Las 7 claves del éxito ministerial de D.L. Moody

Las siete razones del secreto del éxito espiritual del más grande evangelista de su tiempo y por qué Dios lo usó de esa manera.

25 DE FEBRERO DE 2024 · 08:00

Dwight Lyman Moody,Dwight Lyman Moody
Dwight Lyman Moody

Basado en el libro ¿Por qué Dios usó a Moody?, de Reuben A. Torrey (1856-1928), evangelista, pastor y escritor norteamericano.

El 5 de febrero de 1837 nació en una humilde granja de Northfield, Massachusetts, un pequeño bebé que se convertiría en el hombre más grande de su generación o de su siglo, Dwight Lyman Moody.

¿Por qué Dios usó a Moody? El secreto es que era un hombre que dependía del poder de Dios. “Una vez habló Dios dos veces he oído esto, que de Dios es el poder” (Salmo 62:11). El poder no pertenecía a Moody, como no pertenecía a Martín Lutero o a Finney. El poder le pertenece a Dios. Si Moody tenía algún poder, lo obtuvo de Dios. Pero Dios no da su poder arbitrariamente, lo da a quien Él quiere, pero él quiere darlo con ciertas condiciones, condiciones que son claramente reveladas en su Palabra, y Moody cumplía esas condiciones. Por eso Dios lo hizo.

El predicador más maravilloso de su generación, el señor Moody, sin lugar a duda fue un hombre extraordinario. Lo más atrayente es que fue un hombre sencillo y humilde, sin ninguna preparación académica o ministerial, un simple vendedor de zapatos, pero que de la mano de Dios logró grandes proezas, como la fundación de tres seminarios e institutos bíblicos que hoy albergan en sus aulas más de 3000 alumnos provenientes de distintas partes del mundo. Se calcula que, a través de sus campañas y predicaciones, Moody ha llegado a ganar un millón de almas para Cristo, una cifra verdaderamente maravillosa para esos tiempos en los que no existían aviones ni televisión, teléfonos inteligentes y mucho menos streaming o redes sociales.

El doctor Torrey, autor de la obra ¿Por qué Dios usó a Moody? conocía íntimamente a Moody. Estuvo asociado con él por años. Fueron muy cercanos, especialmente los últimos años de vida del evangelista. Por tal motivo el autor aporta rasgos particulares y conversaciones íntimas que serán de gran valor e importancia para el lector. La belleza de este personaje se encuentra cuando logremos ver a Dios a través de Moody. Como decía el doctor Torrey, no es la intención exaltar a la persona, sino al Dios que hizo posible que un hombre tan común como Moody llegara a ser capaz de impactar a tanta gente, conmover los corazones de miles y ganar a cientos de miles para Cristo. El doctor Torrey revela en este libro las siete razones del secreto del éxito espiritual del más grande evangelista de su tiempo y por qué Dios lo usó de esa manera.

La Palabra de Dios nos invita a considerar la vida de aquellos que nos precedieron en el Señor e imitar el ejemplo de su fe (Hebreos 13:7). En Moody tenemos mucho para considerar. Como dijo Will H. Houghton, cuarto presidente del Instituto Bíblico Moody: “Es demasiado decir que Dios continuamente está buscando a alguien que pueda usar. El ser humano puede ser usado por Dios y esto exige de él rendición y sumisión... Moody fue usado por Dios. Las personas pasan, las naciones suben y bajan, las costumbres cambian, las ideologías aceptadas son descartadas como las prendas del año pasado, pero siempre es cierto que Dios está buscando a alguien que pueda usar”.

 

¿Por qué Dios usó a D.L. Moody?

 

1. Porque fue un hombre completamente entregado

Cada onza de aquel cuerpo de 285 libras pertenecía a Dios. Todo lo que era y todo lo que él tenía pertenecía enteramente a Dios. En el año 1872 en Dublín, Irlanda, Moody se hallaba en su primera gira evangelística y conoció a Henry Varley. De quien se hizo amigo íntimo. Henry Varley dijo aquella frase mítica: El mundo no ha visto aún lo que Dios Todopoderoso puede hacer y hará con, a favor, a través y dentro de un hombre completamente consagrado a Él y a su servicio.

Esta frase marcó el resto del ministerio y de la vida espiritual de Moody. Cuando Henry Varley terminó de decir eso, el señor Moody se dijo a sí mismo: “Yo seré ese hombre”. Y, dice Torrey, “no pienso que queda por ver lo que Dios hará con un hombre que se entrega completamente a él, yo creo que ya se ha visto esto en Moody”.

Si tú o yo habremos de ser utilizados en nuestra esfera, como fue usado Moody en la suya, debemos poner todo lo que tenemos y todo lo que somos en las manos de Dios, para que Él use nuestra vida de acuerdo con su voluntad, para enviarnos donde Él quiera, para que Dios haga con nosotros lo que Él quiera, y nosotros de nuestra parte hacer todo lo que Dios nos ordene que hagamos.

