Y Jesús lavó los pies a Pedro y a Judas (Jn. 13. 6-11)

Todos hemos negado o traicionado a Jesús como Pedro y Judas. Pero Jesús les lavó los pies también a ellos.

18 DE AGOSTO DE 2024 · 08:00

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Imagen de diseño propio realizada por IA

Cuando llegó a Simón Pedro, este dijo: —¿Y tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí? —Ahora no entiendes lo que estoy haciendo —respondió Jesús—, pero lo entenderás más tarde. —¡No! —protestó Pedro—. ¡Jamás me lavarás los pies!

Jesús contestó: —Si no te los lavo, no tendrás parte conmigo.

Simón Pedro dijo: —Entonces, Señor, ¡no solo los pies, sino también las manos y la cabeza!

—El que ya se ha bañado no necesita lavarse más que los pies —le contestó Jesús—; pues ya todo su cuerpo está limpio. Y ustedes ya están limpios, aunque no todos. Jesús sabía quién lo iba a traicionar y por eso dijo que no todos estaban limpios. (Juan 13. 6-11)

El texto que analizamos hoy comunica una de las grandes verdades reveladas por la Reforma Protestante. La salvación únicamente por fe, únicamente por gracia, únicamente por Cristo.

No me gustaría hacer un ensayo demasiado teológico, pero trataré de escribir lo que no se ve a simple vista óptica; sino únicamente a través de la vista espiritual. Y trataré de no ser «muy místico».

Recordando lo presentado en el artículo anterior, esto que estaba haciendo Jesús, era algo impensable para un judío de su época. Pedro estaba profundamente enojado, estaba airado, por lo que Jesús estaba haciendo. Pero yendo más profundo, él se daba cuenta de que él no era digno de aquel «extraño acto» que Jesús estaba realizando.

Pero Stan Slade (266 a 273), en el comentario de Juan, indica, que precisamente era esto lo que Jesús quería que quedara claro. El lavamiento de los pies no tiene un valor en sí mismo, así como el bautismo no tiene tampoco valor ni en el agua, ni en el bautizador, ni en ninguna otra cosa.

El lavamiento de pies, señalaba a la muerte del Señor Jesús en la cruz para perdón de los pecados. No señala hacia nosotros mismos, ni a nuestra «humildad», sino a lo que el Señor logró al dar su vida por nosotros, los pecadores.

Así como Pedro, no somos dignos de que Jesús nos lave los pies, como tampoco somos dignos de ser perdonados por su amor sacrificial. Todo esto que estaba haciendo Jesús el jueves por la noche, tenía un significado mucho más amplio que solamente «quitar el polvo de los pies» de los discípulos.

La misión de Jesús al venir al mundo estaba simbolizada en lo que ahora estaba realizando. La gracia de Dios para cada uno de los pecadores (incluyendo a Pedro y a Judas, y a usted, y también a mí), se manifestaba en dar por amor al mundo a su Hijo Unigénito, para que podamos ser salvos.

Lo que dijo Jesús, de que no necesitamos bañarnos, sino solo aceptar que Jesús nos lave los pies, implica que todos los días, luego de haber aceptado el regalo gratuito de la salvación, podemos acudir a Jesús, recordando lo que él hizo por nosotros, para cobrar ánimo y seguir caminando por la vida.

También Jesús le dice a Pedro: Ahora no entiendes lo que estoy haciendo, pero lo entenderás más tarde.

Pienso que también nosotros, y en mi experiencia personal, cuando vamos en nuestra vida cotidiana, de repente hay cosas que no entendemos, y tal vez, lo entenderemos más adelante. No estoy diciendo, que uno debe cruzarse los brazos, y pensar, mejor paso a otro texto bíblico, porque esto no lo entiendo, pero tal vez lo entenderé en la vida eterna, cuando Jesús me lo explique.

Creo que todo en la Biblia tiene alguna explicación, y así como aquellos discípulos camino a Emaús, llegaron a entender todo, cuando Jesús les explicó las Escrituras. Lastimosamente, muchos no están satisfechos con una comprensión simple y sencilla de los textos bíblicos, y terminan haciendo «un guiso» de textos bíblicos, saltando de aquí para allá, sumando, multiplicando y dividiendo «los números proféticos», para que la gente quede asombrada y entusiasmada con el fin del mundo.

Y Jesús está allí para limpiarnos completamente, sin que nosotros tengamos que hacer nada. Él ya realizó todo lo que tenía que realizar. Solo debemos aceptar la salvación lograda en la cruz del Calvario. No hace falta que «entendamos» todo. Pero sí es necesario que permitamos que el Espíritu del Señor nos quite el velo de la ley, el velo de la salvación por obras o méritos propios.

