‘La Última Cena’ y la batalla cultural (2)

Al hilo de la burda representación de la obra del genial pintor Leonardo de Vinci en la inauguración de los recientes Juegos Olímpicos en París, creo que es interesante antes de seguir con nuestro análisis y reflexión sobre la batalla cultural que este agravio representa, entendamos mejor la pintura de “La Última Cena”.

Se trata de una de las obras más representativa del Renacimiento y una de la más simbólica y significativa del cristianismo occidental. Es una pintura mural realizada entre los años 1495 y 1498 por Leonardo da Vinci que recrea la última comida entre Jesús y sus apóstoles, a partir del relato descrito en el evangelio de Juan, capítulo 13.

Se aprecia en esta obra el dinamismo de los personajes que reaccionan conmocionados ante el anuncio de Jesús de que uno de los presentes lo iba a traicionar para entregarlo a sus persecutores y posteriores homicidas.

El notable dramatismo que se capta en el rostro y pose de los discípulos, no le impide a su autor lograr que la composición goce de gran armonía, serenidad y equilibrio, con lo que preserva los valores estéticos del Renacimiento.

El foco principal es Jesús. Su posición con los brazos extendidos y su mirada tranquila equilibrada, lo hacen el centro de referencia de la composición. Todos los puntos convergen en Él.

Vale observar que Judas no es separado del grupo, sino que está integrado entre los comensales, junto a Pedro y Juan.

Da Vinci entendía la pintura como una ciencia, pues implicaba la construcción de conocimiento relacionado con la filosofía, geometría y anatomía.

El artista no se limitaba a copiar la realidad o a construir un principio de verosimilitud por puro formalismo. Por el contrario, detrás de cada obra había un planteamiento más riguroso.

Leonardo vivió en el cruce del surgimiento de la Reforma y el Renacimiento. La gestación de su arte se debatía en medio de las grandes ideas teológicas y filosóficas de su tiempo, por lo que sus motivos estéticos partieron de la influencia neoplatónica, tendencia filosófica dominante en Florencia donde corría su existencia.

Francis Schaeffer (1), en su magistral obra, “Huyendo de la razón”, escribe que este hombre murió angustiado porque se aferraba a la esperanza de hallar un campo unificado de conocimiento. No lo halló y murió en la desesperación.

Notas bibliográficas:

1. Schaeffer, F. (1969). Huyendo de la razón. Barcelona.

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Artículos anteriores de esta serie sobre ‘La Última Cena’ y la batalla cultural:

1.- ‘La Última Cena’ y la batalla cultural

2.- Leonardo da Vinci y su ‘Última Cena’