Una puerta llamada 2024

Esta nueva puerta que se abre traerá nuevas oportunidades que Dios nos ofrece para vivirlas tomados de su mano.

31 DE DICIEMBRE DE 2023 · 08:00

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Pexels, Pixabay

Cada año es como una puerta que se nos abre con nuevas oportunidades. Cuando inició el año 2020 nadie se imaginaba que sería uno de los años más duros y difíciles que nos tocaría vivir, esa fue una puerta diferente que Dios usó para darle a la humanidad muchísimas enseñanzas, entre ellas que somos demasiado vulnerables y que es imposible vivir sin la gracia divina, por su misericordia estamos a punto de entrar al 2024.

Esta nueva puerta que se nos ha abierto llamada 2024, también traerá nuevas oportunidades que Dios nos ofrece para vivirlas tomados de su mano. De la importancia de las puertas que nos abre o cierra el Señor es que reflexionaremos el día de hoy.

Una puerta es la entrada o salida a un lugar. La entrada cuando esta se nos abre y la salida cuando ya cumplimos el propósito por el que estuvimos en ese lugar. Una puerta también es una oportunidad que el Señor abre o cierra según su voluntad, como bien lo dice en Apocalipsis 7:1: «Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: El Santo y Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie cierra, y cierra y nadie abre...».

Cuando Él nos cierra una puerta es por nuestro bien y nadie la puede abrir jamás, no insistamos que por ahí no es; sin embargo, cuando Él nos abre una puerta podemos tener la seguridad que estará con nosotros y evitará que alguien nos la cierre.

Por muy buena que parezca la circunstancia, tal vez Dios no nos abra esa puerta o por muy mala que parezca una situación, tal vez sea la puerta que Dios nos está abriendo porque Él irá delante de nosotros para garantizarnos el éxito.

Los creyentes en Cristo tenemos la gran bendición de hablar con Dios por medio de la oración. Cuando oramos, tocamos la puerta del cielo, pero Dios decide si abre o cierra. Jesús declaró: «Pidan, y se les dará. Busquen y hallarán. Llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide recibe, el que busca halla, y al que llama se le abrirá» (Mateo 7:7-8). Dios responde a nuestra oración abriendo las puertas según su voluntad.

El apóstol Pablo pidió a la Iglesia de Colosas que lo ayudaran orando para que el Señor abriera puertas. «A la vez, oren también por nosotros a fin de que el Señor nos abra una puerta para la palabra para comunicar el misterio de Cristo» (Colosenses 4:3). Nuestras oraciones deben ser para que Dios nos abra puertas de manera que cumplamos su voluntad antes que la nuestra. El Señor sólo tiene tres tipos de respuestas a nuestras oraciones: «Si. No. Si, pero en mi tiempo».

En uno de sus viajes misioneros, Pablo y sus acompañantes tuvieron una experiencia aleccionadora; a pesar de que les movía hacer la voluntad de Dios en el establecimiento de su Reino en la tierra de su tiempo, el libro de los Hechos de los Apóstoles (16:6-10), narra cómo «atravesaron la región de Frigia y de Galacia, porque les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia. Cuando llegaron a la frontera de Misia, procuraban entrar en Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió. Entonces, después de pasar junto a Misia, descendieron a Troas. Y por la noche se le mostró a Pablo una visión en la que un hombre de Macedonia estaba de pie rogándole y diciendo: ‘¡Pasa a Macedonia y ayúdanos!’. En cuanto vio la visión, de inmediato procuramos salir para Macedonia, teniendo por seguro que Dios nos había llamado para anunciarles el evangelio».

¿Acaso no era la voluntad de Dios que predicaran a todas las naciones?, por supuesto que sí, pero se encontraron que el Espíritu Santo les cerró la primera puerta para entrar en Asia. Luego procuraron entrar a Bitinia y el Espíritu del Señor no se los permitió, cerrándoles esa segunda puerta; sin embargo, en la visión del hombre macedonio se le mostró la puerta abierta para anunciarles el evangelio y hacia allá fueron.

Aunque pensemos que, por hacer la obra de Dios, todas las puertas se nos abrirán, vemos que no siempre sucederá así; pues Dios en su soberanía nos guía por medio del Espíritu Santo, quien nos abrirá o cerrará las puertas que Él considere, y nosotros debemos entender que así será.

El apóstol había partido con un plan atinado y realista, pero el razonamiento humano no siempre es confiable. La Biblia nos dice que confiemos en el Señor en vez de nuestro entendimiento; «confía en el Señor de todo corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia» (Proverbios 3:5).

Si queremos obedecer la voluntad de Dios para nuestra vida, debemos vivir según la dirección del Espíritu Santo; piense en el hecho de que el Dios del universo está tomando un momento para llamarle la atención y dirigirle en la dirección correcta. Obedezca al Señor y Él dirigirá sus pasos por la senda correcta y hacia las puertas correctas.

Por otro lado, el que Dios nos abra puertas no significa que no tendremos adversidades, al respecto Pablo escribió: «Porque ahora no quiero verlos de paso, sino que espero quedarme algún tiempo con ustedes, si el Señor lo permite [si Dios me abre esa puerta]. Pero me quedaré en Éfeso hasta Pentecostés; porque se me ha abierto una puerta grande y eficaz, y hay muchos adversarios» (1ª Corintios 16:7-9).

¿Se da cuenta?, Dios puede abrirnos una puerta, pero el adversario tratará de impedir que hagamos la voluntad de Dios, ahí es donde vemos quién es valiente y quien no para obedecer al Señor.

Un nuevo año es una nueva puerta que Dios nos abre, pero eso no significa que haremos lo que creamos, sino que debemos hacer su voluntad, pues habrá puertas que nos abra y otras que nos cierre, pero siempre será para nuestro bien. Lo que debemos hacer es caminar cada día del año bajo su infalible dirección, eso nos garantizará sus bendiciones y la victoria final.

Pero, para tener la guía del Espíritu Santo necesitamos haber creído en Jesús como nuestro único Señor y Salvador; Cristo dice: «Yo soy la puerta. Si alguien entra por mí será salvo; entrará, saldrá y hallará pastos» (Juan 10:9). Si usted desea ser salvo y asegurar su eternidad en el cielo, le invito a orar junto conmigo entregando su vida a Jesucristo.

Ore así: Padre celestial, confieso que he pecado contra ti y me arrepiento de todo corazón por eso, Jesucristo te pido perdón por mis pecados, límpialos con tu sangre derramada en la cruz por amor a mi, Jesús te recibo en mi corazón como mi único Señor y Salvador, lléname con tu Espíritu Santo para que me guíe por cuales puertas debo entrar, enséñame a orar y háblame cada día a través de tu Palabra. Gracias te doy Padre, en el nombre de Cristo, amén.

Que el Señor bendiga su vida y le abra puertas de gracia, así como cierre las que no le convienen durante este año 2024 que está por comenzar.

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - Una puerta llamada 2024