Entender el verdadero significado del lavamiento de pies, es fundamental para cualquier cristiano hoy en día. Y si usted está preocupado porque no es obediente 100%, o si está preocupado porque hizo alguna cosa mala hoy, o si está preocupado por los terribles pecados que cometió algún hermano, deje de preocuparse, y busque a Jesús, y vaya a su hermano pecador, y predíquele el verdadero significado del lavamiento de los pies. Y por qué no, lávense los pies mutuamente, recordando lo que esto significa.

También aquí es bueno recordar y analizar el tema del poder. No pretendamos imponer la gracia de Jesús a nadie. Esto es algo que no podemos hacer, no tenemos la autoridad de hacerlo, aunque sí podemos compartir con otros de esta gracia de Jesús, de este amor ilimitado que tiene hacia cada uno de nosotros.

 

¿Y Judas?

Bueno, soy una persona que cree que, finalmente, la salvación no puede ser impuesta. No se puede obligar a nadie que sea salvo. Hasta creo, que en la teoría, si todos aceptaran el tema de la salvación solo por Jesús, no habría nadie que se pierda. Pero la realidad es que muchos seguirán su línea de pensamiento racional.

Así como Judas, hoy muchos piensan que no vale la pena buscar la salvación, que eso es una utopía, y los cristianos son unos hipócritas… Y como Judas, muchos piensan que nada ni nadie en el mundo podría perdonar todo lo malo que uno haya hecho.

Mucho tiene que ver con la actitud que se tiene. Pedro negó a Jesús y lo maldijo, pero luego vio sus pecados, lloró, y más adelante, entendió lo que Jesús estaba haciendo, y las implicancias prácticas para su vida.

Por alguna razón, que yo la desconozco, podría asegurar que Judas no entendió nada de lo que Jesús estaba haciendo. Alguna vez leí un comentario apócrifo, que decía que posiblemente Judas quiso forzar a Jesús a hacerse Rey, aquella misma noche. A Judas posiblemente le cayó muy pesado eso que Jesús hizo, de lavar los pies a los otros 11, y peor aún, lavar los pies «del tesorero» del grupo.

Judas no entendió nada, y cuando vio que Jesús no hizo nada para defenderse ante la turba, cuando vio que Jesús curó la oreja a Malco, el siervo del Sumo Sacerdote, y cuando vio que Jesús no se defendió, y que todos los discípulos salieron corriendo a esconderse. Ese fue el momento exacto y oportuno para que Satanás llenara su mente de basura, gritándole lo malo que era al haber entregado a su Maestro. Posiblemente en ese momento pasaron por su mente aquellos instantes donde «metía las manos en la bolsa», y seguramente muchos otros pecados que los tenía ocultos.

Todo esto que dije en el párrafo anterior, son suposiciones mías. La Biblia no se detiene mucho a analizar el tema de Judas. Pero en cierta manera, todos somos Judas hoy. Todos tenemos nuestros pecados escondidos. Todos hemos negado a Jesús como Pedro, pero todos hemos traicionado a Jesús como Judas. Pero vemos a Jesús lavar los pies de todos, incluyendo a Pedro y a Judas. Y hoy Jesús sigue lavando los pies de todos, incluyéndole a usted e incluyéndome a mí. La carta a los Hebreos en su totalidad tiene el fin de explicar que Jesús quiere y puede salvar a todos. Lastimosamente muchos no quieren entender, y dejan que el maligno llene sus mentes de culpa, y también a otros llena sus mentes de justificación propia.

Y nadie, ni los que están llenos de culpa, y no acuden a Jesucristo, como los tampoco los que piensan que merecen la salvación por lo buena persona que son; nadie de estos puede ser salvo. Es tan sencillo, dejar que el Señor cambie nuestra mente y corazón; pero muchos prefieren quedarse allí, haciéndose daño a sí mismo, o haciendo daño a los demás.

Cierro el análisis de hoy, haciendo un llamado, invitándoles a que nos demos cuenta de la necesidad infinita que tenemos de la gracia de Dios.

No se quede con la culpa de sus pecados. No piense que es imposible que Dios le perdone. Tampoco tire la culpa de sus pecados a otras personas, o a situaciones de la vida, o a lo que sea. Simplemente, reconozca, pida perdón, deje que Jesús lave sus pies; y siga siempre alado de Jesús.

Fíjate amigo, dice Slade, todo esto no se trata del aseo personal. No te hace falta un baño, sino otro tipo de limpieza. Este tema no se trata de palanganas, agua y toallas. La muerte de Jesús en la cruz, es lo que significa todo esto de lo que venimos hablando, y su muerte en la cruz, quita el pecado del mundo.

Gracias a Dios, que Jesús lavó los pies de Judas, lavó los pies de Pedro, y también hoy lava nuestros pies, los míos y los tuyos.

Bendiciones y ¡hasta la próxima!

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Pytheos - Y Jesús lavó los pies a Pedro y a Judas (Jn. 13. 6-11)