Profecías cumplidas en el ministerio de Jesús
Algunas de las profecías del A.T. cumplidas en la vida adulta y el ministerio público del Señor.
28 DE OCTUBRE DE 2024 · 08:00

Profecías mesiánicas (4)
El ministerio público de Cristo, desarrollado de un modo fundamental en la injustamente menospreciada Galilea y no, como sería de esperarse, en la orgullosa Judea con su capital Jerusalén, también fue profetizado por Isaías: “A pesar de todo, no habrá más penumbra para la que estuvo angustiada. En el pasado Dios humilló a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pero en el futuro honrará a Galilea de los gentiles, desde el Camino del Mar, al otro lado del Jordán. El pueblo que andaba en la oscuridad ha visto una gran luz; sobre los que vivían en tierra de sombra de muerte una luz ha resplandecido” (Isaías 9:1-2).
Y esto también de manera providencial, pues: “Así que se levantó José, tomó al niño y a su madre, y regresó a la tierra de Israel. Pero al oír que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Advertido por Dios en sueños, se retiró al distrito de Galilea y fue a vivir en un pueblo llamado Nazaret…” (Mateo 2:21-23).
Ya en la vida adulta y el ministerio público del Señor en Judea, las hostilidades contra Él allí eran tan latentes e inminentes que decidió establecer definitivamente su “cuartel general” en Capernaúm, también en Galilea: “Cuando Jesús oyó que habían encarcelado a Juan, regresó a Galilea. Partió de Nazaret y se fue a vivir a Capernaúm, que está junto al lago en la región de Zabulón y de Neftalí, para cumplir lo dicho por el profeta Isaías: Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, desde el Camino del Mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles; el pueblo que habitaba en la oscuridad ha visto una gran luz; sobre los que vivían en tierra de sombra de muerte una luz ha resplandecido” (Mateo 4:12-16).
Otro detalle sorprendente es que, descontando a sus discípulos y seguidores durante su ministerio que fueron una proporción minoritaria de la nación, el Antiguo Testamento predice su rechazo por la dirigencia judía y, finalmente, por la generalidad del pueblo que terminó pidiendo su crucifixión.
Lo vemos en el clásico pasaje de Isaías 53: “Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, habituado al sufrimiento. Todos evitaban mirarlo; fue despreciado y no lo estimamos”.
El cumplimiento lo registra el apóstol Juan cuando dice: “Vino a lo que era suyo, pero los suyos no lo recibieron” (Juan 1:1).
Una animosidad hacia Él ratificada en el salmo 69:4: “Más que los cabellos de mi cabeza son los que me odian sin motivo; muchos son los enemigos gratuitos que se han propuesto destruirme” que es el citado por el propio Señor Jesús para explicar este rechazo: “El que me aborrece a mí también aborrece a mi Padre. Si yo no hubiera hecho entre ellos las obras que ningún otro antes ha realizado, no serían culpables de pecado. Pero ahora las han visto y, sin embargo, a mí y a mi Padre nos han aborrecido. Pero esto sucede para que se cumpla lo que está escrito en la Ley de ellos: ‘Me odiaron sin motivo’” (Juan 15:23-25).
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Este artículo forma parte de la serie sobre "Profecías mesiánicas":
1.- El testimonio profético cumplido en Cristo
2.- El ‘protoevangelio’ ¿la primera profecía sobre Jesús?
3.- Profecías cumplidas en el nacimiento de Jesús
4.- Profecías cumplidas en el ministerio de Jesús
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Creer y comprender - Profecías cumplidas en el ministerio de Jesús