Nuestra batalla con Amalec

Amán, en el libro de Ester, desciende de Amalec y respira odio con el pueblo de Dios, queriendo exterminarlo.

05 DE MAYO DE 2024 · 08:00

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Imagen de diseño propio realizada por IA

¿Qué representa Amalec en la Biblia y cómo vencerlo? Amalec1 es un pueblo recordado como los más odiados de los enemigos de Israel, tradicionalmente considerados los más feroces de las tribus beduinas. Su nombre significa belicoso.

 

El origen de Amalec

Según Génesis 36:9-122, el padre de los amalecitas, de quien toma nombre la tribu, nace de los lomos de Esaú, de hecho, fruto de la unión de Elifaz, hijo de Esaú, con una concubina llamada Timna.

Ahora bien, así como vemos en la Biblia linajes piadosos, en los que opera una unción divina, que fueron hijos de Dios y le sirvieron, también encontramos la triste realidad de pueblos que parecían tener un ánimo hostil contra Dios y su propósito. Es como si cargasen una maldición generacional o una unción diabólica. Este fue el denominador común de las acciones de Amalec.

Al seguir la pista de Amalec en la Escritura encontramos multitud de ocasiones en las que oprimieron, expoliaron, masacraron, atacaron por la espalda, se opusieron a Dios o simplemente levantaron la bandera de la enemistad contra Israel. Sin ir más lejos, todos los lectores de la Palabra recordaremos el incidente en el que unos amalecitas saquearon Siclag, la aldea de David, y se llevaron prisioneros a los familiares del cantor de Israel y sus hombres. David había ido a la guerra y Amalec les hizo una de sus visitas traicioneras, para matar, robar y destruir (nunca mejor dicho -Juan 10:10-). Cuando los guerreros regresaron a Siclag no quedaba nada de valor y habían desaparecido mujeres, ancianos y niños. ¿Por qué los hombres de David pensaron en apedrearlo? (1 Samuel 30:3-6). La respuesta es sencilla: conociendo la calaña de los amalecitas imaginaron a todos los prisioneros muertos, violados y torturados. Fue un auténtico milagro que el de Isaí y sus valientes consiguieran recuperar intactas a sus familias (1 Samuel 30:18-20).

Otro buen ejemplo es el de Amán, en el libro de Ester. Él era descendiente de Amalec y respiraba violencia contra los judíos del imperio; quería acabar con ellos a toda costa. Cuan cierta es la profecía de Moisés en lo alto del monte: "Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación” (Éxodo 17:16).

El Señor ha seguido luchando contra el espíritu de Amalec, que no es otro sino el de Satanás, ya que Lucifer ostenta el título de pionero en alzarse contra el trono de Dios.

 

¿Qué representa Amalec en la Biblia?

Dejamos por sentada, entonces, esta evidencia bíblica: que Amalec fue uno de esos linajes diabólicos, estirpes con una maldición visible, que se levantaban contra Dios, su pueblo y su propósito, y además lo hacían con una suerte de unción satánica.

El espíritu de Amalec vendría a representar al mismísimo Reino de Tinieblas que siempre estará en guerra contra el trono del Señor, hasta que sea finalmente echado en el lago de fuego. Sin embargo, la forma en la que debemos enfrentar a Amalec y derrotarlo nos ha quedado bastante ilustrada en Éxodo 17:

Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim. Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano. E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado. Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec... Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo. Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová-nisi; y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación. Éxodo 17:8-16.

Vamos a sustraer mucha enseñanza de esta batalla. Yo estoy convencido de que Dios ocultó a Moisés en la cumbre del monte porque posiblemente iban a atacar a Moisés y a Aarón, a sabiendas de que muertos los pastores las ovejas rápidamente se dispersan.

 

El principio de la cooperatividad

En esta historia del Éxodo descubrimos el principio de la cooperatividad, esto es, así como el cuerpo sin el Espíritu está muerto, el Espíritu sin el cuerpo no trabaja. Dios todo lo hace en la tierra a través de un cuerpo formado por hombres y mujeres que le creen y están dispuestos a obedecerle. Sus acciones y oraciones se tornan imprescindibles para que el plan de Dios avance en el mundo.

