Armenia, la tierra de los hijos de Jafet

Los turcos asesinaron cerca de dos millones de amenios; hombres, mujeres y niños. Todo un genocidio.

11 DE NOVIEMBRE DE 2018 · 09:00

Vista aérea de un pueblo armenio / Ivars Utinsns, Unsplash,pueblo armenio, ciudad armenia
Vista aérea de un pueblo armenio / Ivars Utinsns, Unsplash

Acabo de regresar. He estado 10 días en Armenia.

Poco tiempo. Me habría quedado allí 20 0 30 días más. Al ser un país pequeño existe la idea de que se puede ver en poco tiempo. Error. Armenia tiene mucho que enseñar al viajero. Es uno de los países más antiguos del mundo. Aquí estuvo el reino de Urartu, habitado por los hurritas, correspondientes al bíblico Ararat. Por aquí pasó Alejandro Magno en el siglo IV antes de Jesucristo para dominar a los armenios.

Voy a dividir mi visión de Armenia en dos partes. A este artículo le seguirá otro la próxima semana.

 

HISTORIA

En los pocos párrafos que voy a redactar sobre la historia de este país sigo al eminente erudito armenio Artak Movsisian en su libro (versión francesa) “Histoire D´Arménie”, publicado por la Universidad de Erevan en 2016.

El territorio de la Armenia actual sólo tiene 29.743 kilómetros cuadrados. Aquí viven unos tres millones de personas. Una de sus leyendas sugiere que los primitivos armenios fueron descendientes de Jafet, el menor de los tres hijos de Noé.

Después de innumerables guerras entre los ejércitos persas y bizantinos, los dos gobiernos firmaron un acuerdo el año 591 por el que Armenia quedaba bajo el dominio del imperio bizantino. Los invasores árabes entraron en Armenia en su época triunfadora del siglo VII.

Siempre de una mano a otra, de un cruel gobierno extranjero a otro más cruel, los otomanos turcos, de religión musulmana, se asentaron en Armenia durante 300 años. Más tarde, entre los siglos XVII y XVIII, tras la guerra entre el imperio otomano y Venecia, los armenios vislumbraron un período de independencia que no se produjo.

El 28 de mayo 1918 Armenia se declaró República independiente. No duró mucho la alegría a la martirizada nación. En 1922 pasó a formar parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Con la Perestroika de Gorbachov llegó por fin el autogobierno. El 23 de agosto 1990, tras 70 años de dominio ruso, se firmó la “Declaración de la Independencia de Armenia”. No obstante pequeños conflictos con sus vecinos, especialmente Georgia y Azerbayán; Armenia es hoy día un país tranquilo que desea vivir en paz y está desarrollando una economía que va en aumento año tras año.

 

EL GENOCIDIO CONTRA LOS ARMENIOS

Según la “Enciclopedia de Minorías Mundiales”, del paquistaní Javaid Rehman, genocidio significa matanza de una raza, tribu o grupos religiosos o étnicos. El genocidio como exterminación física contra grupos minoritarios de personas ha formado parte de la humanidad y, en un sentido, ya consta en los antiguos libros bíblicos de Samuel, Reyes y Crónicas.

Pero no fue hasta después del genocidio cometido por Hitler contra los judíos cuando Naciones Unidas se pronunció sobre el tema. El 9 de diciembre 1948 la conocida organización internacional de países adoptó una resolución considerando el genocidio como crimen contra la humanidad.

Algo tarde. Poco dijeron las potencias occidentales del cruel genocidio cometido por el imperio otomano contra los armenios en la primera parte del siglo XX. El partido político Unión y Progreso, también conocido como los jóvenes Turcos, inició el 24 de abril 1915 una masacre contra el pueblo armenio que duró hasta el año 1923.

Los historiadores más fiables dicen que los turcos asesinaron a millón y medio de personas; hombres, mujeres y niños. Otros autores elevan la cifra a dos millones. Alan Whitehorn, en su obra en inglés “Armenian Genocide” dice que “el genocidio armenio revela el enorme poder destructivo que tiene un estado violento para la aniquilación arbitraria de comunidades étnicas y religiosas”.

