‘La cruz y el puñal’ y el legado de David Wilkerson

La historia de cómo este pastor decidió ir a Nueva York en 1958, cuando vio la fotografía en la revista Life de siete adolescentes culpados de asesinato, es un impresionante testimonio de la fuerza de la compasión y el poder del Espíritu Santo.

    Protestante Digital · 28 DE NOVIEMBRE DE 2023 · 10:00

    David Wilkerson y Nicky Cruz cuando ocurrieron los acontecimientos que cuenta La Cruz y el Puñal en los años 50.,David Wilkerson y Nicky Cruz cuando ocurrieron los acontecimientos que cuenta La Cruz y el Puñal en los años 50.
    David Wilkerson y Nicky Cruz cuando ocurrieron los acontecimientos que cuenta La Cruz y el Puñal en los años 50.

    Hace medio siglo que el productor Dick Ross (1918-2009) se cansó de dirigir las películas de Billy Graham para emprender la aventura de llevar el libro La cruz y el puñal al cine. La historia de David Wilkerson (1931-2011) ocurre en la Nueva York de finales de la década de1950, pero el actor que eligió para dirigirla, Don Murray –protagonista de La conquista del Planeta de los Simios y ganador de un Oscar por la película que hizo con Marilyn Monroe, Bus Stop– la traslada a finales de los 60.

    El libro se escribió en 1963, no por Wilkerson, sino por dos “escritores fantasma”, John y Elizabeth Sherrill, que hicieron algunos de los títulos de más éxito del mundo evangélico en aquella época, como El contrabandista de Dios del Hermano Andrés o El refugio secreto de Corrie Ten Boom. Fue todo un fenómeno editorial. La cruz y el puñal ha vendido más de quince millones de ejemplares. La película se calcula que la han visto cincuenta millones de personas. Está en tantos idiomas como se ha publicado el libro, treinta –las películas normalmente se doblan a doce–. 

    Ross dirigió la mayoría de las películas de Billy Graham hasta Los inquietos (1965), que protagonizó el joven actor Johnny Crawford, conocido por la serie de televisión El hombre del rifle. Antes tenía una pequeña compañía en los años 40 denominada Great Commission Films. Graham le propuso filmar alguna de sus campañas a efectos documentales. Ross tuvo entonces la idea de hacer historias de ficción, que dramatizaran la vida de personas que habían llegado a ser cristianaspor medio de su predicación. Así nace Mr. Texas (1951) y World Wide Pictures.

    Las películas transcurren siempre durante las llamadas “cruzadas” del evangelista. Sus sermones constituyen el eje de las historias. Sólo en Oiltown, USA (1954) no es en un estadio, sino en la televisión. La única de aquellas primeras películas que se distribuyó en español es una curiosa coproducción argentina con el conocido director Héctor Olivera, Lucia (1963). 

    La protagonista de todas ellas era Georgia Lee, que deja la productora de Billy Graham con Ross, pero acaba dedicándose al porno. Mientras Ross hace La cruz y el puñal, Lee hace películas de “sexploitation” con su hija Robbie para Roger Corman. Por si esto fuera poco, acaba haciendo con su marido –un predicador que había fundado una iglesia presbiteriana– y su hija, la secuela de Garganta profunda (1973) –la escandalosa película de Linda Lovelace que abre las puertas de las salas comerciales al “porno duro”, tras largos procesos judiciales–.

     

    Una película diferente

    Ross había agotado la fórmula de las películas de Billy Graham. Eran historias demasiado predecibles. Al principio, los personajes se presentan escépticos al cristianismo, viviendo en clara inmoralidad, o sinceramente buscando respuestas para el sentido de la vida. Al final, la mayor parte llega a creer en Cristo, ayudados por amigos o familiares, normalmente después de escuchar a Graham.

    Las películas del evangelista se habían concentrado hasta ahora en personajes adultos de clase media, generalmente matrimonios preocupados por el éxito económico. En su último trabajo para Graham, Los inquietos, se plantea ya hacer una historia sobre jóvenes rebeldes, cínicos respecto al sistema, que experimentan con la droga y el sexo sin estar casados. Tiene la música de Ralph Carmichael, un cristiano que hizo los arreglos para Nat King Cole. La producción tiene tal éxito que se logra exhibir en salas comerciales con el patrocinio de iglesias que proporcionan voluntarios para hablar con las personas interesadas en el Evangelio, como el futuro presidente Jimmy Carter.

