Mario Benedetti, ausente de Dios

En Ausencia de Dios discurre sobre lo difícil de la existencia desde la óptica atea.

03 DE MAYO DE 2024 · 08:00

Mario Benedetti, fotografiado en 1981. / Elisa Cabot, Unsplash,Mario Benedetti
Mario Benedetti, fotografiado en 1981. / Elisa Cabot, Unsplash

Grandes escritores hispanoamericanos (17)

Mario Benedetti, narrador, humorista, poeta, nació en Paso de los Toros, departamento de Tacuarembó, Uruguay, el 14 de septiembre de 1920 y desnació en Montevideo el 17 de mayo de 2009.

Alejandro Salazar Rodríguez dice de él que “pocos poetas en el mundo como el uruguayo, quién a través del dominio de la palabra y un desarrollo sentido de lo social, hizo de temas difíciles y crudos una provocadora creación poética”.

Cuando el poeta contaba sólo cuatro años de edad la familia se trasladó a Montevideo. En un colegio alemán de la capital uruguaya cursó estudios primarios y los secundarios en el Liceo Miranda.

Después de contraer matrimonio en 1946 con Luz López Alegre, su esposa amada hasta la muerte de ella el 2006, el matrimonio se trasladó a Buenos Aires. Un año más tarde la pareja recorre varios países de Europa con los padres de ella.

De regreso a Montevideo Benedetti dirige la revista literaria Marginalia. “Aunque parezca raro –cuenta– mi primer poema lo escribí en alemán. Yo iba al colegio alemán en Uruguay y hacía las tareas en verso y en alemán. Los profesores no se lo creían, tuvo que ir mi padre a decir que esos poemas los escribía yo”.

En 1948 aparece su primera obra ensayística, Peripecia y novela, a la que sigue su primer libro de cuentos al año siguiente: Esta mañana, con el que obtiene el Premio del Ministerio de Instrucción Pública, galardón al que accedió en otras ocasiones.

Sus poemas Sólo mientras tanto aparecen en 1950.

Hacia 1960 Benedetti vive cinco meses en Estados Unidos. En una entrevista concedida al regresar dice que la estancia “se le atragantó por múltiples motivos: El materialismo, el racismo, la desigualdad”.

Por divergencias políticas se ve obligado a abandonar Montevideo en 1973. Reside en Perú, España y Cuba. En La Habana funda y dirige el Centro de Investigaciones Literarias y escribe dos libros. En marzo de 1983 Benedetti regresa a Montevideo y se integra como miembro del Consejo Editor de una nueva revista, Brecha. Continúa con la publicación de ensayos y poemas. Después de la muerte de su esposa el año 2006 se traslada definitivamente a su residencia en el barrio Centro de Montevideo. Con motivo del traslado dona gran parte de su biblioteca personal en Madrid al Centro de Estudios Iberoamericanos de la Universidad de Alicante.

En los últimos años empeora su salud. Es hospitalizado varias veces hasta que muere el 17 de mayo de 2009 a consecuencia de una complicación pulmonar. Había cumplido 88 años poco antes; presintiendo su final, declaró: “Yo tengo más de 80 libros publicados en cinco o seis géneros, siempre he estado trabajando, por eso tengo casi tantos libros como años”.

Tan ingente labor literaria fue reconocida internacionalmente. Sus biógrafos mencionan hasta 22 premios, medallas y honores. Desde la Orden Félix Varela por parte del Consejo de Estado de Cuba en 1982 hasta el doctorado Honoris Causa por la Universidad de Córdoba en Argentina. En España fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Alicante. Le fue concedido el VIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 1999 y en el 2005 el Premio Internacional Menéndez Pelayo en Santander. El año 2015 Madrid le dedicó unos jardines en el barrio de Prosperidad.

Incomprensiblemente, a un escritor como Mario Benedetti, vocero de la angustia y de la esperanza de los pueblos hispanoamericanos que describió la labor desplegada durante su estancia en Madrid en El desexilio y otras conjeturas, España nunca le concedió el premio Cervantes, cien veces merecido. Injusticia monumental e irreparable.

Ante el hecho religioso, del que Montaigne, filósofo francés, dijo que no existe un alma tan endurecida que no se sienta conmovida por la religión, Benedetti pasa de largo. “La conciencia es la única religión”, escribió. No es de los poetas que dicen que el primer verso se lo dan los dioses. Apunta: “Como soy ateo, a mí los dioses no me dan nada”. Según el citado Alejandro Salazón Rodríguez, “Benedetti era ateo, sólo creía en un dios personal que es la conciencia”.

En Ausencia de Dios, un poema especialmente bello, discurre sobre lo difícil de la existencia desde la óptica atea:

Ahora no estás en mi noche.

Desgarradoramente idéntica a las otras.

Que repetí buscándote, rodeándote.

Hay solamente un eco irremediable

De mi voz como niño, esa que no sabía:

Ahora, qué miedo inútil, que vergüenza,

no tener oración para morder,

no tener fe para clavar las uñas,

no tener nada más que la noche,

saber que Dios se muere, se resbala,

que Dios retrocede con los brazos cerrados,

con los labios cerrados, con la niebla.

Como un campanario atrozmente en ruinas.

Que desandará siglos de ceniza”.

A lo que parece, en Poemas del hoy por hoy, Benedetti da a entender que está superando las preocupaciones existencialistas y metafísicas y abriendo su mente a la creencia.

Tras la vía abierta en Poemas del hoy por hoy y en Quemar las naves encontramos a un Benedetti que lucha por liberarse del pesimismo espiritual y de sus inquietudes existencialistas.

En poemas como Preguntas al azar, Yesterday y mañana, de 1986 y 1988, el autor uruguayo desgrana su nostalgia ante los años vividos y asoma la inquietud por la vejez y la muerte, acontecimientos de los que no se libra ningún ser humano, ni en Uruguay ni en Conchinchina.

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Artículos anteriores de esta serie sobre "Grandes escritores hispanoamericanos".

1.- El ‘boom’ literario hispanoamericano

2.- Miguel Ángel Asturias, el gran escritor de Guatemala

3.- La obsesión religiosa de Jorge Luis Borges

4.- ¿Creía en Dios Rubén Darío?

5.- Carlos Fuentes y el Dios de Nietzsche

6.- Dios existe en el Macondo de García Márquez

7.- José Martí, defensor de la Biblia

8.- Gabriela Mistral, poeta de Dios y de la tierra

9.- La sed espiritual de Pablo Neruda

10.- Jesús, el buen samaritano de Amado Nervo

11.- La Biblia en la poesía de Enriqueta Ochoa

12.- Octavio Paz, buscador del Eterno

13.- El Dios de Juan de Dios Peza

14.- Leopoldo Lugones, enemigo de Dios

15.- Bryce Echenique, el ‘santo ateo’

16.- El dios, con minúscula, de Álvaro Mutis

17.- Mario Benedetti, ausente de Dios

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Enfoque - Mario Benedetti, ausente de Dios