Los coritos que cantamos en nuestras iglesias

Se ha abusado de los coritos. Algunos dicen muy poca cosa, tienen un contenido pobre y carecen de sentido.

22 DE ENERO DE 2023 · 08:00

 Madeleine Ragsdale, Unsplash,alabanza iglesia, adoración iglesia
Madeleine Ragsdale, Unsplash

Los coritos constituyen una de las expresiones litúrgicas que mayor impacto han tenido en las iglesias evangélicas de América Latina. Regularmente contienen letras sencillas y repetitivas, son fáciles de aprender y se refieren –los mejores– a verdades con base bíblica y teológica que forman parte del fundamento doctrinal cristiano.

Hay coritos que son clásicos, que casi todos los evangélicos de algunas décadas atrás los hemos cantado. La lista es abundante: “Una mirada de Fe”; “Solo Dios hace al hombre Feliz”, “Yo siento gozo en mi alma”, “Cristo rompe las cadenas”, “No hay Dios tan grande como Tú”, entre otros.

A estos coros se le han agregado otros de corte más moderno como “Venimos ante ti Señor”, “Vine a adorar a Dios”, “Tu fidelidad”. En fin, hay muchísimos coros que enriquecen el acervo de la liturgia evangélica que esta lista se haría bien extensa. Esto es un verdadero patrimonio del pueblo evangélico.

Muchos cantantes de renombres han grabado producciones completas de coros y de alguna forma se han constituido en un recurso para recordar y mantener vigente es valioso legado.

Existe una verdadera cultura, una riquísima lirica evangélica resumida en una enorme cantidad de coritos. Incluso, creo que es un buen tema para una tesis de estudios teológicos superiores, y si se quiere, para una investigación que pueda recogerse en un libro.

Pero también hay que decir que se ha abusado de los coritos. Los hay que dicen muy poca cosa, que tienen un contenido pobre y carecen de sentido. Algunos carecen de armonía y ritmo, su lirica es pobre y en ocasiones confusa, y se quedan en una repetición que no tiene el más mínimo soporte teológico o bíblico. Son simples ocurrencias de hermanos que han querido que algo que ellos han elaborado se cante en la iglesia, y algunas iglesias lo asumen dentro de su lista de cantos.

Hay coritos que pudieran ser mejores si su compositor hubiese a entendido un poco más su esencia y no tanto el ritmo y su posible. Hay coros que tienen fuerza lirica no se quedan incompleto y terminan en una repetición indefinida. Ej.

“Fuego ha bajado del cielo… dime que hago, que hago, si ya está encendido, encendido…  Si ya está encendido… ¿quién lo apagará.” Y así se repite este canto sin rematar una esencia, sin explicarse en su contenido.  Repitiendo letras así no es muy fácil alinearse con Pablo cuando nos pide que cantemos con el entendimiento (I Cor 14:15)

Recuerdo un corito que decía: “No me importa a la iglesia que vaya, si detrás del Calvario tú estás; si tu corazón es como el mío, dame la mano y hermano serás”. Un hermano cambió las letras de este coro por unas que decían: “Si me importa a la iglesia que vaya, porque todas no predican igual, y de todas las iglesias del mundo, la mejor es la pentecostal”.

Es increíble, pero llegué a escuchar en algunas iglesias la pobre y distorsionada versión de este coro. El primer es un llamado a la unidad y a la exaltación universal del sacrificio de Cristo; el otro comienza excluyendo.  y de paso, desconoce otras expresiones de fe, es sectario y promueve y sacraliza el pentecostalismo colocándola como superior a otros estilos litúrgicos.

En las iglesias debemos sacar tiempo para revisar las letras de los coros e himnos que cantamos. Debemos, de vez en cuando, hacer algún ejercicio intencional para rescatar cánticos que aportan a nuestra fe y convicción y que le hablan claro a quién no conoce al Señor.

En las iglesias se cantan coros que no revelan nada, que se machacan de forma interminable sobre una misma frase y, que tanto al creyente como al no creyente lo edifican muy poco en término de su mensaje.

Como dije anteriormente, este es un buen tema para un libro o una tesis de educación teológica superior.

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Para vivir la fe - Los coritos que cantamos en nuestras iglesias