    La experiencia le lleva a pensar un proyecto más ambicioso, fuera ya de la organización de Graham. Tenía entonces 52 años. Había trabajado durante quince años como director de las películas del evangelista. Le sucedió el guionista de Los inquietos, James F. Collier, que dirige luego durante veinte años todas las películas que hizo del predicador. La idea de Ross era tener el mayor impacto posible con temas sociales, que fuera más allá de un momento de decisión en una campaña masiva del famoso evangelista.

     

    Un director sorprendente

    Don Murray es un hombre de fuertes principios, más sociales y políticos que espirituales. Estudió teatro, debutando en Broadway a comienzos de los años 50. Como objetor de conciencia, trabajó con refugiados durante la guerra de Corea. Su nombre está siempre unido al Oscar como actor secundario en 1956 con Marilyn. Murray había protagonizado en los años 60 tres largometrajes de predicadores con inquietudes sociales que marcaron la ciudad de Nueva York: el pastor reformado, padre del pensamiento positivo, Norman Vincent Peale (El destino de un hombre); el antiguo pandillero alcohólico Tom Harris (El cuento del gallo) y el jesuita Charles Clark (Refugio de criminales).

    ‘La cruz y el puñal’ y el legado de David Wilkerson

    Wilkerson decidió ir a Nueva York en 1958, cuando vio la fotografía en la revista Life de siete adolescentes culpados de asesinato.

    El actor se mostró al principio muy reticente a dirigirla, ya que no veía el cine como un instrumento de evangelismo. Fue por la recomendación de su amigo Tom Harris, el criminal que se había convertido en predicador en Harlem, que decidió escribir y dirigir la película. A la propuesta original de protagonizar el filme, sugirió otro actor que se identificara más claramente con la fe de David Wilkerson, Pat Boone. 

    El cantante, actor y presentador de un programa de radio se hizo un nombre en los años 1950 y 1960. A pesar de su aspecto conservador, era un hombre inquieto. Al fracasar su matrimonio en los años 60, por demasiadas fiestas y abuso del alcohol, tiene una experiencia carismática en los años 60. Pasa de la Iglesia de Cristo a la del Evangelio Cuadrangular en los 70, que hace estudios bíblicos en su casa de Beverly Hills con Doris Day, Glenn Ford y hasta Zsa Zsa Gabor. No hay duda de que era la persona ideal para encarnar al pastor de las Asambleas de Dios que vino a predicar a los miembros de las bandas juveniles que llenaban las calles de Nueva York a finales de los 50.

    La búsqueda de una película evangélica que finalmente reflejara la vida con mayor realismo llevó a Murray a escribir un guión que en la versión original suena con el verdadero lenguaje de la calle, como observa el crítico del The New York Times. Los pandilleros que se enfrentan en estas peleas son auténticos miembros de las bandas, que incluye hasta un insospechado debut en el cine de Harry Reems –el pionero del porno duro, arrestado en 1974 por el escándalo de la película Garganta profunda que llegó finalmente a la fe evangélica tras una vida llena de excesos–.

    En el casting que llevó a cabo Murray, encontró a Erik Estrada, un joven de origen portorriqueño del Harlem, que a partir de entonces llegó a ser un rostro habitual en el cine y la televisión. Su papel más conocido fue como protagonista de la serie de policías patrulleros de carretera en los años 70, CHiPs –emitida en España hasta los años 90 por Antena 3–. Este actor católico interpreta a Nicky Cruz, el jefe de la banda de los Mau Mau, que fue convertido por la predicación de Wilkerson. En realidad, parece que llevaban la ‘doble M’ en rojo, en vez de en blanco, como en la película. Por lo demás, es como si se hubiera trasladado a finales de los 60.

     

    Una historia real

    La cruz y el puñal, doblada a treinta idiomas, tuvo mucho impacto en países tan lejanos de la sociedad norteamericana como era Rusia. Su exhibición en los cines fue mejor recibida que ninguna otra película evangélica que se había mostrado hasta ahora en un circuito comercial. Su distribución internacional es un curioso ejemplo de cómo una historia, cuánto más transmite una realidad local, más valor universal tiene.Es difícil pensar en algo más concreto que el problema de inseguridad que se vivió en Nueva York en aquella época, sin embargo, el asunto era conocido en todo el mundo, por las películas y series de televisión que se hacían entonces sobre los policías y bandas de delincuentes de esta ciudad. 

    ‘La cruz y el puñal’ y el legado de David Wilkerson

    El actor portorriqueño del Harlem que hace de Nick Cruz, Erik Estrada, se hizo conocido como protagonista de la serie de policías patrulleros de carretera en los años 70, CHiPs.

