La profecía cumplida de Isaías sobre Ciro

Por mucho tiempo los historiadores del mundo antiguo negaron la veracidad del texto bíblico, pero ahora...

02 DE JULIO DE 2024 · 08:00

El Cilindro de Rawlinson o Cilindro de Ciro,cilindro ciro, Cilindro Rawlinson
El Cilindro de Rawlinson o Cilindro de Ciro

El edicto de Ciro (1)

En el siglo VIII a.C. el profeta Isaías anunciaba la futura reconstrucción de Jerusalén y del templo de Salomón, llevada a cabo siglos después durante la dominación persa Aqueménida.

Explícitamente en el texto bíblico se lee: (...) Ciro es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: Serás edificada; y al templo: serás fundado (Is. 44.28).

En efecto, durante el siglo VI a.C., luego de un período de cautividad en Babilonia, los hebreos regresan a Jerusalén y, según sabemos por los libros de Crónicas y Esdras, el nuevo gobernante de Oriente, el persa Ciro, emite un decreto que habilita la reconstrucción de la ciudad y el templo (1). El decreto respondía a la necesidad persa de asegurar el control de los territorios recién conquistados que hasta entonces estaban bajo la tutela Babilónica. En el caso específico de los hebreos, estos fueron conquistados durante el reinado del Rey Sedequías por el babilonio Nabucodonosor II. La conquista implicó el saqueo y pillaje del templo que resultó víctima de las llamas (2 Crón. 36.17-20).

Ahora bien, el edicto de Ciro nos sobrevivió en tres versiones, la de 2ª de Crónicas 36:22-23 y las de Esdras 1:1-4 y 6:3-5. Tanto la versión trasmitida en el libro de Crónicas como la de principios del libro de Esdras están escritas en hebreo en el original y son básicamente idénticas. La tercera, Esdras 6.3-5, en cambio, está escrita en arameo y es un tanto diferente.

Sin embargo, por mucho tiempo los historiadores del mundo antiguo negaron con énfasis la veracidad del testimonio bíblico. El núcleo de la crítica apuntaba a lo poco verosímil que resultaba el hecho de que Ciro, cabeza de un imperio inmenso, volcara sus fuerzas en un territorio que en comparación resulta insignificante. Además, el edicto no solo permite el retorno de los hebreos a Jerusalén, sino que también facilita la restitución de los objetos robados del templo y su restauración ¿Por qué tanta bondad de parte de un monarca conquistador? La tesis que se impuso entonces fue la de considerar el edicto de Ciro como una mera invención literaria cuyo fin sería darle fiabilidad a la profecía de Isaías.

A fines del siglo XIX, sin embargo, el historiador Eduard Meyer logró reavivar la discusión en torno a la historicidad del documento amparándose en fuentes papirológicas y epigráficas (2). A pesar de eso la tónica de los historiadores profesionales fue seguir negando la veracidad del Edicto (3).

No obstante, en los últimos años los especialistas comienzan a considerar exagerada la negación de que el Edicto de Ciro haya sido real (4). En ello ha tenido un rol trascendente el descubrimiento de piezas arqueológicas del período persa que avalan lo trasmitido por la Biblia. Entre ellas, quizás la más relevante, se encuentra el Cilindro de Rawlinson mejor conocido como Cilindro de Ciro.

Se trata de una pieza cilíndrica de arcilla escrita en acadio y que contiene una declaración de Ciro el Grande, Rey de los persas. Fue descubierto por el arqueólogo británico, de origen asirio, Hormuz Rassam, y dado a conocer públicamente por Sir Henry Rawlinson presidente de la Sociedad Real Asiática, en 1879. Actualmente el cilindro se encuentra en el Museo Británico en Londres, Inglaterra.

A grandes rasgos el texto, escrito en primera persona, dando a entender que es el propio Ciro quien escribe, informa que el Rey de los persas devolvió a las ciudades del otro lado del río Tigris las imágenes sagradas expoliadas por los babilonios de los templos religiosos. Asimismo, Ciro se jacta de haber reunido y restituido a los habitantes de esas ciudades a sus residencias, lo que implica una clara referencia a la política babilónica de extirpar a las poblaciones de sus territorios (5). Agrega, además, que Ciro restituyó las imágenes de los dioses de Sumeria y Acadia que el Rey loco Nabonido (último Rey Caldeo de Babilonia) había llevado a Babilonia.

La fecha de los acontecimientos descritos en el Cilindro es el año 539/538 a.C. es decir, que cuando el libro de Esdras fija el edicto en el primer año del Rey Ciro no se refiere al año 559 en que Ciro asumió el gobierno sobre persas y medos, sino que lo hace al año 539 en que Ciro asumió el título de Rey de Babilonia.

Se puede objetar que el Cilindro sólo hace referencia a templos y ciudades de la Mesopotamia (actual Irak), y no a las de Judea. Sin embargo, lo que el Cilindro de Ciro demuestra es que la práctica de restituir a las poblaciones y los objetos sagrados a sus lugares de origen era común en la política persa en los años posteriores a la conquista de Babilonia. Lo que implica que el decreto trasmitido por el texto bíblico tiene un trasfondo histórico verídico. De hecho, Mathias Delcor ha sostenido la tesis de que lo que leemos en la Biblia es la versión hebrea del decreto original persa. En otras palabras, el cronista y el escritor de Esdras estarían trascribiendo el original persa y adaptándolo a un lenguaje religioso propiamente judío.

Delcor, también, considera que de las tres versiones del Edicto presente en la Biblia es el de Esdras 6.3-5, escrito en arameo, el más fidedigno al edicto original persa. La cuestión es que a diferencia de los otros dos, el fragmento de Esdras 6.3-5 se detiene en detallar las dimensiones que deberían tener el templo y los materiales a utilizar. Es posible que hubiese existido un decreto general de restitución de los objetos sagrados y reconstrucción de los templos, y un edicto específico para cada territorio del imperio persa involucrado. En esa línea, la versión de Esdras 6.3-5 podría ser un edicto que especificaba para el caso judío el edicto general decretado por Ciro.

En el próximo artículo abordaremos qué significa en la profecía del texto de Isaías que ‘Ciro es mi pastor’.

 


(1) La conquista persa del reino babilónico se da el 7 de octubre del año 539 a.C.

(2) Meyer, E. (1896) Die Entstehnung des Judenthums. Halle and der Saale. El papiro es una planta acuática muy presente en Egipto. De su tallo se extraía una lámina flexible que romanos, egipcios y griegos usaban como soporte para la escritura. Epigrafía: literalmente escritura en piedra.

(3) Ejemplo, Pfeiffer, R.H. (1942) Introduction to the Old Testament, ed. rev., Nueva York. Liverani, M. (2005) Más allá de la Biblia. Historia Antigua de Israel. Barcelona. Crítica.  

(4) Delcor, M. (1989) “Jewish Literature in Hebrew and Aramaic in the Greek Era”, En Davies, W.D. & Finkelstein, L. (eds.) The Cambridge History of Judaism. Vol. II. The Hellenistic Era. New york-Melbourne, pp. 352-384.

(5) Aquí he consultado la traducción presente en Pritchard, J.B. (1969) Ancient Near Eastern Texts Relating to The Old Testament, Princeton, pp. 316.

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