La soledad y la erótica del poder

El poder es una falsa imitación de Dios, un simulacro que exige adoración, lealtad y devoción sin límite.

23 DE JUNIO DE 2024 · 08:00

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Imagen de diseño propio realizada por IA

Vimos en el anterior artículo sobre esta temática que nada escapa para quien entra en el trágico círculo de este juego que se llama poder, que lo absorbe todo y lo substituye todo.

Con gran agudeza e ingenio se refiere al tema del poder el periodista Francisco Ayala, quien publicó en 1989 en el periódico el País de España, un artículo con el título “La soledad del poder”. Se refiere el periodista español a lo que él llama la erótica del poder, que en este caso nada tiene que ver con la sexualidad, al menos a primera vista y de modo directo. Explica que la pasión erótica orientada hacia el poder arrastra a quien aspira alcanzarlo, siempre en procura de un poder mayor, e igualmente a quienes, seducidos por su prestigio, ven en el poderoso un objeto apreciable.

Ayala concibe la soledad del poder como fruto del consabido desengaño del mundo, que suele venir a manera de escarmiento tras largas experiencias amargas, de falsas e ilusorias expectativas, siempre inútiles que aguarda al poderoso cuando la rueda de la fortuna aún no lo ha derribado.

“Lo interesante sería más bien el fenómeno de la soledad que aflige al poderoso cuando aún no ha sido apeado de su posición, y por tanto, se encuentra rodeado todavía por la multitud de quienes bajo la seducción de la erótica del poder, lo ensalzan, lo adulan, traban y entorpecen, empeñados en participar de ese poder con cuya áurea pretenden adornarse también ellos, y arropados en cuyo manto procuran a su vez medrar”.

 

La sabiduría versus el poder

En relación al poder, los sabios enseñan a no venerarlo, a no entregarle a este monstruo todo lo que somos. Nos recomiendan aprender a manejarnos y a lidiar con él, a no someternos ni aceptar todas sus propuestas, a decirle que poseemos prendas innegociables que él no puede comparar.

Los verdaderos sabios nos han enseñado a ridiculizar, a decirle al poder que es un impostor. Una parte de la gran literatura latinoamericano está dedicada a eso, a ironizar el poder hasta presentárnoslos en sus poses más ridículas y risibles.

Jesús, Maestro de maestros, nos enseñó que el cuerpo es más que el vestido. La sociedad de hoy nos quiere imponer que el valor del cuerpo está en relación al vestido que te pones para cubrirlo.

El poder es una falsa imitación de Dios, un simulacro que reclama adoración, y nuestra lealtad y devoción sin límite. El poder es un ídolo.

Siempre vamos a necesitar, precisamente, el poder de Dios para manejar nuestras relaciones en perspectiva de su carácter y no en el de nuestra naturaleza caída. Ante el amor al poder, la opción es el poder del amor.

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Para vivir la fe - La soledad y la erótica del poder