‘Alégrense que me voy al Padre’ Jn 14.28-31
Israel en el Éxodo, y el santuario transportable son una lección para no anclarnos. El mensaje del evangelio fue, es y será siempre dinámico
17 DE NOVIEMBRE DE 2024 · 08:00

Ustedes me han oído decir: “Me voy y vuelvo”. Si me amaran, se alegrarían de saber que estoy en camino hacia el Padre, porque el Padre es mayor que yo. Les he dicho esto con anticipación, antes de que suceda, para que cuando suceda, la confirmación sea contundente y crean. No hablaré mucho más con ustedes de esta manera porque el jefe de este mundo impío está a punto de atacar. Pero no se preocupen: él no tiene nada en contra de mí, no tiene ningún derecho sobre mí. Pero para que el mundo pueda saber cuánto amo al Padre, estoy cumpliendo las instrucciones de mi Padre hasta en el último detalle. Levántate. Vámonos. Es hora de irnos de aquí.
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Cada familia tiene su propio estilo de vida. En casa nos criaron a mi hermano y a mí para ser bastantes independientes. Eran otras épocas, pero yo no necesitaba un transporte escolar para ir al colegio, ya que desde bien pequeños viajaba en bus, sin necesidad de que alguien me acompañe.
Lo mismo para ir a cualquier actividad de la iglesia, podía ir solo sin ningún problema. Luego ya realicé algún viaje de larga distancia solo, para ir de vacaciones a casa de algún familiar, y así era nuestra vida, bastante libre, sin necesidad de supervisión alguna.
Y siempre era, me voy y vuelvo.
Y así solía ser. A los 16 años fui a un internado, en el extranjero, y sí, allí uno empezaba a sentir la falta de casa, ya que eran varios meses de estar afuera. Volver a casa, siempre era motivo de gozo desbordante, pero volviendo a casa, también uno terminaba extrañando al colegio y los amigos.
En medio de todo eso uno tenía sentimientos contradictorios. Quería estar aquí, pero también quería estar allí. Pero la idea ministerial, el programa de entrenamiento, tenía el fin de que no seamos de ninguna parte.
Cuando estudiaba teología en el seminario adventista, la consigna era tener siempre preparadas las maletas. Un pastor adventista, está máximo unos 5 años en un lugar, y la rotación es permanente; así que la idea era tener todo en la vida programado para rotar continuamente, y la mayoría de los obreros así andan toda su vida.
Pienso que Jesús tenía clara su misión. No tenía siquiera una almohada dónde reclinar su cabeza, ya que su ministerio no sería demasiado largo en esta tierra. Fue un ministerio itinerante, pero tuvo fuertes vínculos con sus discípulos y amigos, y no creo que haya sido fácil atravesar estas transiciones que estaban por ocurrir.
Creo que Jesús, tenía fuertes lazos emocionales con su tierra, y con su gente. No tuvo pecado, ni tampoco fue un fanático nacionalista, pero en este momento, pienso que tenía de alguna manera sentimientos, no sé si contradictorios, como yo los tenía, de querer estar en dos partes al mismo tiempo.
Jesús tenía a diferencia mía, el plan del Padre, bien en claro. En mi caso personal, muchas veces me pasó no tener la menor idea del plan del Padre para mi vida, especialmente en los momentos en que tuve que cortar vínculos con mi antigua denominación religiosa.
Había momentos en que quería estar en ambas partes (adentro y afuera de la iglesia adventista), pero emocionalmente no podía comprender lo que Dios estaba queriendo hacer en ese momento.
Tal vez hoy miro atrás, y pienso, pero qué tontería aferrarme a esos cachivaches. Pero esos cachivaches eran el 90% de mi vida. Y finalmente tuve que dejarlas de lado.
Jesús conoce hasta el último detalle de nuestro viaje
Sí, Jesús entendía que la vuelta al Padre era algo fundamental, en el plan eterno de salvación. Todo el libro de Hebreos trata acerca del Sacerdocio de Jesús en el cielo, conforme no al sacerdocio Levítico, sino conforme al sacerdocio de Melquisedec, bajo el Nuevo Pacto. Allí Jesús nos abrió un nuevo camino (Hebreos 10. 20-22), un camino vivo, por dónde podemos transitar y tener acceso a la presencia de Dios, y a Dios mismo viniendo a vivir con y en nosotros por el Espíritu Santo.
Es aquí, que Jesús se goza, y llama a gozarse a sus discípulos. Este viaje de Jesús traería muchas ventajas. Ya ellos no tendrían la presencia física de Jesús, como durante los 3 años y medio que estuvieron juntos, pero con seguridad, Jesús aseguraba, esto logrará lo siguiente:
- Estoy en camino al Padre.
- El maligno actuará pero su poder no nos tocará.
- Cumpliré las instrucciones del Padre hasta el último detalle.
Y aquí, Jesús les llama a los discípulos a levantarse y andar.
A veces nos pasa, me pasa a mí, que el miedo me paraliza. Uno de los puntos negativos de la depresión es que uno queda muerto de miedo y paralizado. Uno tiene miedo de todo, y hasta de su propia sombra.
Y creo que Jesús aquí llama a sus discípulos a levantarse, a continuar, a pesar de los ataques del maligno.
Uno de los principales ataques del maligno, es hacernos sentir miedo. Y creo que todos los discípulos, a pesar de las palabras clarificadoras de Jesús, un momento después se llenaron de miedo, salieron huyendo, Pedro negó a Jesús 3 veces… realmente ni podemos imaginar el tremendo pavor que tuvieron este grupo de personas.
Incluso, Pedro volvió a la pesca, para intentar escapar de su depresión. Cleofás y otro discípulo emprendieron un viaje, posiblemente de regreso a casa. No se nos cuenta lo que pasó cada uno. Tomás desapareció.
Y bueno, esto vamos a ver más adelante con más detalles.
Pero la idea es esta. El pueblo de Israel anduvo en tiendas durante 40 años; y el Señor les dejó el recordatorio de que el viaje en esta tierra no es para acumular cosas materiales, con la fiesta de los tabernáculos, o también conocida como la fiesta de las cabañas.
Y también Pablo utiliza la expresión de “Peregrinos y extranjeros”.
Estos últimos años, he abandonado mi vida nómada, y ya estoy establecido, haciendo con mi señora planes para los próximos años, pensando en jubilación y cosas por el estilo. Pero pienso que ninguno debería de quedarse clavado con una mentalidad estática, pensando, como aquél rico insensato, construiré, y haré esto, esto y lo demás allá.
De alguna manera Israel en el Éxodo, y el santuario transportable, son una lección para nosotros actualmente, a no anclarnos. El mensaje del evangelio fue y es y será siempre dinámico. No hay movimiento cristiano que haya prosperado establecido en un solo lugar. Es necesario un modelo no centrípeto, sino un modelo de evangelio centrífugo, yendo allá, y yendo más lejos, y más lejos, y más lejos.
Y Jesús estaba explicando aquí “alégrense que me voy al Padre”, y en este sentido, esto sigue siendo un llamado a la alegría, a cada uno de nosotros. Jesús no se quedó estancado, y el llamado es también a movilizarnos.
Levántense, vámonos de aquí. Y vayamos sin temor al maligno. El maligno siempre querrá paralizarnos de miedo. Pero es momento de movernos y de estar atentos a dónde el Señor quiere que vayamos.
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Pytheos - ‘Alégrense que me voy al Padre’ Jn 14.28-31