Juan Carlos Onetti, un existencialista

De forma angustiosa trató temas reveladores del lado más cruel del ser humano.

Protestante Digital · 20 DE JULIO DE 2024 · 08:00

El escritor uruguayo Juan Carlos Onetti, en 1981. / Elisa Cabot, Wikimedia Commons,Juan Carlos Onetti
El escritor uruguayo Juan Carlos Onetti, en 1981. / Elisa Cabot, Wikimedia Commons

Grandes escritores hispanoamericanos (26)

Con el paso de los años Onetti se ha convertido en un escritor de culto, pero también en un fundador angustioso que toca temas reveladores del lado más cruel del ser humano. Mario Vargas Llosa dice que Onetti fue “el iniciador de la novela contemporánea en América Latina, porque sus obras son las primeras en adquirir una dimensión universal”. A la opinión positiva de Vargas Llosa se une el escritor y crítico literario Ricardo Gullón. Este profesor leonés añade que “Onetti es uno de los primeros escritores hispanoamericanos que logran construir un mundo ficticio original y propio, con personajes retomados una y otra vez a través de cuentos y novelas”.

Juan Carlos Onetti nació en Montevideo, Uruguay, el 1 de julio de 1909 y desnació en Madrid el 30 de mayo de 1994 a los 84 años. Su cuerpo fue enterrado en el madrileño cementerio de La Almudena. Los biógrafos concuerdan en que el apellido original de la familia era O’Nety, de origen irlandés. “Mi tatarabuelo era de Gibraltar. Fue mi abuelo el que italianizó el nombre”, cuenta Onetti.

En Juan Carlos Onetti a fondo Soler Serrano dice que “Onetti recordó su infancia como una época feliz, describiendo a sus padres como una pareja muy unida y amorosa con sus hijos”.

Los estudios primarios y secundarios los cursó en escuelas e institutos de Montevideo. En 1930, con apenas 21 años, contrajo matrimonio con su prima María Amalia Onetti. Tras la boda la pareja se mudó a Buenos Aires. Poco después el diario argentino La Prensa publicó el primer cuento de Onetti, después de haber ganado un concurso convocado por el diario. El cuento tenía un largo título: Mayo –Diagonal– Avenida de Mayo.

Siguiendo los pasos de Vargas Llosa, Onetti se divorció de su mujer y de regreso a Montevideo contrajo nuevo matrimonio con la hermana de ésta, María Julia Onetti.

En la capital de Uruguay Onetti continúa ejerciendo diferentes oficios. En 1939, con 30 años, publica su primera gran novela, El pozo, calificada entonces como ejemplo de la nueva narrativa en América Latina.

En 1941 Onetti comienza a trabajar como periodista redactor en la agencia de noticias Reuters. Por aquél entonces queda en segundo lugar en un concurso convocado por la editorial Losada con la novela Tierra de nadie.

No escarmentado de sus experiencias amorosas, se divorcia de su segunda esposa y contrae matrimonio con la holandesa Elisabeth María Pekelharing en 1945. Poco tiempo después fue enviado por la agencia Reuters como corresponsal a Buenos Aires, donde permanece hasta 1955.

Debido a que los libros de Onetti fueron censurados por el dictador Juan María Bordaberry, el autor fue detenido y encerrado en un hospital psiquiátrico. El poeta extremeño Félix Grande recogió firmas en España para lograr la liberación del escritor uruguayo, quién logró salir del psiquiátrico después de tres meses.

En 1975 Onetti se instaló en España, donde continuó publicando artículos, novelas y cuentos. En 1980 le fue concedido aquí el Premio Cervantes que, tal como se ha escrito en otras ocasiones, es el máximo galardón de las letras españolas, y en 1985 el Premio Nacional de Literatura en Uruguay. Otros galardones fueron el Premio del Instituto Italiano Americano de Cultura por el mejor libro extranjero. Premio de la Crítica. Premio de la Unión Latina de Literatura. Gran Premio Rodó a la labor internacional.

