El ‘buen ladrón’

Un malhechor en la cruz tuvo para el Maestro palabras piadosas y cierta compasión. Y lo más importante: justamente él cuya vida había sido un infierno, pedir el Paraíso.

09 DE ABRIL DE 2023 · 08:00

Eric Muhr, Unsplash,paloma posada en una cruz
Eric Muhr, Unsplash

Una de las partes más hermosas del Nuevo Testamento y que se presta para varias reflexiones se encuentra en el Evangelio según San Lucas, Capítulo 23, versículos 39 al 43.

Tiene como protagonistas secundarios a dos malhechores. Poco sabemos de ellos. Ni siquiera los nombres ni el delito que cometieran para merecer las muertes clavadas en una cruz, como era usual en la Judea de aquellos tiempos.

Ríos de tinta han vertido los biblistas sobre sobre la forma de las cruces, sobre si fue Roma quién ordenó la crucifixión del Señor, si era un simple leño donde colgaban a los condenados.

Lo central del pasaje es por supuesto la crucifixión y muerte de nuestro Señor. Y la Cruz es un símbolo de redención y amor en todo el mundo. Por ella hemos reconocido desde hace milenios a la cristiandad. Sin llegar a adorarla nos recuerda que Jesús fue clavado en ella para redimirnos a todos y darnos una nueva vida.

Arqueólogos han encontrado en Israel huesos de las piernas traspasados por clavos que señalan esta atroz costumbre de hacer justicia.

Volviendo al texto de San Lucas, la Reina Valera es escueta en palabras y sencilla en su expresión. Sabemos de Jesús y muy poco de los malhechores. Eran dos, y el más crédulo, si lo podemos llamar de ese modo, era el llamado “el buen ladrón” por la tradición, si bien desconocemos por qué crimen fueron condenados.

¿Serían maleantes de los caminos? ¿Habrían delinquido juntos? ¿Habrían llegado al asesinato y al robo? Ciertamente no lo sabemos. Ni siquiera su nacionalidad ni sus nombres. Pero sí podemos colegir mucho de sus caracteres que es lo más importante para nosotros.

Después del Señor, por supuesto, el ladrón suplicante y arrepentido es uno de los personajes más conocidos de la Pasión y que ha provocado mayor asombro.

En esos momentos difíciles pocas personas quedaron al lado de Jesús: algunas mujeres, su discípulo el amado Juan, pero un malhechor tuvo para el Maestro palabras piadosas y cierta compasión. Y lo más importante de todo: justamente él cuya vida había sido un infierno, pedir el Paraíso.

Un fuerte contraste con el otro ladrón que se burlaba y mofaba increpando al Cristo que si era Dios se baje de la Cruz y los salve.

Almafuerte, el poeta argentino, tal influenciado por este pasaje en un soneto supo expresar que “todos los incurables tiene cura cinco segundos antes dela muerte”. Y así la historia del buen ladrón se sigue repitiendo en muchas almas siglos después de aquel Calvario de Judea.

Borges, siempre nuestro Jorge Luis Borges, gran lector de la Biblia en la versión Reina-Varela, dejó un hermoso poema que supo titular LUCAS XXIII.

“Gentil o hebreo o simplemente un hombre/ cuya cara en el tiempo se ha perdido/ ya no rescataremos del olvido/ las silenciosas letras de su nombre.  Supo dela clemencia lo que puede/  saber un bandolero que Judea/ clava a una cruz. Del tiempo que antecede/ nada alcanzamos hoy. En  su tarea/ última de morir crucificado, / oyó, entre los escarnios de la gente, / que el que estaba muriéndose a su lado/ era un Dios y le dijo ciegamente: / Acuérdate de mí cuando vinieres/ a tu Reino, y la voz inconcebible/ que un día juzgará a todos los seres/ le prometió desde la cruz terrible/ el Paraíso. Nada más dijeron/ hasta que vino el fin, pero la historia/ no dejará que muera la memoria/ de aquella tarde en que los dos murieron.  Oh amigos, la inocencia de este amigo/ de Jesucristo, ese candor que hizo/ que pidiera y ganara el Paraíso/ desde las ignominias del castigo,/ era el que tantas veces al pecado/ lo arrojó y al azar ensangrentado”.

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Desde Valcheta - El ‘buen ladrón’