El aborto y la grieta entre los argentinos
El Gobierno, al llevar el proyecto de aborto al Congreso, está rompiendo su principal promesa de terminar con la discordia.
13 DE NOVIEMBRE DE 2020 · 15:00
Hace apenas dos semanas, el presidente Alberto Fernández aclaraba sobre el proyecto de legalización del aborto: “No quiero generar otro motivo de discordia entre los argentinos”. Sin embargo, esta semana una de sus voceras, Vilma Ibarra, anunciaba que el proyecto de legalización del aborto sería tratado antes de fin de año en el Congreso. Está claro, con esto el Gobierno apuesta por la discordia entre los argentinos.
Hay más de 100 causas de muertes femeninas antes que el aborto inducido. Mueren 15 veces más embarazadas que quieren tener a sus hijos, 20 veces más por desnutrición o HIV, 30 veces más por suicidio y 300 veces más por cáncer de mama. Todo esto se ve potenciado por el contexto de pandemia que agravó muchas de las causas reales de mortalidad: Hoy las embarazadas más vulnerables y niños por nacer están muriendo por falta de atención hasta en la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano.
Sí, es cierto que fue una promesa de campaña, pero no es la mejor por cumplir. Por el contrario, las dos promesas principales que sí había hecho el Presidente a todo su electorado y por las que éste le confió el poder, fueron: “Voy a poner en marcha a la economía argentina”, y “Yo voy a volver a unir a los argentinos”. Idea que reforzó en el Congreso cuando dijo en su asunción: “Apostar a las heridas y a la grieta supondría que las heridas sigan sangrando. No cuenten conmigo para seguir transitando el camino del desencuentro”. Todo lo cual se alcanzaría uniendo a los diversos actores sociales, políticos y económicos en aquel “gran pacto social y económico”.
Alberto Fernández llega al fin del primer año de su gestión refugiándose en aquellos acuerdos minoritarios que lo ponen entre los alentadores del conflicto, en lugar de los gestadores de paz: las promesas al kirchnerismo -y a Cristina Fernández de Kirchner- y las del ala más radical del feminismo -que es por definición, abortista- fuertemente financiado por grandes laboratorios y por la industria del aborto. Pero lo que es más grave: no solo incumple sus dos grandes promesas de campaña. Sino que las va a volver imposibles.
El ex presidente Mauricio Macri, con un país que empezaba a transitar la crisis, no pudo prever que el debate del aborto dividiría al país y a su gente llevándose puesto su gobierno. Alberto Fernández debería aprender de los errores del pasado.
Por otro lado, están latentes otros temas que sí son urgentes y que nadie resuelve: una Justicia que sólo logra aumentar la inseguridad, las usurpaciones y la desconfianza, una economía quebrada por el desempleo y una inflación galopante; un gasto público difícil de acotar, crisis de vivienda, de trabajo, de educación, y sobre todo, de salud: un sistema agobiado, colapsado y mal pago, que con el Covid-19 enfrenta uno de los mayores desafíos de los últimos tiempos y que da para largo.
Todo esto crea un clima social siempre al borde del estallido, en todas las provincias y en todos los sectores sociales. Todos están agobiados. Y cualquier chispazo puede tener consecuencias impensadas.
Lo cierto es que el Gobierno, llevando el proyecto de aborto al Congreso, está rompiendo todo. Está rompiendo su principal promesa de terminar con la grieta. Está rompiendo con la paz social. Va a sacar a multitudes a las calles poniendo en riesgo sus vidas, sumando un frente de conflicto incontrolable. Va a traicionar los únicos pactos sociales que le habían permitido contener y acompañar a los más vulnerables durante la pandemia: los movimientos de católicos y evangélicos que trabajan en la primera línea en los barrios más pobres. Estos fueron sus aliados más fieles y los que más fuertemente van a sentirse traicionados. Va a quebrar su pacto con los más humildes, que saben que el aborto no es una prioridad de salud, sino la respuesta que tienen los poderosos para eliminar a los pobres.
Tal vez conserve algunas pequeñas alianzas con las élites burguesas que coparon sus ministerios y que lejos de ofrecer soluciones a los grandes problemas de los argentinos, se enfrascan en discusiones ideológicas de escritorio, mientras los médicos se desloman por salvar vidas. Vilma Ibarra, una de las principales artífices del proyecto de aborto que va a proponer el Gobierno, no va a bajar los brazos, aunque hace 13 años que viene perdiendo. En aquel entonces ambas éramos diputadas de la Nación. Ganaron poder, pero están quedando cada vez más solos, los abortistas, Cristina y Alberto.
Pero la cuestión del aborto no se decide en el Ejecutivo y ni siquiera en el Congreso. Se define en las calles. Lo decide el pueblo. Un tratamiento exprés, incluso en verano, no va a pasar desapercibido. Va a generar más bronca. Más indignación. Más movilización. Más gente en las calles. Y ni pensar en las consecuencias en cuanto al Covid-19.
Lo más triste es que el gran pacto social y político del Gobierno para unir a los argentinos y hacer despegar la economía va a quedar roto para siempre. Aún hay tiempo para que el Gobierno recapacite sobre las verdaderas prioridades de los argentinos. El aborto legal causa la muerte de cientos de miles de niños por nacer y destruye a miles de mujeres. Causó el fin del gobierno de Macri. Esperemos que no signe de muerte también a este Gobierno.
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Tiempos de mujer - El aborto y la grieta entre los argentinos