Cinco panes y dos peces

Ningún milagro de Jesús, aparte de su resurrección, tuvo tanto impacto en sus discípulos como éste. Los cuatro evangelistas lo mencionan.

Protestante Digital · 06 DE ABRIL DE 2024 · 08:00

,panes peces

Marcos recoge el espectacular milagro realizado por Jesús ante cinco mil hombres (Mc. 6:35-44). Partiendo sólo de cinco panes y dos peces, el Maestro los multiplicó y llegaron a sobrar doce cestas llenas, después de que aquella multitud se saciara.

Esta maravilla, incomprensible desde el racionalismo, ha venido excitando desde el siglo XIX la mente de los diversos teólogos y comentaristas.

Unos, como el protestante alemán Julius Wellhausen (1844-1918), creían que el hecho de que los distintos evangelios se refieran a varios milagros de multiplicación, ligeramente diferentes entre sí, permitía dudar de que tales milagros realmente hubieran ocurrido y, por tanto, en su opinión, se deberían a reconstrucciones posteriores de los cristianos primitivos.

De la misma opinión era el franco-alemán Albert Schweitzer (1875-1965), quién pensaba que en general se trataba de un suceso histórico, a excepción de la frase final de que todos se saciaron.[1] 

Otros comentan que lo que en realidad ocurrió es que la multitud, al ver cómo Jesús repartía lo poco que tenía, entendió que debía compartir también con los demás la poca comida que cada uno llevaba encima y esto fue suficiente para que todos pudieran comer algo, pero de milagro nada (Heinrich Eberhard Gottlob Paulus (1761-1852); Karl Theodor Keim (1825-1878); etc.).[2] 

En este sentido, el profesor germano Jürgen Roloff (1930-2004), creía también que se trataba de un relato exagerado conscientemente que pretendía resaltar la idea del banquete mesiánico.

A pesar de tales opiniones, conviene tener en cuenta que ningún milagro de Jesús -aparte de su resurrección- tuvo tanto impacto en sus discípulos como éste.

Los cuatro evangelistas lo mencionan en sus escritos (Mt. 15:30-39; Mc. 6:35-44; Lc. 9:12-17 y Jn. 6:1-14). Lo cual es suficientemente significativo.

Si no hubiera ocurrido o fuera una leyenda posterior inventada por sus seguidores, como pensaba también Bultmann y otros, jamás habría sido sostenida y testificada por tantos hombres de Dios.

No hay duda de que los cuatro evangelistas, así como sus comunidades cristianas primitivas, creyeron y estuvieron convencidos de que las multiplicaciones de panes y peces realizadas por Jesús fueron auténticos milagros.

Así lo entendieron y así lo dejaron escrito, inspirados por el Espíritu Santo.

El evangelista Marcos recogió el testimonio directo y la predicación del apóstol Pedro. Cuando se leen estos versículos sobre la alimentación de los cinco mil, da la impresión de que quien lo relata tuvo que ser un testigo presencial.

En efecto, se habla de que la multitud fue sentada sobre la “hierba verde”. Esto indica que probablemente era primavera. La gente se sentó “de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta”, es decir de manera ordenada para una mejor distribución del alimento.

Esto solamente lo podía saber quién lo hubiera presenciado. Se trata de una escena cargada de colorismo que resalta a los miles de personas con sus diversos atuendos sobre el fondo uniformemente verde de la hierba.

El denario era una moneda de plata correspondiente a lo que cobraba un obrero por una jornada de trabajo. De manera que comprar pan por doscientos denarios suponía gastarse aproximadamente el sueldo de medio año.

Esto era una cantidad que, con total seguridad, no llevaban los discípulos encima y además sería insuficiente para alimentar a más de cinco mil personas.

Hay que tener en cuenta que, según la manera hebrea de contar, no se computaba a las mujeres ni a los niños sino sólo a los varones adultos. Por lo que podría haber mucho más de cinco mil personas.

Los cinco panes mencionados eran de cebada, según especifica Juan (6:9), es decir, el más basto y barato que se elaboraba. Se trataba del pan de los pobres, redondo, del tamaño de un plato y de un dedo de grosor.

Mientras que los dos peces serían probablemente de la especie de las “sardinas de Galilea” (Acanthobrama terraesanctae), ejemplares de agua dulce y endémicos de dicho lago.[3] 

Algunos pueblos de las inmediaciones se dedicaban a sazonar estos peces para conservarlos y comercializarlos, por lo que eran comunes y abundantes.

El mensaje que nos transmite este milagro del Maestro es que, a partir de algo insignificante, Él puede hacer grandes cosas. En sus manos, lo mínimo se convierte en máximo.

Esto debe darnos seguridad y confianza a quienes creemos en su Palabra. Aunque nos parezca que nosotros somos poca cosa, apenas poseemos talento o disponemos de menguados recursos, podemos estar seguros de que si los dedicamos a la extensión de su reino en la tierra, Dios puede multiplicarlos poderosamente para el bien de muchos.

Nuestro talento en las manos de Jesucristo es como una lluvia de bendición para el pueblo.
 

[1] Gnilka, J. 1996, El Evangelio según San Marcos, Sígueme, Salamanca, p. 306.

[2] Taylor, V. 1980, Evangelio según San Marcos, Cristiandad, Madrid, p. 380. 

[3] Cruz, A. 2022, Diccionario Enciclopédico de Animales y Plantas de la Biblia, Clie, Viladecavalls, Barcelona, p. 698.

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