Ángeles ayudaron a los israelitas, pero los de Josué tuvieron que pelear contra Amalec y, mientras, Moisés no podía dejar de clamar y levantar sus brazos con la vara de Dios.

Así como el Señor trabajó con Daniel, con Nehemías, con sus santos de todos los tiempos, así lo desea seguir haciendo. Nuestras oraciones abren el camino a los ángeles, nuestra predicación salva... ¿Cómo avanza el reino? Tiene mucho que ver con nosotros.

 

La altura gobierna la bajura

Luchamos contra un sistema Anticristo, anti-Fe y antivalores. El que no entienda la batalla en la que estamos ya de antemano ha perdido. Pero la Escritura nos llama “más que vencedores”. Dicha verdad posicional, en Cristo, debe ser mi verdad en el espíritu y por la fe. ¿Cómo se logra? Todo depende de tu monte. El monte repercutía en el valle.

En el valle se encontraban Josué y el pueblo de Israel, peleando contra Amalec. En el monte, Aaron, Hur y Moisés. Lo que sucedía en el monte repercutía en el valle donde se libraba la guerra. Pelear en lo natural fue necesario, no obstante, sin las oraciones y el altar de Moisés no hubiesen obtenido la victoria.

Libramos guerras diarias reales: - Contra mi yo - Contra huestes espirituales (Efesios 6:10). - Contra el sistema anti-fe, antivalores y antiDios. Jesús dijo que en el mundo tendremos aflicción (Juan 16:33), pero también prometió su paz y victoria.

Debes saber que si quieres tener victoria en el valle la debes ganar en el monte. Todos tenemos una cumbre de oración a la que subir y que hemos de conquistar. Debemos subir a lo alto con el Señor y alzar los brazos como lo hiciera en Éxodo diecisiete Moisés.

 

¿Cómo vivir en la victoria de Cristo?

Primero: conquista tu monte

Fortalece tu monte, habita en el monte de oración. Que su presencia sea tu hábitat. Yo peleo en el valle, pero en el valle no está mi nido, mi nido está en las alturas del monte de oración.

Quizás estás orando en tu cuarto, en el vehículo, en el salón o paseando, pero en el espíritu te encuentras en el monte ante Dios, apartando tu tiempo para buscarle y levantando tus manos en clamor.

Si no avanzamos más rápido y más claramente es porque nos falta vencer en el monte de la oración. Querido lector: tal y como es tu vida de oración así es tu vida en el valle. Para tener fuerza en el valle la tienes que lograr en el monte.

Hoy te pregunto: ¿Avanza Israel o gana terreno Amalec? Tú tienes una parte que hacer…

Segundo: levanta la vara de la autoridad de Dios

Si Amalec es rebelión contra el trono de Dios, entonces le venceremos firmemente sometidos a la autoridad y bajo el gobierno del Señor. Honrando a la autoridad en su versión directa (su Palabra y Presencia) y también honrando la autoridad delegada por él (en el hogar, en el trabajo, en la iglesia o sociedad). Seamos gente que sabe levantar la vara del gobierno establecido por Dios, para que el trono del Señor sea central en nuestras vidas.

Tercero: aprende a descansar y a recibir ayuda

Moisés, el más espiritual de la tierra, el más humilde, también se cansó. A David casi lo mata un gigante, porque se cansó. Todos pasamos por momentos en los que se debilita el cuerpo, el ánimo o la fuerza; hasta la vida de oración puede sufrir desgaste.

Éxodo 17:12-13 Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol. Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.

Puedo reposar en Cristo, quien es la piedra en la que descanso. Además, no estoy peleando solo, el Espíritu pelea conmigo, y amigos de oración leales, como Aarón o Hur, serán provistos para el día malo. Solo debo mantenerme humilde y dejarme ayudar cuando noto que me canso.

