Apocalipsis 19:1-10 ¡Amén, Aleluya!
El coro multitudinario da tres razones para su aleluya: la salvación, la gloria y el poder son de nuestro Dios
14 DE AGOSTO DE 2022 · 08:00

Nuevamente vemos conveniente detenernos en esta porción del texto bíblico.
Aquí Stam comenta en el tomo 4 de su comentario, las páginas 139 a la 173.
Nos encontramos con una tremenda celebración de la victoria de Dios (sobre Babilonia); y luego el anuncio de las bodas del Cordero.
Esta sección presenta los últimos himnos del libro. En total son como una docena de cánticos. Apocalipsis es todo un himnario para cantar en medio de las luchas. La alegría explosiona en un cántico de loor y acción de gracias.
19.1
La alabanza de la inmensa multitud comienza cada vez con la palabra “Aleluya” que significa en Hebreo “Alabad a Yahvéh”.
Es interesante relacionar este cántico de Apocalipsis con los Salmos 113 a 118, que inician y terminan con la expresión “Aleluya”.
Los judíos utilizaban estos cánticos en la fiestas de las Enramadas, Hanukkah, Pascua, Pentecostés y Luna Nueva. “Los Aleluyas de Ap. 19 deben entenderse como proclamas de liberación, de un nuevo éxodo pascual por medio del juicio del Imperio romano” (p. 143).
Es bueno contrastar los “Ay, Ay” de Ap. 18 con los Aleluyas del cap. 19.
Aquí le dejo un desafío, si usted tiene tiempo. Pare la lectura y busque en Youtube algún concierto con el Aleluya de Haendel. Si tiene tiempo, busque la obra completa del Mesías del mismo músico. Cierre sus ojos, escuche, y luego siga con la lectura.
El coro multitudinario de Ap. 19 da tres razones para su aleluya: la salvación, la gloria y el poder son de nuestro Dios. Se proclama la victoria contundente del Señor, en contraste con la ruina del emperador.
19.2-3
Sus juicios son verdaderos y justos, pues ha condenado a la famosa prostituta que con sus adulterios corrompía la tierra.
El Señor ha vindicado la sangre de los siervos de Dios derramada por ella (la prostituta). Aquí encontramos tres verdades sorprendentes:
- Dios ejerce venganza contra los opresores.
- Lo hace para destruir al opresor y al sistema de opresión, llamado Babilonia.
- Esta acción divina justiciera es motivo de alegría y alabanza (ver págs. 144-145).
Siguen 3 Aleluyas más (ver 19. 3, 4, 6).
En todo el texto del cap. 19 vemos una adoración con motivo de los actos de Dios en medio de los acontecimientos de la historia. Todo el texto en cierta medida es histórico y político. Juan alaba la caída de la tiranía imperialista, anticipada por la fe en el Dios de la historia (ver pág. 148).
19.4-6
En 19.4 vemos alabando a los veinticuatro ancianos, a los cuatro seres vivientes: y en 19.5 un llamado al gran coro unido de todos los siervos y siervas del Señor.
El coro canta: ¡Amén, Aleluya!, un cántico de solo dos palabras. Aquí es el único lugar del Nuevo Testamento donde aparecen estas dos palabras juntas.
Cada Aleluya es una invitación a unirnos en adoración al Señor, con reverente temor.
En 19. 6 una inmensa multitud, como estruendo de una catarata y como el retumbar de potentes truenos, exclaman: ¡Aleluya!
Estas voces gritan para que nos alegremos y regocijemos. Ya ha comenzado a reinar el Señor… Démosle gloria.
A partir de la pág. 155 Stam dedica un apartado titulado: “La teología del gozo y el gozo de la teología: La alegría de Dios”. Le recomiendo leer esta parte completa. Trataré de sintetizar algunas ideas.
Aquí Stam indica que Ap. 19 es una invitación a contemplar la alegría de Dios, y la alegría que él comparte con nosotros.
Stam presenta (156 a 159) algunas porciones del teólogo Karl Barth en Church Dogmátigs II/1 640 a 677, presentando en su mayor plenitud el gozo propio de Dios. Un Dios que “irradia gozo”. El gozo, la belleza y la alegría constituyen la esencia misma de Dios. La creación es una expresión de la alegría de Dios. Ignorar el gozo y la felicidad de Dios, es negar el carácter radicalmente evangélico del mensaje bíblico.
Comparto de manera literal de Barth: “La teología en su totalidad, y en todas sus partes yen sus interconexiones, en su contenido y su método es una ciencia peculiarmente bella. De hecho, podemos decir con confianza que es la más bella de todas las ciencias… El teólogo que no tiene gozo en su trabajo simplemente no es un teólogo. Caras malhumoradas, pensamientos adustos y estilos aburridos de hablar son intolerantes en esta ciencia. Qué Dios nos guarde y nos libre de caer en el tedium (aburrimiento, fastidio, malhumor, hastío) …” (ver pág. 158).
19. 7-9
Anuncios de las bodas del Cordero. La adoración, Aleluyas y amenes son preparativos a las bodas del Cordero. No entraré a detallar esto, ya que lo veremos de manera más amplia en el capítulo 22.
La boda es el encuentro entre Cristo y la iglesia. Esta ilustración es utilizada en muchas partes de la Biblia (por ej. Salmo 45.
Stam indica que el vestido fino, limpio y resplandeciente, no tiene nada que ver con una especie de “impecabilidad”, sino que es un contraste con las vestimentas que viste la ramera.
La justicia, el vestido de justicia, ya lo habíamos señalado en artículos anteriores, tiene que ver con la justicia imputada al creyente (acreditada sin merecerlo). Recordemos de nuevo aquí el texto de Zacarías 3 donde el sumo sacerdote Josué recibe vestiduras finas, limpias y resplandecientes, a cambio de una vestimenta sucia y zaparrastrosa. Toda la teología del apóstol Pablo enfatiza que tanto la justificación como también la santificación son cuestiones imputadas a nuestras vidas, no podemos hacer nada para merecerlas.
¡Felices son los que están invitados a las bodas del Cordero!
Debemos ver en la fiesta de bodas del Cordero una metáfora de todas las bendiciones y alegrías de la vida eterna.
19.10
El testimonio de Jesús es el Espíritu que inspira la profecía. Referente a esto, ya escribí un artículo extenso la semana pasada. Le recomiendo leerlo si no lo hizo. Solo algo más… Stam indica aquí (pág. 172): “La Palabra sin el Espíritu produce la ortodoxia muerta de la letra sin vida. El Espíritu sin la Palabra produce divagación y fanatismo. La relación de la Palabra y el Espíritu es la enseñanza de Apocalipsis 19.10”
Sí, amigos; Sí, mis hermanos. Necesitamos el Espíritu de profecía para predicar la Palabra de manera contundente y efectiva. El Espíritu de profecía, o el Espíritu que inspira la profecía, NO ES ELENA DE WHITE. No, señores; El Espíritu de profecía es el Espíritu Santo.
Hasta aquí. Bendiciones y ¡hasta la próxima!
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Pytheos - Apocalipsis 19:1-10 ¡Amén, Aleluya!