Ante la resurrección de Cristo
El Nuevo Testamento establece que la resurrección de Jesús es el fundamento en el que se sostiene o se cae el cristianismo en su totalidad.
30 DE MARZO DE 2025 · 08:00

La resurrección de Cristo (1)
La resurrección de Cristo es para la apologética el punto culminante de la defensa de la fe, constituyéndose en el milagro por excelencia entre todos los que conoce la historia sagrada.
No sólo por la manera en que revierte de manera indiscutible el funcionamiento normal de la naturaleza, siendo como tal la “cereza en el pastel” a favor de la defensa de la posibilidad de los milagros; sino también por su significación.
Comenzando por el hecho de que el Nuevo Testamento establece que la resurrección de Cristo es el fundamento en el que se sostiene o se cae el cristianismo en su totalidad.
Eso significa que si la resurrección lograra desmentirse de forma concluyente, el cristianismo se caería por completo por su base.
Además, en ningún otro tema de la defensa de la fe se entrelazan y entremezclan de manera más estrecha los aspectos teológicos con los aspectos apologéticos.
Por todo ello la defensa de la resurrección de Cristo es, por una parte, muy necesaria e incluso tentadora para el apologista. Pero por otra esta defensa debe involucrar en muchos casos una correcta exposición y comprensión teológica de ella, antes de abordar sus aspectos estrictamente apologéticos; pues los malentendidos teológicos en relación con la resurrección de Cristo pueden llegar a ser el terreno abonado para que sus detractores la emprendan contra lo que serían tan sólo “hombres de paja” alrededor de este asunto.
Para no extralimitarnos -sino mantenernos en el campo estricto de la apologética- únicamente abordaremos los aspectos teológicos de la resurrección al final de esta serie y de manera necesariamente breve y marginal. Aunque sean sus aspectos doctrinales, justamente, los más llamativos, amenos y fascinantes para los cristianos.
Porque, a decir verdad, los aspectos apologéticos de la resurrección pueden llegar a ser demasiado técnicos y, por lo mismo, densos y áridos en su tratamiento. De ahí que la tentación del apologista sea dejarse arrastrar demasiado a estos aspectos que no conciernen más que a los especialistas y no al cristiano medio ni a sus opositores habituales, que es, por tanto, el nivel en el que procuraremos mantener este tratamiento.
Una razón más para no pasar por alto sus aspectos teológicos -así sea de manera panorámica y a vuelo de pájaro- es que al concentrarnos en los aspectos históricos de la resurrección -que son sus aspectos propiamente apologéticos- podemos perder de vista sus aspectos actualmente vigentes, es decir las maravillosas implicaciones que tiene para nuestra vida presente y futura.
Por lo que, a la hora de defender la veracidad de la resurrección de Cristo el creyente debe procurar resaltar también esos aspectos que constituyen el significado y el atractivo final de la resurrección de Cristo que fundamentan nuestra esperanza. Es decir, enfatizar sus aspectos existenciales a la par con las garantías históricas involucradas en su defensa.
De la resurrección se han escrito, por parte de los apologistas de mayor renombre y credenciales académicas, muchos libros para defenderla, siendo unos de los más asequibles en sus aspectos técnicos los de Josh McDowell, tanto en el tratamiento que hace de ella en su libro clásico Evidencia que exige un veredicto, como en uno de los que ha dedicado expresamente a este asunto, como lo es El factor de la resurrección en el que expone de manera más sencilla los argumentos ya desarrollados al respecto en el primero de ellos.
Hay tratamientos más profundos y documentados emprendidos por otros autores especializados como el renombrado Gary Habermas, tal vez el más destacado especialista actual en todos los matices apologéticos de la resurrección, pero los aspectos técnicos involucrados se hacen ya más difíciles de seguir en sus obras.
Sin embargo McDowell logra mantenerse en un nivel menos especializado, pero a la vez más popular y accesible al cristiano medio, por lo que es el que en lo personal recomiendo como introducción a quienes quieren comenzar a profundizar en este tópico.
Empecemos por decir que los aspectos más técnicos relacionados con la resurrección de Cristo giran alrededor de un tema un poco árido para muchos, pero siempre necesario, como lo es el establecer la confiabilidad de los evangelios y los demás escritos del Nuevo Testamento.
¿Son documentos históricamente veraces y ceñidos a los hechos narrados en ellos, para poder así acudir legítimamente a ellos como la fuente, si no única, sí como la principal a la hora de conocer de la manera más detallada y de primera mano lo sucedido la semana de pascua?
Para no adentrarnos en este tema, que exige una comprensión satisfactoria del método histórico que no a todos se les facilita, baste aquí con decir que los historiadores de la más variada procedencia han establecido ya de sobra y casi por consenso que los evangelios y escritos del Nuevo Testamento son más que confiables para este propósito.
Quien niegue este hecho, sencillamente lo hace desde la ignorancia y deja así expuesto su desconocimiento de las discusiones y conclusiones académicas en relación con este asunto.
De hecho, este primer paso en relación con la defensa de la resurrección requiere un tratamiento particular alrededor de la defensa de la singularidad, la fidelidad, la integridad y veracidad confirmada de la Biblia en muchos de sus contenidos, tratamiento que excede los propósitos de esta publicación, tanto en su intención como en su extensión, por lo que para nuestros propósitos, daremos por sentadas las conclusiones y el consenso ya señalado de los historiadores sobre este particular.
Hoy por hoy, todos los debates y discusiones serios y documentados a favor o en contra de la resurrección parten del relato de los evangelios al que unos y otros, defensores o detractores de la resurrección de Cristo por igual, deben darle crédito si quieren ser consecuentes con las conclusiones académicas ya establecidas alrededor de la confiabilidad histórica de la Biblia en general y de los evangelios y el Nuevo Testamento en particular.
Y es, pues, alrededor del relato de los evangelios que debe girar la argumentación del creyente en defensa de la resurrección, pues este es el campo común compartido también con los escépticos serios, honestos y documentados que niegan la resurrección de Cristo y proponen, entonces, teorías alternas para explicar los sucesos de la semana de pascua.
Así, pues, los hechos más relevantes y que exigen mayor consideración involucrados en la resurrección son, entonces, los siguientes tres, establecidos cada uno de ellos de manera independiente, es decir, acudiendo a fuentes y tradiciones tempranas diferentes e independientes entre sí ─e incluso hostiles al cristianismo, como lo sería el Consejo de gobierno judío─ de las que cada evangelio se alimentó.
- La tumba vacía.
- Apariciones de Cristo resucitado
- La predicación apostólica de la resurrección
De estos tres aspectos hablaremos en las próximas semanas.
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Creer y comprender - Ante la resurrección de Cristo