La mejor literatura, la Biblia

Si la Biblia es el best seller de tu estantería, tu principal lectura, tú también serás la mejor versión de tu ser.

21 DE JULIO DE 2024 · 08:00

Aaron Burden, Unsplash,biblia café, Biblia lago
Aaron Burden, Unsplash

La mejor literatura la hallamos en La Biblia. En cada ejemplar de la Biblia encontramos una biblioteca. Eso significa la palabra “Biblia”: la biblioteca que nos ha regalado el Señor, con sesenta y seis libros de incalculable valor.

Si analizamos la joya que tenemos entre manos, llegamos a la conclusión de que no hay mejor lectura para cualquier ser humano. Todos deberíamos apreciarla, leerla y dejarnos guiar por su luz. ¡Qué lenguaje hermosísimo! ¡Qué concisión para expresarse, sin querer impresionar a nadie ni embellecer de forma artificiosa! ¡Qué historias apasionantes! ¡Cuántos anuncios cumplidos y otras profecías que se cumplirán! ¡Qué capacidad de recrear el espíritu humano! Recrear en su doble sentido: sólo la Biblia puede volvernos a crear (a mí me hizo hombre nuevo); y, además, recrea mi espíritu, es decir, me deleita, me divierte...

Hay consuelo y esperanza en la Biblia. Consuelo para aliviar nuestras penas presentes. Esperanza para mirar al mañana con alegría, pues nuestro Redentor volverá y nos salvará; y no es el mal el que acaba venciendo, sino la verdad, la justicia y la humildad. Nos promete una herencia, un hogar, una riqueza celestial, un Esposo amante y al Padre tierno eternamente. Y la Biblia es el documento que certifica que nuestra herencia es real, tanto como la resurrección de Jesús, que tuvo lugar y partió la historia en dos.

La Biblia es una fuente de energía inagotable. Siempre hallamos calor en ella. Nos salva del frío incrédulo de este mundo. ¡Nos aporta aliento! ¡Ánimo para nuestro medroso corazón! Da sentido a la existencia, un por qué y un para qué vivir. En ella se revela al Dios que todo lo hace con propósito y que ha personalizado su amor para cada uno de nosotros, así como un plan que llevará a cabo, si le dejamos.

Hay tanta sabiduría en la Biblia que si un hombre o una mujer no tuviesen otro material de estudio o meditación y abrazara los libros de Dios con la honra que merecen, acabarían siendo como Salomón en sapiencia o como Abigail en inteligencia y, lo más importante, como Jesucristo en carácter sabio, llenos de amor y temor de Dios.

Es la Biblia el tesoro de los pueblos, pero, a la vez, el recurso más ignorado y, por ende, despreciado. Si una nación la tomara en serio, sería el reino más próspero y feliz de la tierra. Gobernantes de ayer y de hoy que han querido dejar que la Biblia les gobierne a ellos primero, se han convertido en los más grandes benefactores de la historia.

Ignorar la Biblia es ignorar de dónde venimos y hacia dónde vamos. Quedamos entonces abandonados al engaño y al relativismo cruento. Y somos presa fácil de filosofías que matan y empobrecen, o de líderes que, lejos de pastorear, devoran a los hombres cual lobos implacables.

La jugada maestra de Satanás ha sido hacernos creer que la Biblia es mito o religión, equipararla con el Corán o con Las mil y una noches. Hacernos pensar (si es que la tenemos en nuestra biblioteca) que ella y la Odisea son lo mismo o que ella y la Enciclopedia Británica valen igual.

Ningún otro libro impreso se compara en calidad, poder de transformar vidas, anuncios proféticos cumplidos, biografías extraordinarias o la grandeza del Autor, con El libro de los libros. El jaque mate de Dios será que cielos y tierra pasarán, mas su Palabra no pasará (Lucas 21:33). Todo se cumplirá (Apocalipsis 21:6).

La Biblia versa sobre el hombre y, lo que es más importante, nos habla del Hombre de los hombres. La belleza escondida en el Antiguo Testamento, y revelada en su máxima expresión en el Nuevo, es Jesús de Nazaret. Si le preguntamos a cada uno de los sesenta y seis libros de la Biblia: “¿Y tú de qué hablas?”. Cada uno responderá: “¡De Jesús!”. ¿Génesis? ¡Jesús creando! ¿Apocalipsis? ¡Jesús volviendo! ¿Isaías? Jesús muriendo. ¿Los Evangelios? Jesucristo naciendo, viviendo, salvando y resucitando. ¿Efesios? ¡Jesús reinando! ¿Los Hechos? Jesús llenando el mundo del Evangelio. ¿Proverbios? Jesús enseñando. ¿Cantares? Jesús nos está amando...

Y así podríamos seguir hablando de lo que la Biblia habla. Pero permitidme terminar este soliloquio mencionando aquello que la Biblia calla.

El ser humano, siempre ávido de saber, ha querido conocer lo oculto y misterioso, sin siquiera usar bien el conocimiento que ya posee (que, por cierto, es gracia del Padre de las Luces). Los secretos le pertenecen al Señor, lo revelado a nosotros y a nuestros hijos para siempre (Deuteronomio 29:29).

Si la Biblia calla sobre algo, yo lo acepto y descanso. Quizás en el Cielo entenderemos. Pero lo que sí me preocupa es qué hago con todo lo otro, lo que ella revela y lo que se espera de mí ante esa luz del tiempo presente. Todos haríamos bien en rendirnos ante la evidencia de que el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo nos hizo. Nos hizo para tener una relación con Él y quiere que le conozcamos y encontremos destino eterno y propósito terreno en su Palabra.

Valora tu Biblia, Amigo Lector. Dedícale buenos minutos a su estudio. Y medita en ella cada día. Solo así harás prosperar tu camino y te irá bien (Josué 1:8). Serás como árbol verde en tiempos de sequía (Salmo 1:1-3). Bienaventurado serás y harás benditos también a tus descendientes. Si la Biblia es el best seller de tus estanterías, la principal lectura, tu mejor literatura, sin duda, tú también serás la mejor versión de tu ser.

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Soliloquios - La mejor literatura, la Biblia