La vara de autoridad pesa y Moisés se dejó ayudar por dos amigos. Moisés se sentó en una roca y descansó. Descansa tú en Cristo, Él pelea por ti. Y descansa tus brazos fatigados en los aliados que Dios pone a tu lado.

Necesito a mis hermanos... También Jesús necesitó a Moisés y Elías, que lo podían entender perfectamente y le dieron ánimo en el Monte de la Transfiguración; y en Getsemaní pidió a sus íntimos que le ayudaran a orar, aunque estos no estuvieron a la altura y se durmieron. Pero el Maestro nos da ejemplo incluso en esto, en saber apoyarse en otros cuando hace falta.

Necesito un Hur y un Aarón. Hermanos que me fortalecen en Dios, amigos que me sostienen los brazos. Todos los necesitamos. Ellos son los que oran conmigo y me recuerdan que Dios cumplirá su propósito en mí.

Cuarto: Moisés levantó un altar

Éxodo 17:15 Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová-nisi. ¿Qué es altar? Todo lo que representa mi adoración para Dios: entrega, ofrendas, servicio, santidad, alabanza...

Ama el altar. La salud de los altares determina la salud de tu vida. Cuidemos el fuego del altar. Vida es altar, porque altar da vida.

Digo en plural, “los altares”, porque son varios (Salmo 84). ¿Cómo está el altar personal? ¿Y el familiar? ¿Eres parte del altar de tu iglesia? ¿Te sabes sumar a las convocatorias de altar?

Quinto: levantó el nombre NISSI.

El Nombre es una poderosa arma de guerra: el Nombre es bandera (Salmo 20:1-2, 5, 7-9). Nissi significa, El Señor es mi Estandarte.

El Nombre es una bandera que hay que levantar en cada guerra que nos venga. Por eso Jesús nos enseñó a orar “santificado sea tu nombre” (Mateo 6:9), además de para adorar y respetar su nombre, para declarar su nombre por encima de todo. Santificar el nombre es ponerlo en alto, gobernando sobre cualquier circunstancia.

¿Estás enfermo? Levanta su nombre Rapha, que significa Sanador. ¿Necesitas provisión? Jireh es la bandera que debes levantar, el Proveedor. ¿Te sientes ansioso? Shalom es otro nombre del Señor, nuestra Paz. 

Levantemos bandera utilizando el Nombre, y todos los nombres se resumen en el nombre de Jesús, el nombre más alto3.

 

¡Ánimo, hay gracia diaria!

Moisés nos dejó un mensaje para los que tengamos lucha contra Amalec generaciones después de la suya. Las claves para vencer entonces y prevalecer ahora son monte, altar, Nombre (Nissi, estandarte) y descansar en Cristo o dejarme levantar los brazos si las fuerzas flaquean. Tomemos nota de esta estrategia, nos va a hacer falta.

No solo hay gracia para que peleemos y venzamos, también para ese mal día en el que nos sentimos derrotados. Si hoy pierdes la batalla, debes saber que no está perdida la guerra, pues mañana tienes una nueva oportunidad para levantarte e intentarlo.

Toma todo lo que Dios dice en la Palabra de ti y anda en esa verdad posicional, porque la guerra es el total de la vida de un cristiano, no una sola jornada; y cada día es la “buena batalla de la fe”4. Mañana despierto y vuelvo al combate.

 

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(1) Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(2) Génesis 36:9-12 Estos son los linajes de Esaú, padre de Edom, en el monte de Seir. Estos son los nombres de los hijos de Esaú: Elifaz, hijo de Ada mujer de Esaú; Reuel, hijo de Basemat mujer de Esaú. Y los hijos de Elifaz fueron Temán, Omar, Zefo, Gatam y Cenaz. Y Timna fue concubina de Elifaz hijo de Esaú, y ella le dio a luz a Amalec; estos son los hijos de Ada, mujer de Esaú. 

(3) Filipenses 2:9-11 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

(4) 1 Timoteo 6:11-12 Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos. 2 Timoteo 4:7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Soliloquios - Nuestra batalla con Amalec