Chismosos

Ser chismoso tiene que ver con aspectos psicológicos ¿Cómo evitar caer en la tentación de chismear?

06 DE ABRIL DE 2019 · 10:00

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Ben White / Unsplash

La Real Academia Española es implacable con el chismoso, y no creyendo en su inocencia le adjudica la malévola intención de “indisponer a unas personas contra otras”.

La circulación del chisme comienza con un acuerdo que tiene la irreal intención de inmovilizar su propagación: “Júrame que no va a salir de tu boca”. El chisme tiene que parecer un secreto.

Luego ocurre que la garantía de la supervivencia del chisme es casi un imposible pues quien recibió el chisme arderá en ganas de descoserse la boca y dejarlo escapar todo.

Ser chismoso tiene que ver con ciertos aspectos psicológicos. Por ejemplo, enfatizar las fallas de otra persona hace no prestar atención a las propias y por lo tanto a sentirse superior.

Considero entonces que se trata de una especie de mecanismo de defensa basado en la proyección, ya que a pesar de que la información contenida en la cadena de chisme atañe a otra persona, la información es interpretada y decorada de acuerdo a la experiencia propia del chismoso, e incluso a las fallas cometidas por éste asumiendo actuaciones erráticas en situaciones similares.

Además fomentar el intercambio de chismes tiene que ver también con la incapacidad de ser empáticos, es decir, ponerse en el lugar del otro; en circunstancias de chisme, es muy fácil juzgar, sin embargo se olvida que así como hoy se habla de una determinada persona, mañana podría ser usted el objeto de algún chisme.

Por otro lado considero que ser chismoso se debe al hábito de no constatar la veracidad de la información que llega a nuestras manos.

¿Cómo podemos evitar caer en la tentación de chismear? La solución es socrática.

Un día el gran filósofo, Sócrates, se encontró con un conocido que le dijo emocionado, “Sócrates, ¿sabe lo que acabo de escuchar acerca de uno de tus alumnos?”

“Un momento”, le dijo Sócrates. “Antes de decírmelo, quisiera que pases una pequeña prueba. Se llama la Prueba de los Tres.” “¿Tres?”  “Como lo oyes.” dijo Sócrates. “Antes de que me cuentes sobre mi alumno, vamos a tomar un momento para poner a prueba lo que me vas a decir.”

La primera prueba es la Verdad. ¿Te has asegurado absolutamente que lo que me vas a decir es la verdad?” “No,” dice el hombre, “de hecho, solamente lo sé de oídas.”

“De acuerdo” dijo Sócrates. “Entonces no sabes si es verdad o no.”

“Bueno, intentemos la siguiente prueba, la prueba de la Bondad. Lo que me vas a decir acerca de mi alumno, ¿es algo bueno? “No, al contrario…” “Entonces,” dice Sócrates, “¿Estás dispuesto a decirme algo malo sobre él aunque no puedas asegurar que sea cierto?” El hombre se encogió de hombros apenado.

Sócrates continuó, “Todavía podrías pasar, porque hay una tercera prueba, el filtro de la Utilidad. ¿Lo que me vas a decir sobre mi alumno me servirá?” “No exactamente.”

“Entonces,” concluyó Sócrates, “si lo que me vas a decir no es ni la verdad, ni bueno ni tampoco de ninguna utilidad, ¿por qué decírmelo?” Avergonzado, el hombre se fue.

Refiriéndose al chismoso, el Libro inspirado de arriba señala: "El chismoso divide a los buenos amigos... Y traiciona la confianza; no te juntes con la gente que habla de más”. (Prov. 16:28, 20:19).

 

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