El fenómeno de ríos que surgen de la nada en el desierto de Israel

El cauce seco del río Hever en el desierto de Judea recorre como una garganta de arena un trayecto de varios kilómetros que se inicia en la región de Hebrón,  recorriendo el desierto de Judea y pasando entre En Gadi y Masada para desembocar finalmente en el Mar Muerto.

Pero hay veces muy especiales en que ese cauce seco del río Hever vuelven a llenarse de agua de forma repentina; recorriendo las áridas tierras del desierto.

Es un hecho que se repite muy ocasionalmente. Como mucho dos o tres veces al año, y en ocasiones no sucede en años a causa de la sequía.

Este increíble fenómeno natural ha sido grabado en ocasiones, y la espectacularidad de sus imágenes siempre impactan al verlas.

En la secuencia de una de estas grabaciones, que reproducimos debajo, se puede apreciar el cauce seco del río Hever cruzando el paisaje desértico, y cómo empieza a oírse un rumor que se convierte en estruendo al llegar el agua que inunda todo el cauce hasta formar una corriente impetuosa que forma un auténtico tsunami atronador en medio de las dunas.

En su recorrido se ve cómo tiene algunas cascadas, la más alta llegando a superar los 140 metros. La inundación ocasional del Neguev es mencionado en varias ocasiones en el Antiguo Testamento. Según The Examiner, las aguas proceden de fuertes lluvias que se producen en las montañas situadas a muchos kilómetros del lugar; y que recorren cauces subterráneos hasta desembocar en el desierto.

Sin duda, la imagen es la misma que utiliza el profeta Isaías cuando dice (43:18-21) “No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad. Las fieras del campo me honrarán, los chacales y los pollos del avestruz; porque daré aguas en el desierto, ríos en la soledad, para que beba mi pueblo, mi escogido. Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará”. Muy posiblemente el profeta conocía, o llegó a ver, este increible fenómeno natural que Dios le llevó a ser utilizado para expresar una realidad espiritual.