Cristiano renuncia a la guerrilla para predicar el Evangelio en Colombia

Pastor cuenta los desafíos de seguir a Cristo en un lugar dominado por los grupos armados ilegales

    Puertas Abiertas · COLOMBIA · 17 DE FEBRERO DE 2020 · 09:45

    El pastor Enrique comparte sobre su vida y ministerio en Colombia / Puertas Abiertas,
    El pastor Enrique comparte sobre su vida y ministerio en Colombia / Puertas Abiertas

    A principios del siglo XX, los primeros esfuerzos misioneros protestantes para evangelizar Colombia fueron detenidos por la Iglesia Católica, establecida desde el momento en que la nación era colonia de España. La solución encontrada fue llevar el nombre de Jesús a las montañas. Los mismos lugares que sirven como refugio para los grupos paramilitares, un día fueron terreno fértil para la conversión de cientos de personas.

    Sin embargo, la miseria y la desintegración familiar también se produjeron como resultado a los conflictos armados. En este contexto, nació Enrique Machado (nombre ficticio por su seguridad).

    Desde muy joven, tuvo que vivir con los gritos de su abuela materna, que era ciega. La abuela era responsable por Enrique, desde muy pequeño, después del divorcio de sus padres. Además de no tener nada para comer, el niño sintió que no era amado en su casa y, por lo tanto, también sentía hambre de afecto. Como una solución para ascender en la vida y salir de la pobreza, pensó en ser un rebelde armado.

    Mientras maduraba la idea, Machado acompañaba a su abuela a las reuniones de la iglesia. "Cuando fuimos a la iglesia, ella me dijo: Escucha lo que el pastor está enseñando, y cuando lleguemos a casa, repítemelo. En el momento en que aprendí a leer, mi abuela recibió una Biblia y me pidió que se la leyera. Pensé que era un ejercicio de lectura, pero se convirtió en mi discipulado”, recuerda.

    El cristiano hizo muchas preguntas a Dios y al leer la palabra, todas fueron respondidas. Además, su abuela era una mujer de oración: “Cierto día marqué con mis amigos para ir a la guerrilla, pero justo antes de entregarme recordaba las palabras de la oración de mi abuela, clamando: ‘Señor, salva a mi hijo. No permitas que él tome una pistola. Que él sea un siervo tuyo’”.

    La oración de la anciana penetró el corazón de su nieto y lo llenó de temor al punto de resistir la ‘atractiva propuesta’ de ser parte del grupo armado.

     

    El nacimiento del ministerio

    A los 19 años, Machado se entregó a Jesús y decidió no unirse a los grupos armados. “Después de seis meses de conversión, comencé mi ministerio como predicador. Estaba tan enamorado con el Señor que caminaba por largas horas de aldea en aldea hablando sobre el evangelio. Incluso caminé 11 horas en solo un día para predicar en una comunidad”, recuerda.

    A los 21 años, Enrique pastoreaba su primera iglesia y a los 24 años, se casó. La situación era precaria y lo único que podía ofrecerle a su esposa era caminar juntos en la misión de hacer conocido el nombre de Cristo.

    Cuando fue a cuidar de otra iglesia en el centro paramilitar más grande del país, el pastor restauró el culto en los domingos, en contra de una orden de un líder rebelde. Fue por esta razón que recibió la primera amenaza de muerte.


    "El amor es el arma que desarma"

    Cuando le contó a su esposa, escuchó la respuesta: "Prefiero ser la viuda de un pastor valiente que la esposa de un cobarde". La pareja oró y decidió quedarse allí. Con la guía de Dios de amar a quienes lo amenazaron, el pastor siempre tuvo en mente la siguiente frase como un mensaje de Dios: "El amor es el arma que desarma".

     

    Amor audaz

    Machado descubrió el día de cumpleaños del que prometió ser su asesino, uno de los líderes paramilitares más poderosos. Y decidió poner el amor de Dios en acción. Pasó el salario de un mes contratando músicos para darle una serenata y escribió tres cartas a su enemigo.

    La primera carta fue escrita como si fuera el padre del cumpleañero, la segunda, como si fuera su hermano y la tercera, como si fuera su hijo. Para entrar al campamento donde el comandante vivía, se encontró con su médico local a las 3 de la mañana (porque el líder guerrillero tenía la costumbre de despertarse muy temprano). Cuando los músicos comenzaron a tocar, el oficial encendió la luz y el pastor comenzó a leer las cartas. Los resultados de la audacia de Machado fueron lágrimas en los ojos del hombre y el nacimiento de una amistad.

    En este momento, los conflictos en Colombia ya se habían hecho conocidos en todo el mundo, y el fundador de Puertas Abiertas,el hermano Andrés, fue al país. Allí conoció el trabajo del pastor Machado.

    Después de conocer las dificultades de Enrique para predicar el Evangelio, le dio una motocicleta para evangelizar de forma más práctica. Después, el hermano Andrés visitó el campamento paramilitar para compartir su testimonio y hacer una osada propuesta de desarme.

    En 2006, 26.000 combatientes entregaron sus armas y recibieron la misma cantidad de Biblias a cambio. "A lo largo de estos años, he sido la persona que Dios ha usado para entrenar a diversos pastores en la distribución de literatura y asesoramiento de cristianos", concluye Machado.

    Hoy, Enrique Machado coordina el trabajo de Puertas Abiertas en Colombia, y es una prueba viva de las historias de hermanos y hermanas, que viven en las montañas y enfrentan las consecuencias de la guerrilla en el único país de América Latina que está en la Lista Mundial de la Persecución, ubicado en la posición 41.

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