La fecunda labor literaria de Onetti incluye 13 novelas, 14 cuentos y novelas cortas y un gran número de artículos de prensa. En 1967 apareció en Buenos Aires la Primera edición de sus Cuentos Completos y en México sus Obras Completas.

En una entrevista a Onetti en su casa de Montevideo el año 1973, Julio James cuenta que aunque nacido en el seno de la Iglesia católica, Onetti la abandonó en plena juventud, se pronunció contra ella en algunos de sus libros, y de mayor, hasta su muerte, sólo profesó una religión, el existencialismo.

Un artículo publicado en Montevideo el 22 de octubre de 1957 lo titula: Nada más importante que el existencialismo. Onetti declaraba rotundamente en el mismo que “el acontecimiento literario más importante había sido el existencialismo”.

El autor uruguayo leía constantemente a dos autores franceses defensores y propagadores del existencialismo después de la segunda guerra mundial: Juan Pablo Sartre y Alberto Camús. He leído con frecuencia a estos autores y he escrito sobre ellos. Son diferentes cuando escriben sobre existencialismo. El de Sartre es un existencialismo ateo: Superioridad de la existencia sobre la esencia de lo divino. El de Camús es un existencialismo humanista, “la amenaza mortal que se cierne sobre nuestra condición y lo esteriliza todo”. El doctor Rieux, de la novela La peste, es un ejemplo de existencialismo humanista.

En 1950 Onetti publica una de sus novelas más conocidas: La vida breve. Este libro constituye un hito en la producción literaria de Onetti. En él se refleja una serie de problemas existenciales vinculados al protagonista Juan María Brausen.

El estudio del existencialismo en La vida breve se convierte en las relaciones entre sus personajes en el entorno de la propia existencia.

Un estudioso de Onetti, Fredik Sorstad, de la Universidad de Medellín en Colombia, observa que el tratamiento existencialista en La vida breve contiene ideas de Heidegger, Sartre, Camús y Jasper.

Queda por decir que el existencialismo no es una religión. El término fue acuñado por el que se reconoce como su verdadero padre, el filósofo holandés Soren Kierkegaard, quien vivió entre 1813 y 1855. En su obra El concepto de la angustia, de 1844, trata del existencialismo y su relación con la angustia. El italiano Giulio Preti dice en Movimientos Espirituales que “el existencialismo no es sólo una filosofía, sino una expresión de la crisis espiritual de nuestro siglo, un movimiento espiritual, en suma, que tiene también manifestaciones religiosas”.

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Artículos anteriores de esta serie sobre "Grandes escritores hispanoamericanos".

1.- El ‘boom’ literario hispanoamericano

2.- Miguel Ángel Asturias, el gran escritor de Guatemala

3.- La obsesión religiosa de Jorge Luis Borges

4.- ¿Creía en Dios Rubén Darío?

5.- Carlos Fuentes y el Dios de Nietzsche

6.- Dios existe en el Macondo de García Márquez

7.- José Martí, defensor de la Biblia

8.- Gabriela Mistral, poeta de Dios y de la tierra

9.- La sed espiritual de Pablo Neruda

10.- Jesús, el buen samaritano de Amado Nervo

11.- La Biblia en la poesía de Enriqueta Ochoa

12.- Octavio Paz, buscador del Eterno

13.- El Dios de Juan de Dios Peza

14.- Leopoldo Lugones, enemigo de Dios

15.- Bryce Echenique, el ‘santo ateo’

16.- El dios, con minúscula, de Álvaro Mutis

17.- Mario Benedetti, ausente de Dios

18.- César Vallejo, con el dolor humano, pero sin Dios

19.- Blanca Varela, una peruana peleada con Dios

20.- Nicanor Parra, con Dios en sus poemas

21.- Ernesto Sábato, ‘anarquista cristiano, como lo fue Cristo’

22.- Julio Cortázar: agnóstico racionalista, pero no ateo

23.- Rómulo Gallegos, venezolano con Dios siempre presente

24.- Vargas Vila, ateo absoluto

25.- Juan Rulfo y su Pedro Páramo

26.- Juan Carlos Onetti, un existencialista

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