La ‘iglesia samaritana’ protege del suicidio juvenil

Nunca las reuniones o el edificio son más importantes que las personas. No podremos ganar esta generación a la distancia.

09 DE SEPTIEMBRE DE 2020 · 12:00

Zach Vessels, Unsplash,amigos cogidos de la mano
Zach Vessels, Unsplash

La Iglesia tiene un secreto para contrarrestar el fuerte avance del suicidio juvenil: la comunidad heterogénea y empática que lidera el Espíritu Santo.

Durante este distanciamiento obligatorio hemos descubierto el avance tecnológico como nunca antes. El desarrollo en las comunicaciones digitales nos permitió continuar con la Iglesia ¿Que hubiéramos hecho sin ellas, verdad? Sin embargo, apareció un fenómeno nuevo al que llamé: Paradoja Digital.

Es decir, mientras nos dimos cuenta del potencial de la virtualidad, extrañamos el abrazo y la calidez de la presencialidad. Es que somos seres gregarios (ver artículo El aislamiento y la Paradoja Digital para más información). Más allá de que hemos perdido contacto físico, la comunidad de fe se ha fortalecido usando las plataformas virtuales y seguimos redescubriendo el poder sanador, restaurador, liberador de la familia de la fe.

El Lic. y Dr. Gustavo Bedrossian, en la review que hizo en su tesina, ha detectado 17 factores de riesgo que predisponen a las personas a quitarse la vida, de los cuales una gran mayoría responden a temas relacionales. En paralelo, la Dra. Viviana Barrón, que ha tomado como tema de sus tesis el suicidio juvenil desde la perspectiva social, ha identificado tres grandes grupos de acciones que protegen este flagelo y son un contrapeso para la soledad: Factores familiares; Cognitivos y de personalidad; y culturales y sociodemográficos

Los espacios sociales resultan claves para sostener a las personas que han intentado suicidarse. Las relaciones interpersonales saludables, las familias funcionales y las comunidades de fe intencionalmente empáticas, son un poderoso contrapeso.

Todos sabemos que la Iglesia es mucho más que un edificio y una reunión, sin embargo tuvimos que pasar por la Pandemia para darnos cuenta de la importancia que tienen las relaciones en el misterio de ser Iglesia. 

Jesús vino a construir comunidad junto a sus discípulos. Los objetivos que tuvo al elegir a sus discípulos fueron: Luego nombró a doce de ellos y los llamó sus apóstoles. Ellos lo acompañarían, y él los enviaría a predicar y les daría autoridad para expulsar demonios (Marcos 3.14-15 NTV). Jesús les pidió a sus discípulos que expulsen demonios para demostrar el poder de Dios, que prediquen la Palabra, y además quiso que los acompañaran. No pasó sólo por la tierra, disfrutó de relaciones saludables. Este punto se refuerza con la calidad de relación que edificó con ellos. El Señor los llamó amigos y no servidores (Juan 15.15). 

Luego, cuando el Espíritu Santo se derrama creando la Iglesia en Hechos, Dios empieza a construir una gran comunidad empática y solidaria que se apoyaba mutuamente en todos los problemas. Una comunidad que ayuda a sus integrantes y a su Ciudad en los problemas y necesidades integrales, además de cuidar la Palabra y manifestar milagros como el Plan descrito en Marcos capítulo 3. 

Leamos: Así, pues, los que recibieron su mensaje fueron bautizados, y aquel día se unieron a la iglesia unas tres mil personas. Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración. Todos estaban asombrados por los muchos prodigios y señales que realizaban los apóstoles. Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común: vendían sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno. No dejaban de reunirse en el templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad, alabando a Dios y disfrutando de la estimación general del pueblo. Y cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos. (Hechos 2.41-47)

Tenemos que volver a enfatizar la comunidad y la amistad. Tenemos que recuperar el valor de familia de fe, donde Dios es el Padre, Jesús es nuestro hermano mayor y cada miembro de la Iglesia es hermano y amigo. Esta generación vencerá sus dilemas si participa de una experiencia de fe fraternal.

Para generarlo, deberíamos invertir tiempo, dinero y esfuerzo. Elaborar estrategias innovadoras que adopten las plataformas digitales sin abandonar la presencialidad y potenciando el contacto personalizado por sobre las masas

Empecemos con un punto importante. La forma en la cual el Samaritano abordó el problema del hombre medio muerto en el camino fue acercarse para observar mejor la situación. El levita y sacerdote vieron también pero no se detuvieron. Capaz tenían cosas muy importantes que hacer. Sin embargo, nunca las reuniones o el edificio son más importante que las personas. Empecemos por estar cerca de nuestra gente, conociendo su realidad, teniendo una escucha abierta y activa, siendo empáticos y humildes.

Estemos cerca físicamente (en la medida de las posibilidades que nos deja la Pandemia), emocional y espiritualmente. No es necesario estar encima de la gente las 24 horas u obligarlas a estar. Todo lo contrario, hablo de importarnos realmente por ellas conociendo sus problemas y celebrando sus logros.

No podremos ganar esta generación a la distancia. Sólo lo haremos cerca. Veamos a Jesús y copiemos su modelo puro.

Debajo, entrevista a Amilcar Matosian: Suicidio juvenil: #HagamosAlgo

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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