Hay millones de hombres y mujeres en la obra cristiana, brillantes, bien dotados, que hacen grandes sacrificios, que han quitado todo pecado consciente de sus vidas, pero que, sin embargo, se han detenido en cuanto a la rendición absoluta a Dios. Y allí, por lo tanto, se ha detenido la plenitud de poder. El señor Moody no se detuvo en la rendición absoluta a Dios. Él era un hombre totalmente entregado, y si usted o yo hemos de ser utilizados, debemos ser hombres y mujeres completamente rendidos.

 

2. Moody era un hombre de oración

El segundo secreto del gran poder exhibido en la vida del señor Moody fue que Moody era, en el más profundo y significativo sentido, un hombre de oración. Moody era un maravilloso predicador, fue un gran privilegio oírlo predicar, dice Reuben A. Torrey, pero después de conocerlo íntimamente deseo testificar que Moody era mucho mejor orante que orador.

Una y otra vez se enfrentó a obstáculos que parecían insuperables, pero siempre sabía la forma de superar y sobreponerse a todas las dificultades: él sabía y creía que la oración podría hacer cualquier cosa que Dios pudiera hacer.

Todo lo que él emprendió fue respaldado por la oración y, sobre todas las cosas, su dependencia final era en Dios.

 

3. Moody fue un estudiante profundo y práctico de la Biblia

El tercer secreto del poder del señor Moody, la tercera razón por la cual Dios usó a Moody, fue porque era un estudiante profundo y práctico de la Palabra de Dios.

Todos los días de su vida, tengo razones para creerlo, dice el doctor Torrey, se levantaba muy temprano en la mañana para estudiar la Palabra de Dios. El señor Moody se levantaba alrededor de las cuatro para estudiar la Biblia y se quedaba en silencio en una habitación remota de la casa, solo con Dios y su Biblia.

Puedes hablar sobre poder, pero si descuidas el único libro que Dios nos ha dado como el instrumento a través del que imparte y ejerce su poder, no lo tendrás. Puedes leer muchos libros e ir a muchas convenciones y tener todas la noches reuniones de oración, para rogar el poder del Espíritu Santo, pero a menos que sigas en constante y cercana asociación con la Biblia, no tendrás poder.

Noventa y nueve cristianos de cada cien están simplemente jugando al estudio de la Biblia y, por lo tanto, noventa y nueve cristianos de cada cien son simplemente débiles, cuando podrían ser gigantes, tanto en su vida cristiana como en su servicio.

 

4. Un hombre humilde

La cuarta razón por la cual Dios continuamente usó al señor Moody fue que era un hombre humilde. A él le gustaba citar las palabras de otro: “La fe consigue más, el amor trabaja más, pero la humildad conserva más”.

Le gustaba ponerse en segundo plano y poner a los otros en primer plano. No fingió una humildad que no poseía en su corazón. Constantemente se subestimaba a sí mismo y sobreestimaba a los demás.

Él realmente creía que Dios usaría a otros hombres en mayor medida de lo que Él había sido usado. ¿Cuántos hombres han estado llenos de promesas y Dios los ha usado, después el hombre piensa que es gran cosa y Dios se ve obligado a ponerlo aparte? Creo que los trabajadores más prometedores se han ido más por el camino de la autosuficiencia y la autoestima que por cualquier otra cosa. ¿Por qué? Por sobrestimación de sí mismos.

Los hombres y mujeres que han sido puestos a un lado comenzaron a pensar que eran importantes, que eran alguien y, por lo tanto, Dios se vio obligado a dejarlos a un lado. Dios usó a D.L. Moody más allá que cualquier hombre de su época. Pero no provocó en él ninguna diferencia. Él nunca se envaneció.

Cuando el Diablo no puede desanimar a un hombre, dice Reuben A. Torre, élse acerca y usa otra táctica que sabe que da mucho mejor resultado, lo envanece susurrándole al oído: “Tú eres el principal evangelista del momento”. Y si te lo crees, te arruinará.

 

5. Dios pudo usar a D.L. Moody por su falta de amor al dinero

Moody podría haber sido un hombre rico, pero el dinero no tenía encantos para él. Disfrutaba reunir dinero para la obra de Dios y se negó a acumular dinero para él mismo.

En una ocasión el señor Moody tuvo un poco de dinero y lo usó en la publicación de los himnos del señor Sankey. Los himnos tuvieron una venta muy notable. Después fueron publicados en forma de libro y se acumularon grandes ganancias. Los resultados financieros se le ofrecieron al señor Moody, pero él se negó a tocarlos. La ganancia fue usada para terminar el Tabernáculo Moody. Y después para varias organizaciones cristianas.

Millones de dólares pasaron por las manos del señor Moody, pero siguieron de largo. No se pegaron en sus dedos. Este es el punto en el que muchos evangelistas naufragan y su gran trabajo llega a un fin prematuro: el amor al dinero.