    Las pandillas de la época de West Side Story (1961) están en un ambiente ya casi setentero, así como la música que acompaña la escena de acción con la que comienza. El enfrentamiento entre los Mau Mau y los Bishops tiene un realismo hasta ahora nunca visto en las películas evangélicas. Aunque, al tratarse de verdaderos miembros de bandas, tuvieron serios problemas para que la violencia no fuera real.

    "Aquellos que atraviesan una valle de sombra de muerte, llorarán en oscuras noches, pero oirán el susurro del Padre".

    Parte del éxito se debe a la colaboración de Tom Harris, el antiguo dirigente de pandillas alcohólico que se había sido convertido a la fe cristiana y ayudaba ahora a los jóvenes. Este había sido interpretado por Don Murray en una película que él mismo había escrito y producido. En El cuento del gallo (Childish Things, 1969) actúa también la famosa actriz de la serie Dinastía, Linda Evans, con su marido entonces, John Derek, como director. 

    Al año siguiente de estrenarse La cruz y el puñal, el dibujante Al Hartley –convertido a la fe evangélica y conocido por el popular personaje de Archie– hizo una adaptación al cómic, que se hizo muy famosa. La tuve yo mismo de niño, en lengua inglesa –aunque hubo luego una versión española, hecha en Miami por Unilit–. Mi padre estaba entonces viviendo en Nueva York, cuando se hizo la película. Residía en iglesias latinas que había en los barrios donde transcurre esta historia, Harlem y Bronx. Mi infancia está llena de historias de los peligros que vivió durante aquellos años. Veía desde la ventana cómo las bandas se enfrentaban en medio de la noche, o escuchaba cómo un predicador había sido muerto a navajazos junto a una máquina de refrescos del metro, donde se había despedido de él el día anterior, después de haber estado juntos en un culto.

     

    El legado de Wilkerson

    Mi padre conoció entonces el centro de rehabilitación de David Wilkerson que llevaba ya su hermano. Él era un predicador famoso que podía, como Nicky Cruz, recorrer el mundo contando su historia. Lo sorprendente fue cuando andando un día por la calle 42, dominada entonces todavía por la pornografía, decidió volver a los orígenes. Alquiló un cine y comenzó la iglesia de Times Square. La renuncia de Wilkerson a convertirse en una personalidad evangélica, mostró una integridad y coherencia que le ha hecho ser admirado por muchos, aunque no compartan su perspectiva profética.

    ‘La cruz y el puñal’ y el legado de David Wilkerson

    El director Don Murray tenía un Oscar por la película que hizo en 1956 con Marilyn Monroe, Bus Stop.

    La historia de cómo este pastor decidió ir a Nueva York en 1958, cuando vio la fotografía en la revista Life de siete adolescentes culpados de asesinato, es un impresionante testimonio de la fuerza de la compasión y el poder del Espíritu Santo. Su trabajo pionero en la rehabilitación de drogadictos sigue siendo un ejemplo para todos aquellos que creemos que Dios se complace en mostrar su gracia, no para con los poderosos de este mundo, sino con los humildes. Es a los que han destruido su vida y son conscientes de su miseria, que el Señor presenta su misericordia. Puesto que “los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos” (Mt. 9:12; Mr. 2:17; Lc. 5:31).

    Wilkerson fue también singular en su oposición al evangelio de la prosperidad.Cuando muchos en su medio se volvían a una concepción de la fe que “hacía mal al pobre y al necesitado”, el autor de La cruz y el puñal denuncia a estos predicadores como “lobos que han sustituido el dinero por la cruz” en un famoso sermón de 1999. En ese sentido, por lo menos, su ministerio fue verdaderamente profético.

    Aunque la colisión con un coche, se lo haya llevado de este mundo, creo que para Dios no hay accidentes. “Aquellos que atraviesan un valle de sombra de muerte –escribió en su blog, horas antes de su partida–, escuchen esta palabra: lloraremos durante oscuras y terribles noches, pero en las tinieblas pronto oiremos el susurro del Padre diciendo: ‘Yo estoy contigo; Ahora no te puedo decir por qué, pero un día todo tendrá sentido. Verás que todo formaba parte de mi plan. No era un accidente. No fue un error por tu parte. ¡Agárrate fuerte! ¡Déjame abrazarte en la hora del dolor!’”. No hay duda que ahora disfruta de ese abrazo eterno.

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