 

LA DIÁSPORA

El año 1915 fue negro para la historia de Armenia. No sólo por las víctimas que causó el genocidio, también por los millones de armenios que se vieron forzados a huir a otros países. La filóloga Orbelian Zaruchi, autora del libro en francés “Arménie: Histoire, Nature, Religión” calcula en doce millones los armenios que forman la actual diáspora.

No cuenta sólo los que huyeron del genocidio, también los que salieron durante los años 1980-1990, después del seísmo y de la difícil situación económica del país, donde faltaba la electricidad, el gas, el agua, las escuelas, los hospitales. En los doce millones de armenios en la diáspora incluye a los nacidos en segunda y tercera generación.

La comunidad armenia más importante, unos dos millones, se instaló en la Federación Rusa. En Estados Unidos viven millón y medio de armenios, 700.000 en Francia, 250.000 en Georgia, 200.000 en Irán, 120.000 en Argentina, 40.000 en Brasil, 42.000 en Canadá, otros 42.000 en Alemania, 35.000 en Grecia y el mismo número en Jordania. Hay también comunidades de armenios en India, Australia, Singapur, Egipto, Hong Kong, China, Japón, Filipinas y, en menor número en España.

Uno de los problemas que enfrentaron los armenios de la diáspora fue la autoconservación nacional. Preservar su identidad y transmitir la cultura y los valores armenios a las siguientes generaciones, logrado en parte con la fundación de escuelas propias desde la enseñanza primaria hasta el instituto. En Estados Unidos y Europa residen actualmente armenios con un considerable poder económico. Estos y otros menos adinerados, pero amantes de su país, envían grandes sumas a familiares, amigos y empresas que supone una importante inyección a la economía de Armenia.

 

ARMENIA SAGRADA

Es difícil imaginar algún pueblo que no haya tenido tradiciones propias sobre la creación del mundo, independientes de la única historia verdadera que relata el primer libro de la Biblia.

Pero, a lo que yo he investigado y creo, Armenia lo supera todo, a todos. Para comprobarlo basta con la lectura de un solo libro, prescindiendo de decenas escritos en la misma línea. Me refiero a la obra titulada “La Meseta Sagrada”, de Artak Movsisian, publicado en 2010 por el Consejo Científico del Instituto de Estudios Orientales de la Academia de Ciencias de la República de Armenia.

En otro de sus libros, en francés, “Histoire D´Armenie”, Movsisian afirma que “según la Biblia Armenia es un espacio sagrado donde la humanidad fue creada y donde fueron conservados los símbolos sagrados de la inmortalidad y de la sabiduría: el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del Bien y del Mal”.

Más rotundo se muestra el autor armenio en “La Meseta Sagrada”, donde escribe: “El hecho de contener la fuente de cuatro ríos demuestra inequívocamente que el paraíso bíblico y, en consecuencia, también los árboles de la vida y de la sabiduría se localizaban en la meseta armenia. Es decir que, según la Biblia, el centro de la creación era el territorio armenio”.

No acaba ahí la especulación sobre el Edén. Otros dos autores armenios, Vahan Inglizian en “Armenia en la Biblia” (Viena 1947) y Levón Jachikian en “El Comentario de la Creación” (Erevan 1992) sostienen enfáticamente que el diluvio tuvo lugar en tierras de Armenia; y el arca, que la Biblia sitúa en el monte Ararat, actual Turquía, dicen que bajó de las aguas en territorio armenio, en un monte cuyo nombre correcto era el Gran Masis. A su favor Movsisian recurre a una cita de “Las Antigüedades judías”, de Flavio Josefo. El historiador griego de raza hebrea y sacerdotal del primer siglo cristiano, dicen que escribió este párrafo: “Más arriba del país de Minyas, en Armenia, hay una gran montaña llamada Baris donde, de acuerdo con la historia, muchos se refugiaron y se salvaron durante el diluvio, y uno que iba en el arca desembarcó en la cumbre, y los restos de las maderas se conservaron por mucho tiempo”.

Historiadores armenios afirman que Baris debió ser el armenio Masis, “que los persas pudieron haber difundido ampliamente fuera de Armenia”.

Con todo, Vahan Inglizian rebatió esta opinión aduciendo que un autor que vivió en el primer siglo “no podía mencionar un país cuyo nombre había desaparecido en el siglo VI antes de Cristo”.

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