Conocer al Jesús glorificado (Jn.17:1-5)
Es una vergüenza quienes viven “glorificándose a ellos mismos". ¿Qué gloria dice Jesús que recibiría?
06 DE ABRIL DE 2025 · 08:00

“Dicho esto, Jesús levantó la vista y oró: «¡Padre, ha llegado la hora! Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Lo has hecho responsable de toda la humanidad, para que dé vida verdadera y eterna a todos los que le has dado. Y esta es la vida verdadera y eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Yo te he glorificado en la tierra, cumpliendo hasta el último detalle todo lo que me mandaste hacer. Ahora, Padre, glorifícame con tu esplendor, el esplendor que tenía en tu presencia antes que el mundo existiera»” (17.1-5 MSG)
A veces cuando oramos, solemos pedir que Dios nos indique el camino a seguir, cuando tenemos varias opciones que elegir. En el caso de Jesús, él directamente ora indicando que seguirá el plan establecido desde antes de la fundación del mundo. Jesús expresa su compromiso en cumplir lo previamente acordado.
¿Qué es esto de glorificar?
En estos versículos aparece varias veces la expresión “glorificar”: “Glorificame para que te glorifique; Yo te he glorificado; Glorifícame en tu presencia”
Pero esto no tiene nada que ver con la gloria terrenal. Hemos visto por ejemplo “la gloria” que se da cuando un rey, un monarca es coronado (como ejemplo, hace poco el rey de Inglaterra).
Jesús no estaba buscando fama, ni gloria del tipo que se da cuando un club gana la Copa Libertadores de América, o una selección la Copa del mundo.
La gloria que Jesús recibiría sería la de su muerte y resurrección. Slade indica que… “Entonces, cuando Jesús pidió ser glorificado (v.1), no buscaba algo para sí mismo, sino expresaba su entrega total a la misión de dar vida a los seres humanos (v.2). Es decir, tenemos que leer el v. 1 no en términos de lo normal para el ser humano, sino en los términos que el mismo Juan ha establecido…” (Slade, p. 327)
La propia entrega a la muerte (de Jesús) por amor a la humanidad, es la manifestación de la gloria divina (Dod).
Y es interesante aquí, descubrir que no es la muerte propiamente dicha la que glorifica a Jesús y al Padre, sino la vida que surge de ella. Dios es glorificado por haber creado al mundo y a los humanos, y aquí será glorificado al redimir al mundo y a los seres humanos, al salvarnos de nuestros pecados.
La cruz revela por sobre todo el amor de Dios hacia nosotros.
Y a partir de Jesús, podemos entrar en la gloria del Padre, sin temor (He 4. 16), ya que hemos sido rescatados con un alto precio, la sangre del Señor Jesús (1 Pe 1. 18-19).
Pienso que todos deberíamos tratar de entender bien la comunicación de Jesús en estos textos. No tiene nada que ver con predicadores que se mandan la parte, que les gustan los escenarios y las luces. No tiene que ver con “apóstoles” que viajan en sus jets privados, ni con “gloriosas” mansiones y “esplendorosos” automóviles.
Todo lo contrario. La humillación de Jesús, al dejar su gloria en el cielo y venir a este mundo en tinieblas, el morir lastimado y crucificado, y también su resurrección, todo esto formaba parte de la glorificación de Jesús, y la glorificación del Padre.
Isaías 53, el Siervo Sufriente, es la viva revelación del Siervo Glorificado. Aquí también queda clara una cosa. No hay nada que podamos hacer para que nosotros seamos glorificados. Nuestra glorificación, cuando el Señor vuelva, simplemente será por gracia, no por obras, para que nadie se gloríe.
Es una vergüenza que existan seres humanos que quieren mandarse la parte, que digan que son “buenos cristianos”, y otros que viven “glorificándose a ellos mismos”. Todas nuestras justicias son como un trapo de inmundicia, lo dijo Pablo, y no deberíamos gloriarnos en nada, sino únicamente en la cruz de Cristo.
Hasta aquí. Bendiciones y ¡Hasta la próxima!
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Referencia:
- Stan Slade (2006) Evangelio de Juan. Comentario Bíblico Iberoamericano. Ediciones Kairós.
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Pytheos - Conocer al Jesús glorificado (Jn.17:1-5)