El desafío de Jesús a quienes creen en él (Jn 8:31-59)
De seguir a Jesús por las señales que hacía a creer en Jesús por las palabras que hablaba.
10 DE DICIEMBRE DE 2023 · 08:00

Esta escena resulta interesante, pero al mismo tiempo muy inquietante. Los que habían creído en Jesús tienen un diálogo con Jesús, donde él los confronta con varios conceptos y notamos algunas cuestiones interesantes:
El texto habla de que:
- Permanecer y vivir en las palabras de Jesús nos da verdadera libertad (vs. 31 y 32).
- La verdadera libertad que nos da Jesús libera del pecado (vs. 33 al 35).
- Jesús ofrece verdadera libertad (v. 36).
- La libertad que Jesús ofrece no es por linaje sino por gracia (vs. 37 al 39).
- Jesús confronta a Satanás, su linaje y sus mentiras (vs. 40 al 47).
- Las palabras de Jesús exaltan al Padre y confrontan a los que no ponen su fe en Él (vs. 48 a 58).
- Las palabras de Jesús dan vida eterna (v. 51)
- Todas las palabras de la Biblia se cumplen en Jesús (vs. 56 al 58)
Como respuesta las personas:
- Discuten las palabras de Jesús (vs. 39 al 58)
- En su rabia, llaman a Jesús “bastardo” (v. 41)
- En su rabia, llaman a Jesús “samaritano” y “endemoniado (v. 48)
- Tomaron piedras para arrojárselas a Jesús (v. 59).
Parece algo tan loco… ¿Por qué Jesús simplemente no paró de hablar?, o ¿por qué no cambió de tema? ¿Era necesario enfurecer a esta gente? Incluso pareciera que eran simplemente unos “nuevos creyentes” o unos “recién convertidos”.
En realidad, creo que no podemos juzgar a Jesús por lo que dijo, o por lo que no dijo. Pienso que Jesús era muy intencional en su comunicación, y no es que esta discusión ocurrió como nos pasa a muchos de nosotros, cuando después de unas horas de discutir nos preguntamos cómo realmente surgió el tema, de la nada, como por arte de magia.
Vemos en Juan 2:23-25: Mientras estaba en Jerusalén, durante la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su nombre al ver las señales que hacía. En cambio, Jesús no confiaba en ellos porque los conocía a todos; no necesitaba que nadie le informara acerca de los demás, pues él conocía el interior del ser humano.
En el capítulo 2 la gente seguía a Jesús por las señales que hacía; pero aquí, en el capítulo 8 aparentemente esta gente cree en Jesús por las palabras que hablaba.
Pienso que este texto indica que Jesús conoce las motivaciones que tenemos al creer en él, o incluso al seguirlo. Y lo más probable es que en nuestro caminar como creyentes Jesús sabe cosas de nosotros que incluso nosotros, generalmente no nos damos cuenta.
Vemos como un ejemplo de esto cuando Jesús llama Satanás a Pedro (Mr. 8. 32-33), o cuando aparentemente alienta a Judas a que se apure a hacer lo que iba a hacer.
Esto requeriría de una investigación de varias páginas, y posiblemente no resolvería el tema, sobre cómo Jesús nos lleva a puntos donde uno tiene que tomar una decisión de continuar con él, o salir del camino. No estoy hablando de la pérdida de la salvación, sino que pienso que él sabe, que al igual que Job, David, o Pedro, que continuaremos en su verdad pase lo que pase, o que tal vez somos como Saúl, Judas, Himeneo o Fileto, quienes se desviaron de la verdad luego de creerla o conocerla.
Pienso que, en el caso de este grupo de personas judías, que parecía que creían en las palabras de Jesús, de repente, se pusieron a pensar en las palabras de su propia mente, lo que había en su corazón, y terminaron defendiendo su maldita tradición, su casta social, su ideología religiosa.
Ridículamente empezaron a afirmar haber sido siempre libres, y que nadie tenía el derecho de venir a querer humillar su linaje de la realeza. Se ve que no recordaron cuando el pueblo de Israel fue cautivo a manos de los egipcios, de los asirios, babilonios, griegos y romanos.
