Ese otro evangelista: el traductor
Se ha dicho que la traducción, entre muchas definiciones, es un “puente entre culturas”, al traductor suele definírselo como un “escritor en las sombras”
03 DE DICIEMBRE DE 2024 · 16:35
Todos los 30 de septiembre se celebra el Día Internacional del Traductor, fecha en la que recordamos el fallecimiento de Jerónimo de Estridón, traductor de la Biblia. En esta oportunidad, podríamos además reflexionar acerca del trabajo evangelístico que realiza el traductor de textos cristianos.
Casi todos hemos leído libros de autores extranjeros que han sido traducidos a nuestras lenguas maternas y lo más probable es que recordemos el nombre del autor, y también es casi seguro que ignoremos por completo el nombre del traductor que hace posible esa lectura.
Aunque se ha dicho que la traducción, entre muchas definiciones, es un “puente entre culturas”, al traductor suele definírselo como un “escritor en las sombras”, alguien del que se presume la existencia, pero de quien no se conoce el nombre, salvo que conviniera mencionarlo como ha sido el caso cuando quienes traducían eran Borges o Cortázar.
Los traductores están conscientes de esta realidad y debaten qué papel les corresponde como autores de las obras traducidas, argumentando —podría decirse que con justa razón— que el contrato de lectura que establece el lector no es con el autor de la obra, sino con el autor de la traducción.
Esa “voz” es la que se “escucha” en el texto, plasmada en la elección particular de palabras y el estilo de escritura, por dar algunos ejemplos. Esto explica por qué motivo se pueden tener distintas versiones de un mismo texto. Si la traducción es fiel al original, el contenido del mensaje será el mismo, pero estará expresado de distinta manera. Porque traducir de un idioma a otro es, en esencia, la creación de una nueva obra, hecho muy pocas veces tenido en cuenta.
Cuando hablamos de traducciones de textos cristianos y de los traductores cristianos no podemos ignorar su papel evangelístico. El mandato bíblico es muy claro: ir por todo el mundo y predicar el evangelio, y eso es exactamente lo que hacen estos traductores: los textos traducidos llegan a todas partes del mundo en muchos idiomas. Es trabajo evangelístico, una tarea misionera.
Pero refirámonos al español, que es la lengua materna de 500 millones de hablantes. La tarea evangelística es enorme y el potencial de llegada del texto, mayúsculo. Entonces ¿por qué no revalorizar el papel del traductor? ¿Por qué se encomienda en ocasiones una traducción a personas que no están capacitadas para realizarla?
Somos exigentes en cuanto a la necesidad de transmitir un evangelio verdadero, basado en verdades bíblicas, pero muchas veces se encarga la tarea de la “elaboración del mensaje” a quienes, por no ser profesionales, no saben realizarla con la excelencia que merece o se descuidan las condiciones laborales en las que el traductor profesional realiza su trabajo y que necesita para hacerlo como es debido.
Ya en 1976, la Conferencia General de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura, reunida en Nairobi, hacía recomendaciones[i] sobre la protección jurídica de los traductores y sobre los medios prácticos de mejorar su situación laboral. En ella, se consideró a la traducción como una labor facilitadora para la comprensión entre los pueblos y la cooperación entre las naciones, debido a que esta promueve la difusión de las obras literarias, científicas y técnicas, a través de las fronteras lingüísticas, así como el intercambio de ideas.
También la Conferencia constató el papel importante que desempeñan los traductores y las traducciones en los intercambios internacionales en las esferas de la cultura, del arte y de la ciencia, y se reconoció que la protección de los traductores es indispensable para que las traducciones tengan la calidad que exige el cumplimiento eficaz de su función al servicio de la cultura y el desarrollo.
Consideremos también que los traductores son la columna vertebral de las editoriales que publican autores en lengua extranjera. Sin ellos no hay publicación posible. Aunque los derechos autorales del traductor están protegidos por las legislaciones vigentes en la mayoría de los países, las condiciones laborales siguen, muchas veces, siendo precarias y se ha confundido la “invisibilización del traductor” con la “precarización de la tarea”.
Valga entonces esta fecha conmemorativa para dar visibilidad a ese otro evangelista.
[i] Recomendación aprobada en el Informe de la Comisión del Programa III en la 28ª, sesión plenaria, 22 de noviembre, 1976.
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