 

6. Su pasión incontenible por la salvación de los perdidos

La sexta razón por la que Dios usó a Moody fue por su incontenible pasión por la salvación de los perdidos. El señor Moody tomó la resolución, poco después de que él mismo fuese salvado, de que nunca dejaría pasar veinticuatro horas sin hablar con al menos una persona sobre su alma.

A pesar de tener una vida muy ocupada, en algunos casos él se levantaba de la cama, se vestía y salía para hablar con alguien sobre su alma, y que no pasase un día sin haberle dicho al menos a una persona sobre su necesidad de un Salvador.

Una noche, el señor Moody llegó a casa y se había acostado, antes de que recordara que no le había hablado un alma aquel día acerca de Cristo. “Bueno”, se dijo a sí mismo, “no es bueno levantarse ahora, ya no habrá nadie en la calle a esta hora de la noche”. Igualmente se levantó, se vistió y fue a la puerta principal. Estaba lloviendo a cántaros y dijo: “No habrá nadie en esta lluvia torrencial”. Justo entonces oyó las pisadas de un hombre caminando por la calle con su paraguas. Entonces, el señor Moody, salió corriendo hacia el hombre y le dijo: “¿Puedo compartir el refugio de su paraguas?”. “¡Ciertamente!”, respondió el hombre. El señor Moody añadió: “¿Tienes algún refugio en este tiempo de tormenta?”, y le predicó a Jesús.

Oh, hombres y mujeres, si estuviéramos tan llenos de entusiasmo por la salvación de las almas, ¿cuánto tiempo pasaría antes de que todo el país fuese sacudido por el poder de un avivamiento de nuestro Dios?

En Chicago solían llamarlo en esos primeros días “Loco Moody”, porque día y noche estaba hablando con todo el mundo acerca de ser salvo. Un amigo una vez me dijo que la primera vez que escuchó hablar del señor Moody fue cuando el señor Reynolds de Peoria le dijo que había encontrado al señor Moody sentado como un ocupa en una villa mísera que solía haber al lado del lago, que se llamaba Las Arenas, con un niño afroamericano en sus rodillas, una vela en una mano y la Biblia en la otra. Y el señor Moody estaba deletreando las palabras de ciertos versos de la Escritura (porque por aquella época él no podía leer muy bien), en un intento por conducir al niño a Cristo.

¡Oh, jóvenes, hombres y mujeres, y todos los trabajadores cristianos! ¿Si usted y yo estuviéramos en llamas, ardiendo por las almas como él, cuánto tiempo pasaría para que tuviéramos un avivamiento?

 

7. Definitivamente ungido con poder desde lo alto

La séptima cosa que fue el secreto de por qué Dios usó a Moody era porque él estaba investido específicamente con poder de lo alto. Tenía muy claro y definido el bautismo con el Espíritu Santo.

El señor Moody sabía que tenía el bautismo con el Espíritu Santo. No tenía ninguna duda al respecto. En sus primeros días fue una persona muy enérgica, tenía un tremendo deseo de hacer algo, pero carecía de poder real. Trabajaba arduamente, pero en la fuerza de la carne. Dos humildes mujeres metodistas libres que solían venir a sus reuniones, la Tía Cook y la señora Snow, solían acercarse a Moody al final de las reuniones y decir: “Estamos orando por usted”. Después de un tiempo, el señor Moody se molestó y les dijo: “¿Por qué están orando por mí y por qué no oran por los no salvos?”. Ellas respondieron: “Estamos orando para que puedas obtener el poder”. El señor Moody no entendía lo que eso significaba, pero se puso a pensar al respecto, y luego fue a estas mujeres y rogó: “Me gustaría que me explicaran qué quieren decir”. Le contaron sobre el bautismo del Espíritu Santo. Luego él pidió orar con ellas para recibir de Dios este poder y no que ellas simplemente oraran. No mucho después, un día antes de partir a Inglaterra, estaba caminando por Wall Street, en New York, y en el medio del bullicio, con toda la prisa de la gran ciudad, su oración fue contestada. El poder de Dios cayó sobre él mientras caminaba y tuvo que apresurarse a la casa de un amigo y pedirle una habitación para estar a solas. En esa habitación, Moody se quedó solo por dos horas y el Espíritu Santo vino a él llenando su alma con tanta alegría que por fin tuvo que pedirle a Dios que lo sostuviera para no morir de tanto gozo. Salió de ese lugar con el poder del Espíritu Santo sobre él y, cuando llegó a Londres, el poder de Dios fluyó a través de Moody poderosamente. En el norte, cientos fueron agregados a las iglesias, y eso fue lo que lo llevó a ser invitado a las maravillosas campañas que siguieron en años posteriores.

 

Hombres y mujeres, eso es lo que todos necesitamos: el bautismo del Espíritu Santo.

R.A. Torrey (1856-1928)

Evangelista, pastor y escritor norteamericano

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