La Biblia y las monedas
¿Qué diremos al saber que la Biblia es casi también un tratado de numismática?
25 DE SEPTIEMBRE DE 2022 · 08:00

La Biblia es un tesoro inmarcesible. No puede ser otra forma porque es la Palabra de Dios revelada a los hombres. Su vigencia es para siempre porque dijo Dios “el cielo y la tierra pasarán, más mi Palabra no pasará. Es un libro de fe, pero que encierra los más diversos géneros literarios: cánticos, poemas, revelaciones, geografía, historia, fauna, flora y hasta legislación.
Para los cristianos es el espejo donde debemos mirarnos. Nos revela nuestros aciertos y errores y nos señala el camino que debemos seguir. Por eso es lámpara para alumbrar nuestros pasos y lumbrera para orientarnos en la lejanía.
¿Qué diremos al saber que la Biblia es casi también un tratado de numismática? Es verdad. Por ese detalle podemos deducir que la arqueología y la historia son auxiliares de sus textos. Por las monedas –es el tema de esta breve nota- podemos deducir el contexto de la época en que se narran determinados hechos.
Los pasajes son por demás conocidos, pero empezaremos para hacer justicia, por las monedas de menor valor. En el Nuevo Testamento, versión Reina-Valera, hay dos citas con respecto al vocablo “blanca”. Se deduce que era moneda de escaso valor. “Equivalía a solamente 1/8 de asarion, que era a su vez 1/16 de denario, que era el sueldo diario de un jornalero, equivalente a 4 gramos de plata. Así, la blanca equivalía a 1/128 de denario, o 30 miligramos de plata”.
Las citas respectivas están en Marcos 12-42: “Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante”. La otra se encuentra en Lucas 12-59: “Te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado aún la última blanca”.
Como curiosidad podemos acotar que en algunas traducciones se reemplaza “blanca” por “maravedí”, vocablo muy de uso en el Siglo de Oro Español.
El “óbolo” también era moneda muy pequeña.
Con respecto al “denario” era el sueldo de un obrero por un día de trabajo. En Mateo 20-2 se lee que “Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, lo envió a su viña”. En Lucas 10-35 afirma la palabra que “Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: cuídamele; y todo lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando regrese”, refiriéndose a la parábola del Buena Samaritano.
Por su parte en Marcos 6-37 los discípulos de Jesús estimaron que costaría 200 denarios alimentar con pan a 5.000 hombres.
“Era también el denario la moneda del tributo con la cual Jesús avergonzó la malicia de los herodianos que le preguntaron si era lícito dar tributo al César. En Mateo 22-19 leemos: “Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario. Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción. Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios”.
Para no agobiar al lector mencionaremos a la “dracma”, moneda de la época neotestamentaria. En la parábola de Lucas 15-8-9, las monedas diez dracmas, son de origen griego, que circulaban entre todos los pueblos helenísticos y tenían un valor aproximadamente igual al del denario romano. Por lo hermoso de la misma la reproducimos: “¿O que mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla?
Una cita a una moneda que tuvo muy poca vigencia se refiere al “estatero” y se encuentra en el Evangelio de Mateo 17-27: “Sin embargo, para no ofenderles, ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estatero; tómalo, y dáselo por mí y por ti”. Se está refiriendo a una moneda antigua que usaban los griegos que equivalía a 4 dracmas si era de plata.
Por su parte el “talento”, narrado en la hermosa parábola de de Mateo 25 14-30 era la unidad de peso más grande del sistema y equivalía a 60 “minas”.
Dejando a muchas otras en el tintero cerraremos esta breve nota sobre las monedas en la Biblia con el “siclo de plata”, muy usada en la antigüedad. La cita de Mateo 26 14-16 habla de la traición de Judas: “Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, y les dijo: ¿Qué me queréis darme, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron 30 piezas de plata”.
Los estudiosos explican que podrían haber sido tetradracmas de Tiro, usualmente denominados siclos.
Es un tema sumamente muy interesante y que merece una nota mucha más amplia que la presente. Pero como todo deja una enseñanza espiritual, debemos saber que así como la mujer buscada la moneda perdida así también el señor Jesús amorosamente nos busca a cada uno de nosotros. Y habrá alegría en el cielo, seguramente.
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Desde Valcheta - La Biblia y las monedas