Gabriela Mistral, ‘cristiana, pero no católica’

Mistral, mujer de intelecto privilegiado, escuchó de su abuela paterna los salmos de David y el Cantar de los Cantares

Redacción ED

Prensa Austral · 04 DE MAYO DE 2023 · 08:00

Gabriela Mistral,Gabriela Mistral
Gabriela Mistral

Para entender las ideas religiosas de Gabriela Mistral es necesario conocer las etapas que vivió, su origen humilde y pueblerino, su sed de conocimiento que la llevó a interiorizarse en materia religiosa.

Nació en el Norte Chico de Chile el 7 de abril de 1889. Creció en un pueblo alejado de las grandes ciudades, en una época en que las mujeres eran discriminadas, de origen humilde en donde su madre estaba preocupada por el sustento diario de la familia. A esto se sumaba, un padre ausente, un profesor que cultivaba las letras, no siendo el mejor ejemplo, no obstante, le entregó esa llama que pudo encender su espíritu intelectual.

Tuvo en la abuela paterna, Isabel Villanueva, la ayuda para poder iniciarse en la lectura de la Biblia y despertar en ella curiosidad por la vida. Y le dejó huella. Fue quizás el primer paso de formación intelectual para aquella niña pueblerina, con poco porvenir, en un medio que la enterraba más que la erguía.

En el transcurso de su vida nunca estuvo asentada definitivamente en un lugar, sus constantes viajes, el conocer lugares y personas la llevaron siempre a ser una invitada, estuvo en muchos países y cuando llegaba a Chile también su permanencia era corta.

Su viaje fue también espiritual. Fue budista por más de 20 años, creyendo en el karma de los orientales. El franciscanismo fue la última fase de la heterodoxia mistraliana. Este vuelco de su pensamiento religioso corresponde a su estadía en México 1922-25 en que fue contratada por el gobierno azteca. En su primer viaje a Europa se había hecho hermana tercera de San Francisco.  Este cambio fue originado por su amistad con su amiga y secretaria Palma Guillén, quien socavó su budismo y afianzó en ella el carisma del santo de Asís.

Sin embargo, era ajena a las liturgias, se definía como anticatólica y no iba a misa excusándose en su salud.

Expresaba que era cristiana pero que tenía una concepción muy personal sobre la fe, que no era dogmática y que le hablaba a Dios a su manera. “El cristianismo tiene ventajas espirituales. La fe es algo más grande que ellos mismos, que nosotros mismos, (…) podemos agregar que el sello judío no se borra fácilmente ni se borrará del espíritu occidental. La fe es maravillosa, envidiable. Serena y acepta, cobra y restituye”.

Era cristiana, pero no era católica y menos apostólica y romana. Era cristiana por el amor de los humildes, por el recuerdo del Sermón de la montaña, por la fraternidad universal. Creía a su manera en Dios.

En sus momentos tristes y de felicidad la fe, la Biblia la acompañan. Cuando se entera que le habían concedido el Premio Nobel invocó a Jesucristo: “Estaba sola en Petrópolis, en mi cuarto de hotel, escuchando en la radio las noticias de Palestina. Después de breve pausa la emisora, se hizo el anuncio que me aturdió y que no esperaba.  Caí de rodillas, y bañada en lágrimas oré ¡Jesucristo, haz merecedora de tan lauro a esta humilde hija!”.

 

Bibliografía

– Gabriela Mistral, Rebelde Magnífica. Matilde Ladrón de Guevara.

– Gabriela Mistral Pública y Secreta. Volodia Teitelboin.

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