, es necesario que nos sujetemos a la autoridad, no solo por causa del castigo, sino también por motivos de conciencia» (Romanos 13:1-5).

Siempre han surgido interrogantes con respecto a pasaje bíblico por la diferencia histórica y política de cuando se escribió a nuestros días.

Hoy lo haremos desde la óptica actual de Venezuela.

  • ¿Aplica igual para una nación cuya democracia está en dudas?
  • ¿Pone Dios autoridades a través de cuestionados procesos cuando el tema de la legalidad y la justicia está a lo largo de las Escrituras?
  • ¿Puede ser catalogado como «oposición a la autoridad» el no aceptar procesos electorales turbios y cuestionados nacional e internacionalmente?
  • ¿Cómo debemos orar los cristianos ante una autoridad no legitimada?
  • ¿Puede la Iglesia vivir la Biblia en las circunstancias de Venezuela sin sentir temor cuando existen muchos presos de conciencia?
  • ¿Si obtengo la aprobación de un gobernante cuestionado, no estaré más bien dándole la espalda a la Biblia y al pueblo venezolano?
  • Y, ¿para qué lado debe estar mi conciencia ante la difícil situación de legitimidad presidencial?

La posición del cristiano debe ser siempre la de poner el consejo divino por sobre cualquier otro del mundo, pero cuando se trata también de la violación a las leyes elementales y a la Constitución de su nación, la respuesta a las preguntas anteriores es un ¡NO! rotundo.

Y los cristianos venezolanos sabemos que tarde o temprano se nos forzará a elegir a quién nos sujetamos, de antemano les aseguro que elegiremos, por conciencia, la opción de la Biblia y la Constitución, que en el caso que nos ocupa caminan unidas.

El costo de tal decisión, así como siempre ha sucedido en casos similares, será una dura persecución a los cristianos en Venezuela; porque «todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución» (2ª Timoteo 3:12).

Quien no ha respetado las leyes tampoco respetará la conciencia de quienes se dirigen por las Sagradas Escrituras.

Después del 10 de este mes vendrá una segunda gestión de Nicolás Maduro, y la Iglesia, por mucho que quiera permanecer imparcial, tendrá finalmente que responder a su conciencia espiritual, cuéstele lo que le cueste.

El tiempo profético ya está muy avanzado, vendrá el momento cuando la Iglesia venezolana levantará su voz de autoridad, que junto a los clamores, ayunos y vigilias de oración que se vienen haciendo desde hace años darán al traste con el plan diabólico de adueñarse, por la vía de la presión y la ilegalidad, de una nación que desde antes de la fundación del mundo el Señor escogió para sí y que es pieza fundamental dentro del último gran avivamiento antes de la venida de Jesucristo por su pueblo escogido.

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - Venezuela y Maduro: después del 10-E