El tema central del texto
El tema de la identidad esta bien claro en el texto. Si somos de Jesús, estamos en un camino en el cual nos identificamos con su persona, nos identificamos con sus palabras, pero, sobre todo, nos identificamos como nacidos de nuevo. Un nacido de nuevo, tiene una nueva identidad.
Diré más o menos lo que entiendo. Una nueva identidad hace que pongamos a Jesús delante, y todo lo demás en segundo plano. No es tan difícil poner mi identidad de paraguayo a un segundo plano cuando la selección de fútbol de mi país va última en la tabla. Pero hoy en un mundo globalizado, la identidad de las personas puede estar en cualquier cosa. Y piénselo usted. ¿Hay algo en mi vida que puede competir con Jesús?
Bueno, difícil de responder. En mi caso, muchas veces me planteé referente a mi teología. Sí hermano. A veces en mi vida, mi teología compite con Jesús. Y los que leen seguido mis artículos sabrán que soy un más que entusiasta apologeta anti adventista y también anti dispensacionalista…
Y ¿cómo me doy cuenta de eso? Pues, me doy cuenta por ¡cuando horas y horas están dando vuelta en mi cabeza ideas sobre cómo derrotar a estos adversarios teológicos!
Bueno, y ¿qué hará Jesús conmigo miserable y vil pecador?
No lo sé hermano, no tengo la menor idea; pero puedo decirle que cada día que pasa me doy cuenta, perfectamente de lo que hay en mi cabeza, de cual es mi identidad, y le pido al Señor, que con el poder del Espíritu Santo saque de mi cabeza esas tonterías.
Yo sé que la teología adventista es totalmente errónea; pero nada ganaré enojado, dando lugar a que en mi cabeza surjan pensamientos sobre cómo tomar piedras teológicas y empezar a lanzarlas.
Posiblemente los adventistas y los dispensacionalistas nunca cambiarán hasta que el Señor haga algo con esas mentes descarriadas. Pero no debiera ser esto el tema central de mi vida. Ni siquiera debiera ser el propósito de mi vida convertir a toda la gente al anabautismo (eso ya sería una completa locura).
Pero el texto nos revela algunas cosas, como cuándo nuestra identidad es Jesús:
- Amamos a Jesús (v. 42)
- Entendemos y aceptamos las palabras de Jesús (v. 43)
- Nos alejamos de las mentiras (v. 44)
- Nos aferramos a Jesús, quién es la Verdad (v. 45)
- Creemos a Jesús, quién es la Verdad (v. 46)
Realmente lamentable lección de comunicación nos deja las personas que aparecen en este texto de Juan 8. Creyeron en Jesús, pero su corazón los llevó a cuestionar a Jesús, discutir con Jesús, y llegaron incluso a perder el control totalmente, siendo tan agresivos y descontrolados al punto de querer apedrear y matar a Jesús.
Realmente esta gente tenia la mente totalmente podrida. Y toda su comunicación era pura mugre.
Llegamos al final de este texto tan triste, pero hay esperanza. Jesús nos está invitando al arrepentimiento, invitándonos a un cambio de corazón, un cambio de mente, y también un cambio de comunicación.
Ojalá que no lleguemos al punto sin retorno, de querer apedrear a Jesús y destruir sus palabras. Incluso Jesús indica que hay esperanza para nosotros, exceptuando si cometemos el pecado contra el Espíritu Santo (Mt. 12. 32).
Tal vez el pecado contra el Espíritu Santo es apedrear a Jesús y sus palabras. Es un pecado muy grave apedrear el mensaje de la justificación por la fe solo en Jesús, para construir altares a nuestro linaje denominacional, o para construir un pedestal donde nosotros mismos queremos quedar levantados.
Pero no, recordemos que solo podemos ser salvos, cuando Jesús es levantado por sobre todo lo demás: Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, sabrán ustedes que yo soy y que no hago nada por mi propia cuenta, sino que hablo conforme a lo que el Padre me ha enseñado. (8.28)
Hasta aquí. Bendiciones y ¡hasta la próxima!
(*) Solo para los que nos siguen desde hace poco tiempo: utilizamos como guía de estudio el Comentario Bíblico Iberoamericano del Evangelio de Juan, por Stan Slade, Ediciones Kairós. En esta oportunidad las páginas 186 a 190.
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Pytheos - El desafío de Jesús a quienes creen en él (Jn 8:31-59)